Un video de Nadia Cattán para Enlace Judío México e Israel- Es Adolf Hitler uno de los personajes más emblemáticos del siglo XX y uno de los genocidas más importantes de la historia; sólo por ello, vale la pena conocer su trayectoria.

En su adolescencia, Hitler era un joven solitario y fracasado. Veinte años después, tuvo la capacidad de crear un caos mundial.

A sus 34 años, se encontraba encarcelado y escribiendo lo que quería lograr con Alemania; seis años después, hablaba y emocionaba a las enardecidas masas.

Adolf Hitler

Adolf nació en Braunau el 20 de abril de 1889 en lo que en ese entonces era el imperio austro-húngaro. Provenía de una familia de clase media, en donde su padre, Alois, era agente aduanal y su madre, Klara Polzl, una ama de casa.

Adolf no creció de manera común, pues sufría constantemente el maltrato de su padre; en una ocasión Adolf confesó: “Tomé la decisión de no llorar nunca más cuando mi padre me azotaba; mi madre se escondía detrás de la puerta mientras yo contaba silenciosamente los azotes que mi padre me propinaba”.

Adolf cursó su primaria de manera regular; sin embargo, tuvo que repetir el ciclo escolar en primero de secundaria debido a su bajo aprovechamiento, ya que sólo mostraba interés por el pangermanismo, (movimiento político – ideológico que abogaba por la unificación de todos los pueblos alemanes). De cualquier manera Adolf no terminó su educación en secundaria, pues en cuanto su padre murió, en 1903, abandonó sus estudios, argumentando a su madre que no estaba bien de salud y que prefería estudiar arte, ya que era ahí donde él veía su futuro.

Antes de intentarlo, Adolf pasó tres años en Linz, deambulando sin trabajo. El único amigo de su adolescencia era August Kubizek, y con él, fue con quien compartió sus primeras ideas racistas, aborreciendo la diversidad racial que en el entonces imperio austro – húngaro existía.

En 1907, siendo Adolf un adolescente, emigró a Viena para tratar de ingresar a la academia de artes, sin embargo fue rechazado por falta de talento, lo que provocó en él una gran decepción. Al año siguiente lo intentó de nuevo, obteniendo el mismo resultado. Ese mismo año, su madre Klara murió debido al cáncer de mama, dejando a Adolf completamente huérfano a sus 18 años. Continuaron para él tiempos de una deplorable crisis económica, en los cuales tuvo que dormir en hostales y buscar alimento en comedores para indigentes. Adolfo Hitler era. en Viena, un adolescente pobre, desubicado y bastante solitario.

En mayo de 1913, Adolf Hitler se trasladó a Múnich en donde se dedicó a eludir el servicio militar por varios meses, hasta que una gran guerra se avecinaba y cada país necesitó recaudar la mayor cantidad de soldados. Fue en este contexto que llegó para Adolfo Hitler un citatorio oficial, el documento le exigía presentarse en Salzburgo, Austria, pero después de cierto procedimiento fue declarado no apto para prestar el servicio militar.

En nuestro vídeo se puede apreciar toma en la que, por casualidad, sale Adolfo Hitler a cuadro; se encuentra en la plaza Odeón, en Múnich. Ahí, en medio de la multitud y el ruido, Adolf Hitler pasa completamente desapercibido, pues entre las masas sólo es un joven más, un completo desconocido.

Primera Guerra Mundial

El 28 de julio de 1914 estalló la Primer Guerra Mundial. Una semana después y completamente motivado, Hitler se presentó como voluntario para enfilarse al ejército alemán. Conmovido Hitler escribió: “No estoy avergonzado de decir que, arrastrado por mi entusiasmo, me arrodillé y agradecí al cielo desde el fondo de mi corazón por haberme permitido vivir este tiempo”.

A los dos años de iniciada la guerra, Adolf fue herido en la pierna; se retiró, se recuperó y regresó en menos de un año, esta vez ascendió a puesto de capo. Por mostrarse comprometido en todo momento Adolf obtuvo por su participación en la guerra dos cruces de hierro. Sin embargo su buen desempeño como soldado no estuvo acompañado de un desenvolvimiento social normal, pues durante los años de guerra Hitler siempre se mantuvo alejado, sin interactuar, sin compartir nada con el resto de los soldados.

El 13 de octubre de 1918, a poco tiempo de terminar la guerra, Hitler se lastimó los ojos en un ataque de gas venenoso británico, por lo que, por una ceguera temporal, fue trasladado a un hospital de campaña y posteriormente al hospital Pasewalk, en donde se recuperó por completo. Pero la estancia en aquel lugar no era en lo más mínimo placentera, pues ahí se encontraban varios soldados con neurosis, severamente afectados por la guerra.

Fue ahí, en ese hospital, donde Adolf se enteró del término de la Primera Guerra Mundial. Para Hitler el resultado de la guerra fue devastador. Saber que Alemania había sido derrotada significaba para él una gran decepción. Ese sentimiento de coraje lo definió por el resto de sus días: había que devolverle el honor a Alemania, y convertirla de nuevo en una nación ejemplar.

Creyó saber quienes eran los culpables de esta gran derrota así que su lucha estaba a punto de comenzar.

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