Enlace Judío México.- Estimados amigos, la semana pasada hablamos sobre Gaza, por lo que ahora nos abocaremos a lo referido a Mahmoud Abbas y, si el espacio me lo permite, a Israel.

EDUARDO HADJES PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Mahmoud Abbas, es el presidente vitalicio de la Autoridad Nacional Palestina y su brazo armado, Al Fatah. Esto hace suponer que es el Presidente de los palestinos, pero, como en la Franja de Gaza, que forma parte de lo habitado por palestinos, está dominado por la organización terrorista Hamás, resulta que pasa a ser sólo Presidente de una parte de los palestinos. Su reinado es de por vida y heredó el cargo del primer Presidente que tuvieron los palestinos, Yasser Arafat, el cual ocupó el cargo hasta su muerte.

Aquí nos encontramos con la primera gran paradoja de la Autoridad Palestina, que es reconocida por la ONU, aun cuando es un país que no existe, es tan democrático que sus Presidentes no se atreven a llamar a nuevas elecciones, para no perder. Viven de la caridad internacional, principalmente de EE.UU., y de fondos de la ONU. La Unión Europea, igualmente, les envía cuantiosas donaciones y, su hermanos árabes, se van turnando como fuente de financiamiento, ya que, por ejemplo, Arabia Saudita, que fue durante años su principal benefactor, ya casi no le envía dólares, pues según declararon hace años atrás, se cansaron de enviar dinero que iba principalmente al bolsillo de sus caudillos, mientras el pueblo sufre de una permanente restricción económica, lo que es parte de la política oficial, aun cuando no declarada, ya que es parte fundamental en la demonización de Israel, quien debería preocuparse de que todos los millones de “refugiados” debieran gozar de abundancia ilimitada.

Dada la actitud de Occidente y de los organismos internacionales, que respaldan a Palestina y condenan a Israel, tanto Abbas como el resto de caudillos palestinos, no tienen ningún apuro en modificar su actuar.

Es tan absurda esta situación, que Abbas, a nombre de Palestina, que no existe, acaba de solicitar a la ONU que expulse a Israel, para ser ellos los integrantes activos de este organismo y de todos sus departamentos dependientes. Si la UNESCO no ha tenido problema en declarar que el Reino de Judá y los Templos de Jerusalén, la tumba de los patriarcas, la travesía de 40 años por el desierto y absolutamente todo lo que los palestinos han solicitado, no son parte de la historia del pueblo judío, sino que árabe, no sería algo extraordinario, que también aceptaran esta locura.

No voy a extenderme señalando en este momento, todo lo que significa Israel, sus adelantos económicos, científicos, agrícolas, en el campo de la salud, en la cultura y en cada aspecto que se relacione con un mejor vivir, tanto para israelíes como para los habitantes del mundo entero y cómo en contraposición, los palestinos pudieran ocupar su lugar.

Aclaro una cosa importantísima. Por ningún motivo pretendo menospreciar al pueblo palestino. Aquellos que en 1948 y en las sucesivas guerras a las que fue arrastrado Israel por los integrantes de la Liga Árabe, se quedaron viviendo en territorios que se integraban al naciente Estado, han demostrado su capacidad, inteligencia y esfuerzo, al punto de llegar a ocupar altos cargos en toda la vida Israelí. Efectivamente, ciudadanos árabes israelíes se destacan en el ámbito judicial, al punto de llegar a ocupar la Presidencia de la Corte Suprema de Justicia. En la totalidad de los hospitales se ven trabajando médicos y personal judío, junto a árabes israelíes, sin importar su religión. Lo mismo se da en las universidades, tanto en maestros como alumnos y en todo el ámbito israelí. Sin lugar a dudas, son los árabes israelíes los que tienen el mejor estándar de vida en comparación con el resto de los integrantes de los países musulmanes.

El problema no son los palestinos, sino los caudillos palestinos, los cuales no dudarán en hacer lo que sea necesario para que el pueblo viva en las peores condiciones humanas posibles. Mientras logren mantener tal canallada en contra de su pueblo, estarán usufructuando de la ayuda internacional y los escuálidos ingresos propios para dos objetivos primordiales: abultar sus cuentas en dólares y adquirir armas que les permita fomentar el odio en contra de Israel, su gobierno y su población y, por añadidura, del beneplácito de Occidente y de los organismos internacionales.

Mahmoud Abbas, en eso, es un campeón difícil de igualar. Se supone que él representa el ala moderada del pueblo palestino. Hasta cierto grado, lo es en sus discursos en inglés. En árabe, no es menos moderado que los cabecillas de Hamás.

Gracias a Abbas, y antes a Arafat, no ha sido posible llegar a un acuerdo entre Israel y la ANP, para la creación de un Estado palestino libre e independiente. Cada vez que se ha logrado que los dirigentes palestinos se sienten a conversar con Israel, pedirán, pedirán y seguirán pidiendo, hasta lograr que Israel se vea obligado a decir no, ya que resulta absurdo exigirles que acepten lo que significaría su autodestrucción.

El ejemplo más claro se da con los “refugiados palestinos”. En la guerra del 48 y posteriores, abandonaron Israel poco más de 700 mil árabe-palestinos. En el mismo período, alrededor de 800 mil judíos debieron abandonar los países árabes en que vivían y aquí se da inicio a la diferencia más abismal imaginable.

Mientras los judíos se vieron obligados a ir a Israel para salvar sus vidas, sin que se les permitiera llevar nada de sus bienes, muchas veces cuantiosos, los árabes palestinos que huyeron lo hicieron voluntariamente, incitados por los integrantes de la Liga Árabe y, en su mayoría, sin siquiera haber visto a un soldado israelí. La totalidad de los refugiados judíos se encuentran absolutamente integrados a la vida israelí. Por el contrario, los 700 mil árabes, se han multiplicado hasta llegar en la actualidad a más de 5 millones de seres humanos, condenados por sus propios hermanos a vivir ellos, sus hijos, nietos y a perpetuidad, como refugiados.

Nuevamente vemos lo paradójico del actuar internacional. La ONU gasta muchas veces más en los refugiados palestinos que en todo el resto de los refugiados del mundo. Todos los países árabes tienen la prohibición de aceptar como ciudadanos propios a los “refugiados” palestinos y a su descendencia. ¿Se imaginan cuántos cientos de millones de hacinados seres humanos tendríamos en la actualidad, si esta política se aplicara para todos los refugiados de los cientos de conflictos que crean muchedumbres de desplazados que buscan salvar sus vidas?

Todo eso es lo que representa Abbas, el gran estadista palestino, aplaudido y respaldado por la comunidad internacional.

Queridos lectores, les dejo a cada uno de ustedes la tarea de sacar vuestras propias conclusiones y, si Dios quiere, la próxima semana terminamos con lo más fácil, pero más difícil: Israel

David ben Jaim