Enlace Judío México e Israel.- En el 49 festival neoyorquino, cuando el director alemán Ulrich Köhler presentó su película Sleeping Sickness, dio una conferencia de prensa muy emotiva. Habló de su feliz niñez en África, su padre era médico, su madre maestra y cómo la naturaleza y jugar a las escondidillas en la oscuridad entre esa vegetación, formó parte de esa dicha.

NEDDA G. DE ANHALT DESDE NUEVA YORK EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO

La cronista lo recuerda porque en su nuevo filme In My Room (Alemania, 2018, 119m), Köhler vuelve a tomar la naturaleza y la convierte en su paraíso no perdido sino encontrado al azar. Nuestro protagonista Armin (Hans Löw) es un hombre joven, alto, corpulento, buena persona, que sufre un gran dolor al perder a sus seres queridos. Él toma la decisión de hacer un cambio en su vida y esa voluntad de encontrar un nuevo espacio lo halla justamente en la naturaleza, ese será su cuarto, su habitación, su mundo; a pesar de tener que realizar una serie de trabajos arduos, como ayudar a una cabra a parir. Un día, este solitario “Adán” conoce a su “Eva” (Elena Radonicich). Esta Eva es la clásica mujer moderna, que si no ha mordido la manzana, sí ha probado el veneno de la anti natalidad. Así es, el paraíso existe pero serán los seres humanos, una vez más, los que con sus decisiones equivocadas lo echen a perder.

En otra conferencia de prensa y ésta fue de Guillermo del Toro cuando presentó en el 2006 El Laberinto del Fauno, él dijo una frase que no es exacta pues la repito de memoria: lo que importa en la vida de un ser humano no es tanto su éxito sino cómo uno mismo se la friega. Y eso es justamente lo que hace a Asako (Erika Karata) la protagonista del filme de Ryusuke Hamaguchi, Asako I & II (Japón/Francia, 2018, 119m). Atrapada entre dos amores ella sola cava su infelicidad y la de su compañero. Un filme de ética japonesa bien resuelto.

Hay películas que gustan no precisamente por su argumento sino por su música o su edición. Algo similar sucede con Hotel by the River (Corea del Sur, 2018, 96m) de Hong Sangsoo. Lo que seduce de este filme no es tanto las historias que intersecciona en este hotel sino la maravillosa fotografía de Kim Hyung-koo filmada en un gris blancuzco frente a un río nevado. No aburre, por el contrario. Sus encuadres, sean frente al río, en la calle o en la geometría de un cuarto de hotel, son perfectos y cuidadosamente asimétricos en ocasiones.

Hasta ahora la gran revelación de este festival ha sido Long Day’s Journey Into Night (China/Francia, 2018, 133m), ópera prima de Bi Gan. Este es un filme hermoso, difícil de explicar porque hay que verlo como si fuera un teatro misterioso, oscuro y laberíntico dentro del cine. Por ejemplo, si recordamos en La Dentelliére (1977), las mordidas que le daba a la manzana la humilde jovencita (Isabelle Huppert) y que tanto enervaba a su aristócrata pareja (Yves Beneyton) y si recordamos también en Tom Jones (1963) a Albert Finney en la antológica secuencia en que come con lascivia los pedazos de carne frente a una bella mujer, veamos entonces, cómo trata Bi Gan las mordidas a una manzana. Éstas están dadas por uno de sus protagonistas mientras camina solitario por un pasillo oscuro. El enfoque es plan americano al principio, después, la cámara se va acercando al rostro y notamos que los ojos de este hombre se llenan de lágrimas y en ciertos momentos apresura el movimiento de las mordidas.

Si en el primer caso estamos ante un rechazo social y en el segundo la comida es tan voluptuosa y frenética como el acto sexual con Bi Gan se convierte en un espacio mental ¿qué tristeza estará recordando este hombre mientras come la fruta? ¿O acaso es un acontecimiento feliz que lo conmueve?

Continuará…

 

 

 

 

Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.