Enlace Judío México e Israel.- A menudo, la primera pregunta que me hacen como paramédico es: ¿cuáles han sido los casos que más te han impactado o afectado? Y usualmente mi respuesta es: la muerte. Son pocas las profesiones en las que uno debe de estar en constante contacto con ella, pero aún menor son aquellas que la pueden observar en sus mejores y peores formas. Tristemente, al ser paramédico, es un hecho inevitable que entres en contacto con la muerte, pero también aprendes a conocerla como pocos lo han hecho y por ello hoy vengo a contarles un poquito sobre ella.

ALLAN MIZRAHI

Mi historia como paramédico inició a los 16 años, cuando entré al grupo de paramédicos de la comunidad GAMP “Coaj”. Me enseñaron todo lo básico sobre primeros auxilios, aprendí a salvar una vida y también a ser un líder para poder lograrlo. Dos años después de ingresar, a partir de que cumplí dieciocho años, empecé a participar en las guardias de la ambulancia. Inevitablemente, en mi primera guardia tuve que presenciar el fallecimiento de una señora de ochenta y cuatro años, nunca olvidaré aquella primera guardia: fue ahí cuando me encontré con la muerte por primera vez.

Unos meses después decidí irme a Israel a ser voluntario en Maguen David Adom. Día tras día me encontraba con toda clase de situaciones. A veces eran más tranquilas, como lo fueron la revisión de pacientes que presentaban la presión baja, pero otras veces me enfrentaba a situaciones más fuertes, como accidentes viales o infartos. Nuevamente tuve que encontrarme con la muerte siendo voluntario, pero esta vez de manera distinta.

A partir de esto aprendí que la muerte llega tarde o temprano, pero también de distintas maneras, buenas y malas. De hecho, me he tomado el tiempo de clasificarlas de cierta forma. En primera instancia, la edad de la persona que fallece tiene mucho que ver con la forma en la que se recibe la muerte. La de un joven o un niño siempre será trágica, por lo mismo, se toman en cuenta otras consideraciones cuando se trata de una persona adulta.

Otro factor es la circunstancia de la muerte. Este es uno de los puntos más importantes cuando hablamos de la bondad de la muerte. Siempre es trágico cuando una persona muere debido a causas que están fuera de nuestro control: accidentes, homicidios, enfermedades terminales como el cáncer, VIH/sida, Parkinson. Estas son solo algunas de las formas más oscuras que se le pueden presentar a un paramédico que debe presenciar la muerte. Debo confesar que nunca es fácil ver cómo una persona, sin importar quién sea, pierde la vida después de voltear su vehículo por revisar su celular o porque simplemente no respetó el límite de velocidad.

Otra de las características más importantes en cuanto a la muerte y la forma en la que la recibimos es el lugar en donde ocurre. Considero que ninguna persona debe fallecer fuera de su casa o de un hospital, ya que nadie debería de pasar sus últimos momentos en el pavimento. Así mismo, es muy importante no pasar tu último respiro solo, y esto tiene una gran importancia en lo que este humilde paramédico considera la mejor forma de morir.

¿Cuál es la mejor forma de morir? Es una pregunta que pocos se hacen a sí mismos, pero si reflexionamos un poco sobre ella podremos darnos cuenta de que aunque la muerte llegue a nuestra puerta algún día, al darle una respuesta a esta pregunta, le podemos dar un gran propósito a nuestra vida. No sabemos cuándo y cómo llegará y será nuestro momento de partir, solo podemos esperar que no sea pronto y que suceda de la forma más amena posible. Por ejemplo, podríamos considerar que la mejor forma de morir es por causas naturales, superando el promedio de vida en México, que son los setenta y siete años. Quizás la mejor forma de morir es encontrarte en un punto en donde tengas la capacidad de decir y admitir: “He vivido una buena vida y ahora es mi momento de descansar”. Sin embargo, considero que la mejor forma de morir implica poder comprender que, no solo has podido vivir una buena vida, sino que también has podido compartirla con tu esposo o esposa, con tus hijos, nietos, bisnietos. La mejor forma de morir es saber que dejas el mundo un poquito mejor que cuando llegaste a él. ¡Esto es lo más importante!

Considero que como paramédico este es mi trabajo; asegurarme que cualquiera tenga una oportunidad de lograr este sueño. También es tu trabajo llegar a él, alcanzarlo: teniendo un trabajo, un hogar, ¡riendo!, llorando, ¡compartiendo tu vida con alguien! Sólo de esta manera podremos hablar sobre la buena vida y la buena muerte.

 

 

 

 

*Director de Gamp “Coaj”

 

 

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