Enlace Judío México – “Jovot Halevavot” (Los deberes del corazón) es uno de los tratados sobre musar (corriente filosófica que se dedica al manejo de las emociones) más conocidos en el mundo judío. En él, el autor muestra varias formas de dirigirse correctamente en este mundo. En el siguiente fragmento habla sobre la diferencia que existe entre un hombre persigue los bienes materiales y abandona el mundo espiritual y uno que se dedica a cultivarse espiritual mente. Del hombre que se dedica al mundo espiritual dice que al morir cosechara todo su trabajo, mientras que el hombre que se dedica al mundo material al morir sus bienes pasaran a manos de otros hombres, otros cosecharan su trabajo. Compara ambos tipos de personas con la siguiente parábola:

Sobre el cuerpo y el alma.

Cuanto se parece este caso a dos hermanos que heredaron de su padre un pedazo de tierra a cultivar y se lo dividieron entre ambos. Ni uno de los dos tenía algo más. Uno era inteligente y trabajador; y el otro todo lo contrario.

El hermano inteligente comprendió que si ocupaba su tiempo únicamente cultivando su tierra, no podría ganar su sustento diario y atender sus necesidades inmediatas. Así que se empleó para trabajar el campo de otra persona y fue capaz de subsistir del salario que recibía. Después de terminar su labor diario, trabajaba arduamente una hora cada tarde en su propio campo. Cuando había ahorrado lo suficiente de su salario para mantenerse unos días, dejo de trabajar para otros y cultivo su propia tierra con mayor energía. Obró de esta manera hasta que su tierra había alcanzado el aspecto de cualquier campo de cultivo.

Cuando llegó la época de cosecha juntó los frutos de su huerto y su campo, los almacenó y tenía suficiente alimento para mantenerse el año venidero. Entonces cultivó su tierra a su antojo y plantó más árboles hasta que pudo producir más de lo que ocupaba para su consumo, con el sobrante compró más terrenos.

El hermano poco prudente, también vio que trabajar únicamente en su tierra no sería suficiente para sostenerse; así que a diferencia de su hermano abandonó por completo su tierra, se empleó como trabajador de campo, gastó todo su salario y nunca ahorró. Cada vez que tenía dinero sobrante de su día de trabajo para alimentarse por más tiempo, lo gastaba en días de descanso y diversión, nunca pensando en su propia tierra. Las horas que tenía libres en los días de trabajo las pasaba en los arroyos. Su tierra permaneció abandonada y nunca produjo nada; estaba cubierta de hierbas y espinas; sus vallas siempre estuvieron rotas y sus árboles fueron arrasados por la lluvia, se parecía a la condición que el sabio describe en su texto: “Pasé por el campo del perezoso, y por la viña del falto de juicio. Y sorpresa, estaba cubierto de espinas y la hierba cubría la superficie y el lindero de piedras estaba en ruinas.” (Proverbios 24:30-31)

El lector que esté dispuesto a entender esta parábola se dará cuenta de la lección que enseña sobre su destino final, que es su casa verdadera y trabajará en ella con toda su fuerza. Mientras que por sus necesidades materiales, trabajará en ellas como uno trabaja por otros; en moderación y sólo cuando sea absolutamente necesario. El tonto por el contrario actúa de forma opuesta; persigue sus intereses terrenales con todas sus fuerzas, mientras que ignora su bienestar en el mundo venidero. Como el sabio dice del tonto: “Lo observé y lo analicé bien. Y de lo visto tomé lecciones.” (Proverbios 24:32)

Fuente: Duties of the Heart. Capítulo 3. Tratado I