Enlace Judío México e Israel.- Creo que quien no conoce el Páramo de Mariño, (que no se encuentra en ningún mapa), tiene una cita pendiente con la dicha. Conocer los páramos venezolanos en general, no es como conocer las ciudades modernas, que solamente te brindan una alegría pasajera. Ahí en Mariño, experimentarás, si la recorres, el placer auténtico, profundo, en cualquier amanecer, con sus colores rojos y ámbar llegando de las montañas del más allá, y la alegría que se siente durante las charlas con sus habitantes, tomándote un café andino bien cargado.

SHULAMIT BEIGEL PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Cuando la niebla sube al mediodía, llegas a pensar que lo que ves no son montes, páramos, sino el mar.

Quien se decida a pasear en el Páramo, pensará que lo que ve es una ilusión, un espejismo que se le multiplica en la vista y en ese intocable rincón de nuestro cuerpo que se conoce como el alma. Porque la felicidad que infunden los páramos merideños es algo así como la verdadera felicidad, con su dicotomía, donde también hay tristezas, soledad y silencio.

Quienes visiten el páramo y quieran quedarse a dormir por las noches, tal vez no puedan conciliar el sueño, imaginando que ven a la Llorona o al Silbón, recorriendo la noche silenciosa en busca de un último trago de miche que calme sus angustias y tristezas.

Pero quien visite Mariño, comprenderá que la Llorona es como nosotros, que también ella vivió aquí en esta felicidad triste, una Llorona de carcajada, como tú y yo, y entonces ya no tendrán miedo, porque entenderán que esta aldea es como muchas otras, donde los muertos saben que están condenados a seguir deambulando por las noches sin fin. Ya lo verán, como lo vi yo, que Mariño despertará en ustedes una nostalgia inevitable, que es sólo la confirmación de que la felicidad es un sentimiento nómada, errante y callado como uno mismo.

Desde que me fui de Mariño, quedé condenada por los recuerdos, recuerdos que no se borran y que han quedado plasmados en mi mente y en mi alma, porque es un lugar que nunca agota sus páginas.

Ya lo verán cuando lleguen a Mariño.

 

 

 

 

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