Enlace Judío México e Israel.- Visto durante mucho tiempo como débil, el continente ha endurecido en los últimos años sus defensas contra los yihadistas.

THOMAS HEGGHAMMER

Hasta hace poco el terrorismo yihadista tenía a Europa a la defensiva. Ahora el continente se está poniendo duro y combatiendo la amenaza con medidas que habrían sido impensables hace seis o siete años.

La vieja noción de que Europa es débil contra el terrorismo ganó tracción a mediados de la década del 2010. Entre los años 2015 y 2017, unas 350 personas fueron asesinadas por yihadistas a lo largo de Europa. El terrorismo subió al tope de las encuestas de intereses públicos, y la crítica a las capacidades contraterroristas de Europa se hizo más explícita. Una investigación de “Frontline” de PBS sobre los ataques del 2016 en Bruselas reveló “una escala de disfunción destacable en los anales del contraterrorismo moderno.” Muchos se preguntaron si Europa estaba preparada para la tarea de defenderse.

Pero el continente dio un paso adelante en una forma que muchos observadores, incluido yo, no previeron. Los países europeos arrojaron dinero dentro del contraterrorismo y mejoraron el intercambio de información. Ellos también iniciaron una revisión cualitativa que involucró nuevas medidas radicales que anteriormente habían sido consideradas políticamente fuera de los límites.

Prevenir que los ciudadanos salgan a lugares como Siria para luchar fue una vez considerado legalmente difícil. Muchas agencias europeas de aplicación de la ley ahora persiguen a cualquiera que esté planeando viajar al extranjero para unirse a un grupo yihadista. Las organizaciones de reclutamiento yihadista proliferaron en el Norte de Europa hasta principios de la década del 2010 porque las autoridades luchaban por anclarlas a los crímenes. Alrededor del año 2013, sin embargo, los gobiernos comenzaron a reprimir. Clérigos incitadores también fueron tratados más severamente. Gran Bretaña extraditó a Jordania al jeque Abu Qatada radicado en Londres y envió a los Estados Unidos al imán de línea dura de la Mezquita de Finsbury Park, Abu Hamza, donde fue condenado a cadena perpetua en el año 2015.

La censura del material extremista en internet, una vez vista como imposible y autoritaria, ahora es común y ha reducido significativamente la disponibilidad de propaganda yihadista. Una nueva ley de la Unión Europea impone multas a las empresas de internet que fallan en remover el material extremista al cabo de 60 minutos. La censura puede no estar limitada a materiales digitales. Este año un comité especial del Parlamento Europeo recomendó que los países miembros “prohíban y quiten toda literatura religiosa dentro de su territorio que incite a actos violentos y terroristas.”

Francia aprobó una ley en 2017 que facilita cerrar más mezquitas radicales. Austria cerró siete mezquitas y deportó a 60 imanes este año. Italia ha deportado a 313 extremistas desde el 2015. Gran Bretaña en el 2017 despojó de su ciudadanía a más de 100 presuntos militantes islámicos. Estas medidas llegan luego de un incremento sustancial en los arrestos y condenas relativos a terrorismo a través del continente.

Por último, pero no menos importante, está la voluntad creciente de usar la fuerza militar contra grupos yihadistas fuera de Europa. La coalición anti-Estado Islámico desplegada en Irak en el 2014 tuvo un gran componente europeo, y algunos países han enviado fuerzas especiales a Irak para detener o matar a sus propios ciudadanos que estaban combatiendo junto al Estado Islámico.

Estas nuevas prácticas han sido acompañadas por un discurso más agresivo, reminiscente de la administración Bush después del 11/S. En su discurso después de los ataques en París en noviembre del 2015, el entonces Presidente François Hollande declaró que “Francia está en guerra,” y en el año 2017 la Ministra del Exterior, Florence Parly, dijo: “Si mueren yihadistas en el combate, entonces yo diría que es para bien.”

Este endurecimiento de las actitudes europeas hacia el terrorismo no ocurrió de la noche a la mañana. Es parte de una tendencia más grande que comenzó después del 11/S y se aceleró en el año 2012, cuando combatientes extranjeros europeos comenzaron a ir a Siria en grandes cantidades. Nosotros no debemos exagerar su carácter represivo. La tortura y otras prácticas atroces no están sobre la mesa, y las medidas duras han sido acompañadas por muchos programas suaves para prevenir y mitigar el extremismo violento. El endurecimiento es también desigual, con Francia adoptando un enfoque más duro sobre países como Suecia. Pero los cambios son sustanciales y equivalen a un cambio de paradigma en el contraterrorismo europeo.

Aún es pronto, pero el nuevo enfoque parece estar funcionando. Hay menos yihadistas europeos luchando en campos de batalla extranjeros. Los ataques y víctimas locales están reduciéndose sustancialmente en el 2018—no porque la conspiración haya decrecido, sino porque las autoridades están frustrando más intentos. Para el plazo más largo, el desafío principal será impedir que los militantes que salgan de prisión se reagrupen.

La lucha de Europa con el yihadismo está lejos de terminar. El enfoque nuevo y más muscular presenta serias preguntas sobre las libertades civiles, derechos de las minorías y radicalización en las prisiones. Pero Europa ya no puede ser más descrita como blanda contra el terrorismo.

 

 

Thomas Hegghammer es el principal miembro investigador en el Norwegian Defence Research Establishment (FFI) y autor de “Yihad en Arabia Saudita: Violencia y Pan-Islamismo desde 1979.”

 

Fuente: The Wall Street Journal
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.

 

 

 

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