Enlace Judío México e Israel.- Al mismo tiempo, la AP alienta indirectamente el terrorismo mientras busca la cooperación en seguridad con Israel para reprimirlo. Israel acepta este marco contradictorio y probablemente continuará haciéndolo, incluso durante la crisis sucesoria que es probable siga a la desaparición de Abbas.

PROF. HILLEL FRISCH

Aparentemente, el mensaje elogiando el “martirio” de Majd Jammal Matir en un ataque con cuchillo, que hirió a dos policías de fronteras israelíes en la Ciudad Vieja de Jerusalén el 13 de diciembre, fue poco diferente de muchos mensajes palestinos de condolencias y elogio para los perpetradores de terrorismo en el área.

Pero contenía dos detalles cruciales que destacan la relación tortuosa entre Mahmoud Abbas, quien gobierna la Autoridad Palestina con la ayuda de más de 170,000 empleados y un presupuesto de u$s4,900 millones, e Israel.

El primero es que fue el Movimiento Fatah, que Abbas preside, el que transmitió el mensaje llorando el “martirio” de Matir. El segundo es que en la expresión de condolencia, Matir es vinculado con otro “mártir” del campamento de refugiados de Qalandia: el General Bashir Nafi. Nafi fue un ex alto oficial de Inteligencia Militar, uno de los muchos servicios de seguridad que existían bajo Arafat en la época de su muerte.

¿Por qué hacer ese vínculo particular? Después de todo, el campamento de refugiados Qalandia – una tierra de nadie entre la Jerusalén israelí y la AP – ha sido hogar del número más elevado de terroristas desde el final de la guerra del terror de Arafat (nombrada eufemísticamente como la “intifada de al-Aqsa”). ¿Por qué singularizar a Nafi entre las docenas de terroristas del campamento de Qalandia que han resultado muertos desde entonces? Es una elección particularmente curiosa dado que Nafi resultó muerto al azar en el bombardeo al Hotel Hyatt en Amán en el 2005 – un ataque cometido por un grupo islámico que no tuvo nada que ver con el conflicto palestino.

La respuesta es clara. Fatah, el partido político de Abbas, quiso enfatizar el vínculo entre la AP, Fatah y su presidente, y el “martirio” por la causa palestina. Esa relación será cimentada por los fondos amplios que fluirán en los próximos años a la familia del terrorista. La AP gasta u$s300 millones anualmente para terroristas encarcelados en Israel, sus familias, y las familias de terroristas muertos como Matir.

Simultáneamente, la misma AP que alienta el “martirio” en nombre de la causa palestina mantiene un nivel de cooperación en seguridad sin precedentes con Israel para reprimir al mismo terrorismo que está alentando. La AP persigue a terroristas de Hamás y la Yihad Islámica, enemigos en común para Abbas e Israel, y arruina y destruye sus organizaciones fachada con la misma seriedad de propósito que Israel.

Sus 6,000 oficiales se aseguran de permanecer en sus cuarteles y en sus estaciones cuando las FDI persiguen a terroristas en fuga o hacen arrestos preventivos contra los que planifican actos terroristas. La información fluye libremente en las reuniones entre altos funcionarios israelíes de las FDI y sus homólogos palestinos en los servicios de seguridad de Abbas. A menudo, tales reuniones asoman bochornosamente en fotos en los medios de comunicación de Hamás, provocando condena y burla.

Los israelíes que se encuentran por error en territorio controlado por la AP, o que desafían intencionalmente la prohibición sobre hacer negocios en esas áreas y luego son atacados, son rescatados a menudo por seguridad de la AP – actos que los propagandistas de Hamás explotan de buena gana para hacer descarrilar a las fuerzas “Dayton”, llamadas así para hacer hincapié en que fueron recreadas y reentrenadas por un general del ejército estadounidense de ese nombre después que fueron golpeadas en la guerra que libró la AP contra Israel en el año 2000.

Pero las dos partes, a pesar de las contradicciones dolorosas que conlleva la relación – para Israel, la pérdida de vidas inocentes (las víctimas israelíes son usualmente civiles) y para la AP, la pérdida de legitimidad – continúan manteniendo su estrecha cooperación en seguridad, tanto como considerable cooperación política y funcional.

Para Israel, con lo doloroso que puede ser el terrorismo actual, la situación en Jerusalén y la Margen Occidental durante la década pasada ha sido y sigue siendo muchas veces mejor que el enfrentamiento entre Israel y la Gaza controlada por Hamás.

En Gaza, Israel ha estado involucrada con Hamás no para cooperación en seguridad sino para participar en rondas de guerra. En la Margen Occidental, Israel puede ir tras los terroristas y arrestarlos o matarlos. En Gaza, la mayoría de los que lanzan misiles corren para refugiarse en túneles, o toman refugio en edificios de departamentos cercanos. En la Margen Occidental, una compañía (100 hombres) es generalmente el número más alto de soldados requeridos para perseguir terroristas o hacer arrestos preventivos. En la última ronda en Gaza, Israel convocó a decenas de miles de reservas, y desplegó cientos de tanques y docenas de F-16s. Ese poder de fuego concentrado infligió algún dolor disuasorio, pero casi no hizo mella en la infraestructura de Hamás.

Para la AP, los riesgos de no jugar a la pelota con Israel son altos. Israel lleva por lejos la carga más pesada en términos de secar el gran pantano de Hamás en territorio de la AP. Sin las bayonetas israelíes, la AP podría enfrentar la derrota, como lo hizo en el 2007 cuando perdió Gaza, o incluso una guerra civil prolongada. Necesita de Israel.

Sólo un hecho – uno inevitable – cambiará el status quo: la muerte de Abbas.

Una minoría de voces entre los que toman decisiones dice que Israel no debe intervenir en la crisis de la sucesión. Ellos argumentan que los costos del caos o desintegración posible en áreas de caudillos serán compensados por los beneficios de un golpe tan grande para la causa palestina en lograr la independencia, ya sea junto a Israel o como su reemplazo.

La mayoría orientada más burocráticamente favorece intervenir para ayudar a la AP a seguir existiendo, a pesar de las contradicciones. “Más vale el diablo que conocemos”, razonan ellos.

Una cosa es segura: La campaña que libra la izquierda de Israel “para separarse de los palestinos” es un sueño utópico. Un gobierno liderado por los laboristas enfrentará los mismos dilemas y actuará escasamente en forma algo diferente del gobierno actual.

 

Hillel Frisch es profesor de estudios políticos y estudios meso-orientales en la Universidad de Bar-Ilan y es el principal investigador asociado en el Begin-Sadat Center for Strategic Studies.

 

 

Fuente: Begin-Sadat Center for Strategic Studies
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.