Enlace Judío México.- Uno de los violinistas más famosos del siglo XX fue Bronislaw Huberman, nacido en 1882 en Częstochowa, Polonia, quien rescató a más de mil judíos en vísperas del Holocausto, fundó la Orquesta Filarmónica de Israel y tocó en numerosas salas de concierto de todo el mundo, incluyendo el Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México.

ENRIQUE CHMLENIK

Cuando tenía 14 años de edad, Huberman tocó el concierto para violín de Johannes Brahms, en presencia del propio compositor, quien quedó maravillado por la interpretación. A partir de entonces, la fama del músico comenzó a crecer, hasta convertirse en uno de los violinistas más renombrados del planeta.

En 1929, Bronislaw Huberman visitó por primera vez Palestina, y concibió, desde entonces, la idea de instaurar una orquesta de música clásica en la Tierra Prometida; de modo que en 1936 fundó la Orquesta Sinfónica de Palestina (denominada Orquesta Filarmónica de Israel desde 1948), cuyo primer concierto fue dirigido por Arturo Toscanini.

Entre Huberman y Toscanini existía una entrañable amistad, que inició a partir de que el músico italiano (considerado el director de orquesta más importante del siglo XX) se rehusó a actuar en Alemania, en protesta contra el régimen nazi.

El propio Huberman, preocupado por la persecución de los judíos a manos de los nazis, aprovechó la fundación de la Orquesta Sinfónica de Palestina para reclutar a músicos judíos en Europa y salvarlos junto con sus familias en países como Alemania, Austria, Polonia y Hungría.

A principios de 1942, Bronislaw Huberman estuvo en la Ciudad de México y ofreció cuatro conciertos en el Palacio de Bellas Artes. Una copia de su registro como extranjero, emitido por el Servicio de Migración en México, y varios anuncios de los conciertos que ofrecería, publicados en periódicos de la época, se conservan en el CDIJUM.

Aquella fue la única ocasión en que Bronislaw Huberman estuvo en México, pero algunos parientes suyos inmigraron eventualmente a nuestro país; tal es el caso del científico Alberto Huberman, cuyo abuelo era primo del violinista.

El músico también es recordado por el incidente ocurrido el 28 de febrero de 1936. Aquel día, mientras Huberman ofrecía un concierto en Nueva York, fue robado uno de sus instrumentos en el vestidor del Carnegie Hall. No era cualquier violín: se trataba de un Stradivarius Gibson de 1713, considerado uno de los cinco violines más valiosos del mundo.

El Stradivarius había sido hurtado por el violinista Julian Altman quien, incitado por su madre, tomó el instrumento y lo conservó cerca de medio siglo; con él tocó durante muchos años en la Orquesta Sinfónica Nacional de Washington D.C. En 1985, casi cuarenta años después de la muerte de Huberman, Altman confesó en su lecho de muerte que había robado el violín.

Dos años después, en 1987, la esposa de Altman, Marcelle Hall, recibió una recompensa de 263 mil dólares por el hallazgo del violín por parte de la compañía de seguros Lloyd’s, de Londres. Irónicamente, ésta había pagado a Huberman 30 mil dólares de indemnización en 1936.
Poco después, el Stradivarius fue adquirido por Norbert Brainin, quien pagó 1.2 millones de dólares por él, y en 2001 fue vendido en 4 millones de dólares al violinista Joshua Bell. El instrumento es conocido actualmente como el Stradivarius Gibson-Huberman.

 

 

Fuente: Vitral