El pasado 28 de noviembre, en el Salón de Actos del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, Christopher Browning, de la Universidad de Carolina del Norte y miembro de la Academia Americana de las Artes y de las Ciencias, dictó la conferencia titulada “Los perpetradores del Holocausto: ¿hombres ordinarios?”

“Los historiadores han tenido muchos problemas para abordar los temas de asesinos, genocidas y los perpetradores del Holocausto en general, esto es debido a dos razones principalmente: no se trata de una conducta humana, por otro lado, los perpetradores no pertenecen a una sola categoría, hay distintos tipos de perpetradores que participan en diferentes formas, y que requieren de tratamientos diferentes. Es decir, que no hay un solo enfoque, no hay un solo hecho que ayude a la respuesta de la motivación de los perpetradores del Holocausto”, señaló.

El conferencista habló de categorías, después se centró en una de ellas.

“La primera categoría son los ideólogos, estas son las personas que tienen una visión ideológica fuerte y en la mayoría de los casos son líderes, estos ideólogos primarios establecen una justificación fuerte de sus actos. La segunda categoría serían los expertos después de la guerra, ellos tenían un postura apolítica, eran personas que simplemente hacían su trabajo, no tenían ninguna atracción hacia el fascismo, algunos de ellos antisemitas, una parte de estos trabajadores eran “asesinos de escritorio”, nunca tuvieron contacto con las víctimas pero formaban parte de la burocracia”, explicó.

“En la base tenemos a los “asesinos cara a cara” son las personas que se quedaron con la ideología de matar a más judíos, después de que los ideólogos habían establecido los términos y después de que los expertos habían conquistado los territorios y le habían dado a Alemania la ideología. Estos últimos son los más difíciles de manejar, no dejaron el menor registro, a pesar de que se escribieron libros y dieron discursos sobre los objetivos, los expertos tenían archivos, pero los documentos más importantes, como cartas a sus familias, fueron destruidas. Ante este panorama, tenemos a personas con las cuales se tiene que reconstruir quienes fueron por medio de testimonios en la postguerra”, explicó Browning.

El libro de Browning elige el batallón de reserva 101 de la Policía de Polonia, por cuestión de un accidente. Trabajaba en unos archivos de veredictos cuando se encontró con unos cargos llevados al tribunal de dicho batallón, la lectura de estos documentos eran muy distintos de lo que el conferencista había leído antes: “En lugar de que los testimonios fueran negaciones sistemáticas o mentiras como la mayoría de los documentos, en este caso muchas de las citas tenían las descripciones más viles de lo que había hecho ese batallón, eran personas que aceptaban lo que habían hecho de una manera muy gráfica y horripilante.

Otro aspecto que llamó la atención del autor fue lo sucedido antes de que los asesinos cometieran la primera masacre.

“En Polonia, en el mes  de junio del 42, fueron a enviados a cometer la primera atrocidad. No estaban preparados para ello y el comandante tuvo que dar un discurso justificando el asesinato de 1500 Judíos en un poblado, al final del discurso los soldados del batallón recibieron una oferta sorprendente: en caso de no tener el valor podían entregar su rifle, nadie en ese batallón tenía que convertirse en un asesino, de hecho este fue solo el principio, con dicho discurso se sostuvieron las acciones de la guerra, nadie estuvo obligado a matar, en caso de no querer obedecer las órdenes de asesinar a judíos tenían la protección del Comandante”.

“Una excusa que todos los soldados exponían, era “no tenían opción” estaban forzados a realizar masacres, en este caso ese discurso no funcionaba, la mayoría de los hombre sí dispararon, por lo tanto el juicio funcionó bajo un nivel distinto que iba más allá del pretexto falso y mítico, nadie había hecho nada salvo lo que se les había obligado hacer en contra de su voluntad, acotó Browning.