Enlace Judío México e Israel – La decisión de Trump de ceder la hegemonía a Rusia podría ser parte de una infame recompensa, del tipo investigado por Robert Mueller.

CHEMI SHALEV

El presidente estadounidense es débil. Está huyendo, con la cola de Estados Unidos entre sus piernas. Está abandonando a Israel, traicionando a los kurdos y hundiendo un cuchillo en la espalda de los oponentes de Bashar Assad. Está fortaleciendo a Irán, entregando la victoria a Rusia, lanzando un salvavidas a ISIS y alentando al Islam radical. Esto es lo que sin duda recitarían Benjamín Netanyahu y sus discípulos ahora, si el presidente se llamara Barack Hussein Obama, con mayor énfasis en su segundo nombre, para que todos lo entiendan.

Pero el presidente de Estados Unidos es Donald Trump, León de Judea, Ciro encarnado, el alma gemela de Netanyahu y el mejor amigo que Israel ha tenido. Él abandonó el acuerdo nuclear con Irán, trasladó la embajada estadounidense a Jerusalén y les dijo a los palestinos dónde deben bajarse. De modo que si es Trump, quien de pronto decide retirar a 2000 tropas estadounidenses de Siria, Israel comprende. Respeta cualquier decisión. Las críticas, si las hay, serán matizadas y cubiertas de azúcar. Y rezará para que sus temores sobre el movimiento estadounidense no se confirmen.

Esto es lo que le sucede a un país y a un primer ministro que han apostado todas sus fichas en gestos vacíos, como el traslado de la embajada, a expensas de una amenaza mucho mayor y más inmediata en su frontera norte. Esto es lo que sucede cuando uno confía en los evangélicos como sus únicos defensores en Washington – que en el mejor de los casos no les importa lo que pase en Siria, o que están rezando para provocar la guerra de Gog y Magog. Esto es lo que le espera a un líder israelí que queda empantanado en la espesa melaza de la adulación y se inclina ante un presidente de Estados Unidos, hasta el punto de perder efectivamente cualquier capacidad de desafiarlo o mobilizar a la opinión pública y al Congreso en contra de sus decisiones. Este es el destino de un primer ministro que está aterrorizado de que cualquier reprimenda pública directa pueda hacer que Trump haga volar su base y ponga en peligro la hermosa amistad que tanto trabajo le ha costado.

En las próximas semanas y meses, Israel observará con ansiedad cómo Estados Unidos renuncia a gran parte de su capacidad de influir en los eventos sobre el terreno en Siria. Aunque los funcionarios estadounidenses prometieron el miércoles mantener la campaña aérea de EE.UU., sin una presencia significativa en el terreno, su disuasión se debilitará, su capacidad de desplegar tropas rápidamente en el terreno desaparecerá y su impacto en el acuerdo final en Siria disminuirá dramáticamente.

La retirada, anunciada el miércoles por los funcionarios de defensa de Estados Unidos, concede la hegemonía en Siria al Kremlin, ya sea porque esto fue lo que prometió Trump en su campaña electoral o como parte de una recompensa más perversa, del tipo que está siendo investigado por Robert Mueller. .

Según informes de los medios estadounidenses, Trump rebatió a los oficiales superiores del ejército y del Pentágono, quienes se opusieron a la rápida retirada. Trump tuiteó el miércoles, “Hemos derrotado a ISIS”, pero los expertos de defensa norteamericanos afirman que los terroristas islámicos continúan controlando importantes franjas de territorio en el norte de Siria, que la organización se ha debilitado, pero no ha sido derrotada. Si surge el peor de los casos, la historia podría agregar el alardeo de Trump con respecto a ISIS a la lamentable declaración de “misión cumplida” de George Bush en Irak o la famosa recomendación del senador George Aiken en 1966 de que Estados Unidos declare victoria en Vietnam antes de que desvanezca.

Es probable que la decisión de Trump acelere una esperada ofensiva turca contra los enclaves kurdos en el norte de Siria. El temor a un choque con las tropas estadounidenses ha disuadido al presidente turco, Erdogan, de lanzar el ataque, pero resulta que eso asustó aún más a Trump.

Los kurdos, armados por Estados Unidos en las líneas del frente de la guerra contra ISIS, tendrán que valerse por sí mismos contra un ejército turco más grande y más fuerte, que no toma prisioneros. Para ellos, la retirada de Trump es una gran traición, y posiblemente una puerta de entrada al desastre y la masacre.

El inminente retiro de Estados Unidos tiene un carácter simbólico y no sólo militar. Resuelve tus propios problemas, le dice la Casa Blanca a Medio Oriente. Pronto estarás solo, contra el Kremlin, los ayatolás en Teherán y el régimen asesino de Assad, señala a Israel. Ya no estamos involucrados. Ya hemos gastado demasiado dinero en sus guerras infructuosas. Después de todo, estamos ante América Primero, no América e Israel Primero, en caso de que no lo hayan entendido.

Israel sabrá cómo defenderse, dijo Netanyahu el miércoles, poniendo cara de valiente. Es muy posible que tenga razón. Pero lo hará desde una posición más débil, sin el apoyo de su hermano mayor, con un margen de maniobra seriamente limitado, a raíz del derribo del avión ruso sobre Latakia en septiembre.

Si sigue vigente, la decisión de Trump asesta un golpe directo a la seguridad nacional de Israel, pero Jerusalén aceptará el contratiempo con empatía y amor. Ahora tendrá que fingir que la escupida de la Casa Blanca es en realidad la abundante lluvia que todos hemos estado esperando.

Fuente: Haaretz / Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico

Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.