Enlace Judío México.- Liberarse de los parámetros de “paz” de diciembre del 2000 del Presidente Clinton es un interés supremo israelí. Irónicamente, este objetivo está siendo posibilitado por el acuerdo que se está cristalizando con Hamás por la Franja de Gaza.

GENERAL DE DIVISIÓN GERSHON HACOHEN

Tanto los opositores internos como externos al acuerdo que se está cristalizando entre el gobierno israelí y Hamás ven el acuerdo naciente como antítesis de la solución de dos estados, y sostienen que todos los asuntos de Gaza, incluida la cuestión de la seguridad, deben ser manejadas por la Autoridad Palestina (AP) con base en Ramala. Por el contrario, el Primer Ministro Netanyahu y el Ministro de Defensa Lieberman estiman que la preservación de la división de décadas entre la Margen Occidental controlada por la AP y la Franja de Gaza controlada por Hamás es en el mejor interés de Israel.

¿Por qué, entonces, los dos deben mantener oculto su objetivo estratégico en vez de expresarlo? Porque ellos desean explotar en su totalidad las ventajas estratégicas de la ambigüedad. La estrategia astuta siempre ha sido creada sobre la picardía, sus dimensiones ocultas son más importantes y significativas que las manifiestas. La astucia real es manifestada a menudo en un acuerdo cuya dimensión abierta involucra en forma ostensible concesiones innecesarias o incluso pérdidas, mientras que debajo de la superficie contiene ganancias masivas. En las palabras de los antiguos sabios judíos, “No hay bendición excepto para lo que está oculto de la vista.”

Sin duda, debido a la necesidad de disfrazar los motivos y objetivos ocultos es a menudo difícil responder eficazmente a la crítica que se enfoca exclusivamente en la dimensión abierta de las cosas (debido a la ignorancia de sus aspectos encubiertos o motivos ulteriores). Esta es la posición en la cual Netanyahu y Lieberman se encuentran en estos días.

La líder de la oposición en la Knéset, Tzipi Livni, ha estado atacando el acuerdo entre Israel y Hamás mediado por Egipto eludiendo al “moderado” Presidente Mahmoud Abbas de la AP. Así es como les parecen las cosas a los que se adhieren obstinadamente al proceso de Oslo, el cual conmemorará su 25o aniversario el mes próximo. Pero desde el momento de su presentación, hace unos ochenta años, la solución de dos estados no tuvo una mayoría judía inequívoca, por no mencionar su rechazo total por parte del liderazgo árabe palestino desde Hajj Amin Husseini a Abbas (a pesar del doble discurso del último sobre la cuestión). La división de décadas entre Gaza y Ramala bien puede ser un obstáculo para la realización del proceso de Oslo, pero es una oportunidad para los que desean liberarse de ese camino desastroso.

Los que se adhieren a la lógica de Oslo, como es esbozada por los parámetros de “paz” de Clinton de diciembre del 2000 y aceptada por los primeros ministros Barak y Olmert, describen la amenaza potencial que acompaña una falla en retirarse a las líneas de 1967 en términos dicotómicos: “O Israel no seguirá siendo un Estado judío o no seguirá siendo un Estado democrático.” Pero mientras tanto ha habido importantes acontecimientos que han puesto un signo de interrogación sobre esta afirmación, notablemente la transferencia del 95% de los residentes palestinos de la Margen Occidental y la población entera de la Franja de Gaza a la AP y al control de Hamás. Es posible por supuesto que Israel se encuentre confinada a la estrecha franja costera, lo que pondrá en peligro su existencia misma – no meramente debido a las formidables amenazas militares estratégicas pero también debido a la sofocación de los requerimientos espaciales para su población que crece rápidamente. Y aun si las FDI son capaces de defender a Israel en el futuro inmediato desde adentro de las líneas de 1967 como fue prometido por los acólitos de Oslo (algo que no puede ser dado por hecho), ¿cómo pueden estar seguros que éstas todavía serán capaces de hacerlo en las próximas décadas?

Vale la pena escuchar a Mahmoud Abbas, quien identifica el acuerdo que se está cristalizando entre Israel y Hamás como una oportunidad de reiniciar el proceso de Oslo. Si tal eventualidad no es favorable a Abbas, o, por tal caso, a Muhammad Baraka, director del Comité de Seguimiento de los Árabes Israelíes, una organización que rechaza la identidad judía de Israel, debe haber algo en ella que tiene esperanza para los que buscan un nuevo camino. Irónicamente, la liberación del curso desastroso establecido por el proceso de Oslo ha llegado a depender en esta coyuntura particular del acuerdo de Gaza que se está cristalizando con Hamás.

 

 

El General de División (res.) Gershon Hacohen es el principal miembro investigador en el Begin-Sadat Center for Strategic Studies. Sirvió en las FDI por 42 años. Comandó tropas en batallas con Egipto y Siria. Anteriormente fue comandante de cuerpo y comandante del Colegio Militar de las FDI.

 

 

Fuente: Begin-Sadat Center for Strategic Studies
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.