Enlace Judío México e Israel.- A principios de mes, Hamás empezó a pagar salarios a miles de sus empleados, después de que Qatar enviara a Gaza un subsidio de 15 millones de dólares en efectivo. El dinero lo introdujo el emisario catarí Mohamed el Amadi a través del paso fronterizo de Erez.

El subsidio catarí se enmarca en los esfuerzos de Egipto, Qatar y Naciones Unidas por lograr una tregua de larga duración entre Israel y Hamás. Se trató del primer desembolso de un total de 90 millones de dólares que el emirato se ha comprometido a enviar a Gaza en los próximos seis meses, según fuentes palestinas.

Sin embargo, la Autoridad Palestina (AP) y su presidente, Mahmud Abbas, siguen oponiéndose a un acuerdo; las informaciones dicen que una de las razones por las que rechazan una tregua entre Israel y Hamás es que creen que allanaría el camino al establecimiento de un Estado palestino separado en Gaza.

El pasado día 11, Abbas volvió a acusar a Hamás de ser parte de una “conspiración” estadounidense e israelí para separar Gaza de la Margen Occidental. Además, amenazó con adoptar medidas punitivas contra la Franja, gobernada por Hamás, con el pretexto de que la “conspiración” va dirigida a establecer un Estado palestino separado en dicho territorio.

La realidad, al fin y al cabo, es que ya hay un Estado palestino separado en Gaza, y lo hay desde 2007, cuando Hamás se apoderó violentamente del territorio, tras derrocar a la Autoridad Palestina de Abbas.

Abbas y la AP, que son lo mismo, han vivido desde entonces en la negación. Incluso han ideado una realidad paralela, en la que sigue siendo posible establecer un Estado soberano e independiente en toda la Margen Occidental, Gaza y el este de Jerusalén.

Durante los últimos once años, una serie de países árabes, incluidos Egipto, el Yemen, Arabia Saudí y Qatar, han intentado poner fin a la pugna entre Hamás y la facción de Abbas, Fatah. En vano. Los acuerdos de reconciliación nunca se han materializado.

Hamás y Fatah no han sido capaces de ponerse de acuerdo en la interpretación de los acuerdos de reconciliación. Fatah sostiene que se supone que permiten a su régimen de Ramala asumir el pleno control de Gaza. Hamás, por su parte, rechaza con vehemencia renunciar al control de la seguridad en la Franja. Lo más que Hamás está dispuesta a ofrecer al régimen de Abbas es un control limitado sobre la esfera civil, para que se haga cargo de pagar los salarios y de financiar las escuelas, los hospitales y el resto de entidades públicas.

En las últimas semanas, Abbas y varios de sus altos mandos de Ramala han advertido de que una tregua entre Israel y Hamás “consolidará” la división entre la Margen y la Franja, lo que allanaría el camino al establecimiento de un Estado independiente y separado en Gaza, gobernado por Hamás. Ahora que parece haberse llegado a un entendimiento entre Israel, Qatar, Egipto y Hamás para mejorar las condiciones de vida de los gazatíes, Abbas y sus funcionarios de la AP están rabiosos, echando humo.

En ese marco, Qatar envió millones de dólares en efectivo a la Franja el pasado día 8. El dinero se utilizará para pagar a miles de empleados de Hamás y a las necesitadas familias gazatíes. Como ya he comentado, según algunas informaciones el funcionario catarí Mohamed el Amadi llegó a Gaza con tres maletas, en las que portaba 15 millones de dólares.

En respuesta, la agencia oficial de noticias de Abbas, Wafa, difundió un contundente comunicado en el que se acusaba a Hamás de ser parte de la “conspiración sionista-americana” para separar la Margen de la Franja. Según el comunicado, Hamás está cooperando con EE.UU. e Israel para establecer un Estado palestino separado de Gaza. “No habrá ningún Estado palestino sin la Franja de Gaza, y no habrá ningún Estado [palestino separado] en la Franja de Gaza”, aseguró Abbas, según el comunicado.

