Enlace Judío México e Israel – ¿A qué se debe que en occidente nadie levante un sólo dedo si a Vladimir Putin se le ocurre agredir a Ucrania a nivel bélico, pero las voces se alcen instantáneamente si las FDI bombardean un sólo objetivo de Hamás en Gaza? El periodista Matti Friedman trata de dar un alcance en este aspecto.

Nacido en Toronto en 1977, Matti Friedman es un periodista israelí con una larga carrera cubriendo el Medio Oriente. Entre los años 2006 y 2011, fue corresponsal de la agencia The Associated Press en la ciudad de Jerusalén.

En 2012 publicó su obra The Aleppo Codex: A true story of obsession, faith and pursuit of an ancient bible, un recuento de cómo un antiguo texto hebreo hizo su camino desde Siria hasta Israel, que lo hizo ganador de varios premios literarios. En 2016 publicó Pumpkinflowers: A soldier’s story of a forgotten war, donde narra su experiencia como soldado de las FDI en la Segunda Guerra de Líbano ocurrida una década antes. Y dentro de unos meses saldrá a la venta Spies for no country, donde aborda la historia de 4 agentes de inteligencia israelíes de la época de la fundación del Estado de Israel.

Durante el Jewish Media Summit de este año, Friedman impartió la conferencia How to report the Middle East from the Middle East? (¿Cómo reportar el Medio Oriente desde el Medio Oriente?) en el que abordó el manejo de la objetividad en el conflicto palestino-israelí y las vías que diferencian las críticas al Estado de Israel de los sesgos intencionados en contra del mismo.

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De acuerdo a Friedman, ni eventos internacionales de relevancia como el conflicto actual que Rusia y Ucrania mantienen, reavivado este domingo tras un delicado encuentro entre las fuerzas de Moscú y Kiev en la costa de Crimea, ni la delicada cuestión de la problemática entre Turquía y su población kurda, que se extiende por décadas, tienen la resonancia que el conflicto palestino-israelí genera en los medios y el debate político.

Si Rusia hace algo a Ucrania, esto no lanza una campaña de seguridad a las iglesias ortodoxas rusas en Francia. Pero si Israel ataca Gaza, esto sí ocurre en las sinagogas en Francia porque “hay algo extraño acerca de esto”, considera.

El periodista de origen canadiense considera que los judíos siempre han tenido un rol en las sociedades occidentales y ese rol ha sido ilustrar acerca de qué es lo que está mal en el mundo en su respectiva época.

En la época medieval, bajo fundamentos teológicos, el anticristo era el judío, por haber matado a Jesús, además de que el judío representaba a la avaricia. Siglos más tarde, el filósofo y economista Karl Marx, más allá de su propio origen étnico como judío, imagina y etiqueta a los judíos como el enemigo de su sistema formulado, el comunismo. De esta forma, el único dios de los judíos es el dinero y la humanidad en su totalidad necesita ser emancipada del judaísmo. Un hecho que afectaría al colectivo europeo en contra de este sistema y que identificaría a cualquier comunista con personas de origen de judío, proceso que incidirá a futuro en la ideología de los regímenes fascistas.

A la par que las ideas comunistas se divulgaban por Europa, durante el siglo XIX el nacionalismo también comenzó a implantarse en occidente, y ahora, por ejemplo, la gente en Francia no se identificaba más primordialmente como católicos, sino como franceses, como la nación francesa. En medio de esta consolidación de la idea nacional, ocurrirá el caso del capitán judío francés Alfred Dreyfus a finales de siglo, que será acusado injustamente de traidor por ser judío y de origen alemán.

Mientras que hoy en día, a un nacionalista norteamericano que detesta la globalización le resulta fácil enmarcar a los judíos dentro de este último aspecto (el caso de George Soros podría traerse a colación), y con ello, seguir ejerciendo la condenación, justificada en sus términos, en contra de ellos.

El ataque en contra de los judíos es un “virus del pensamiento” que se va repitiendo constantemente a lo largo de la historia, de acuerdo a Friedman.

El racismo, el colonialismo, el militarismo y el nacionalismo son algunos de los temas que el espectro liberal en occidente hoy detesta, e Israel aparece en la escena mundial en este contexto en el que estos fenómenos han surgido a la par, lo que lo vuelve un blanco fácil para atacar desde estas perspectivas.

Respecto a Israel, se debe de tener en cuenta y entender todos estos contextos al momento en que Occidente pone los ojos sobre él. Eso explica en parte porque la respuesta hacia lo ocurrido en Israel no ocurre con eventos recontados en las noticias a nivel internacional. Occidente se siente culpable de sí mismo por su inmenso poder que ha ejercido y ejerce sobre otros, y una válvula de escape para liberar esa tensión es recurrir a la imagen del judío que ha atacado por siglos, hoy representada en Israel, como símbolo del abuso de poder, de acuerdo a Friedman.

Haciendo alusión a una famoso foto de la Segunda Intifada, Occidente se siente como el tanque israelí frente al pequeño niño palestino, de acuerdo a Friedman. La manera en que mucha gente en occidente procesa esto no es hablando consigo mismos, sino ilustrando este tema de injusticia usando a judíos para desplegar su descontento. El tanque es uno judío, el indefenso es un no judío.


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