Esa afirmación describe de manera totalmente errónea la realidad. Si ya hay un Estado palestino separado en Gaza, la responsabilidad es de Fatah y de Hamás, no de Israel y EE.UU. En realidad, la pugna entre Hamás y Fatah no tiene ninguna relación con Israel, EE.UU. o cualquier agente externo. Se trata de una lucha por el dinero y el poder.

Ni Israel ni EE.UU. contribuyeron ni sancionaron la toma violenta del poder en Gaza por parte de Hamás. Hamás logró derrocar a la AP principalmente porque las fuerzas de seguridad de ésta, financiadas por Occidente, se rindieron sin presentar batalla.

Desde entonces, Hamás y sus aliados de la Yihad Islámica Palestina (YIP) han convertido la Franja en un Estado palestino separado e independiente. Hamás y la YIP no reconocen a Abbas como presidente legítimo de los palestinos. Tienen en Gaza su propio Gobierno de facto, su propio Parlamento, sus propias milicias y fuerzas de seguridad e incluso sus propias leyes.

Abbas puede seguir presentándose ante el mundo como el “presidente del Estado de Palestina”. Pero vive en una ilusión: es obvio que no representa a los dos millones de palestinos que viven en Gaza, enclave separado y controlado por Hamás. Abbas no ha podido poner un pie en la Franja en los últimos once años, y sus posibilidades de volver alguna vez parecen nulas.

Hamás dice que si Abbas se atreve a entrar en Gaza, será llevado a juicio por “alta traición”, delito castigable con la muerte según las leyes y tradiciones palestinas. A ojos de Hamás, Abbas es un traidor porque se coordina en materia de seguridad con Israel e impone sanciones económicas a la Franja.

Sin duda, Abbas sabe que mientras Hamás y la YIP sigan ahí, jamás podrá volver a Gaza. También sabe que está más seguro en Ramala que en la Franja. En Ramala está a salvo porque las Fuerzas de Defensa de Israel están a sólo unos cientos de metros de su oficina y su residencia. Si no fuese por la presencia de Israel en la Margen Occidental, hace mucho tiempo que Hamás habría derrocado a Abbas. Es la constante mano dura de Israel sobre Hamás en la Margen lo que mantiene a Abbas en el poder.

Es muy probable que Abbas no quiera reconocer esta realidad. Y que no acepte ninguna responsabilidad por las divisiones en su pueblo, en particular entre la Margen Occidental y Gaza. En su lugar, intenta culpar a todo el mundo menos a sí mismo de que ya exista un Estado palestino separado en Gaza. Es surrealista que ande acusando a Israel y EE.UU. de trabajar en pos del establecimiento de un Estado palestino en Gaza, cuando éste es una realidad desde hace once años.

El Estado palestino separado se creó el día en que Hamás se hizo con el control de Gaza. El día en que las fuerzas de seguridad de la AP en la Franja se rindieron a Hamás. El día en que Abbas y sus enemigos de Hamás se negaron a honrar los varios acuerdos de reconciliación que han firmado en la última década.

Lo que es aún más surrealista es que Abbas acuse a Hamás de colaborar con Israel y EE.UU. para el establecimiento de un Estado palestino separado en Gaza. Es una acusación absurda, dado que Hamás sigue persiguiendo la destrucción de Israel y considera a EE.UU. un enemigo de los árabes y los musulmanes.

Al parecer, Abbas no quiere que la realidad le confunda. Prefiere mantenerse en su perenne estrategia de culpar a cualquiera menos a sí mismo de las miserias de los palestinos. El incipiente acuerdo de tregua entre Israel y Hamás sólo confirma la realidad que Abbas trata de ignorar desde hace once años: que ya existe un Estado palestino separado y que está dirigido por Hamás, la YIP y otras organizaciones armadas, que le siguen dando calabazas.

 

 

Fuente: es.gatestoneinstitute.org