Enlace Judío México.- Con “La lista Schindler” (1993), el realizador Steven Spielberg rescató la memoria de Oscar Schindler, un industrial alemán que terminó convirtiéndose en un puente de salvación para miles de judíos a quienes empleaba como operarios de su fábrica de menajes de cocina en Cracovia. Se piensa que logró salvar de las cámaras de gas a unos mil doscientos judíos. Pero Schindler no fue el único y hubo muchas otras “listas” cuyos nombres no trascendieron.

En estos días, el Centro Sefarad de España ha montado una exposición basada en relatos, mapas, fotografías sobre los judíos que lograron escapar del terror nazi a través de España, una vez que todos los posibles puntos de escape fueron ocupados por las tropas de Hitler, convirtiendo Europa en una verdadera ratonera de la que no podía escapar nadie. Uno de los pocos puntos fuera de control eran los Pirineos ya que al norte estaba la Francia del mariscal Petain que era colaboracionista. Y al sur, España gobernada por un amigo incondicional, el caudillo Francisco Franco. Pero no tuvo en cuenta que había un pueblo que no comulgaba con esas ideas.

Se piensa que quince mil judíos cruzaron los Pirineos, la penúltima frontera para salvar la vida y lograr la libertad. Desde España y Portugal partían los barcos que los llevaban a diferentes puntos: Casablanca, Londres, Centro América, Haifa. La penúltima frontera, pero no la última.

Hasta muy pocos meses antes de su muerte en 1975, Francisco Franco denunciaba que su gobierno era víctima de un complot “judeo-masónico-comunista”. Con mucha mayor razón, en aquellos años de la II Guerra Mundial, sus simpatías por el eje Berlín-Roma eran mucho más acentuadas. En España se habilitaron, pues, diferentes cárceles para judíos que eran capturados cruzando los Pirineos: en Pamplona, Sort, Girona, Barcelona, Barbastro, Zaragoza y Madrid, además de dos campos de concentración en Miranda de Ebro y Cervera.

El paso por los Pirineos se realizaba por Port de Salau y Port de Tavascan principalmente. Se hacía caminando por senderos peligros en medio de la montaña. Mucha gente moría de frío, otra en accidentes y luego les quedaba la duda de la suerte que podían correr en España.

Hubo casos, sin embargo, en que la gente del pueblo, cuando la Guardia Civil quería detener a esos fugitivos para mandarlos a la cárcel, salía en defensa de los mismos y de este modo lo impedían.

Solo después de la batalla de Stalingrado, donde se demostró que las fuerzas del Führer no eran invencibles y se producía el primer gran retroceso del ejército alemán, Franco temió que Hitler perdiera la guerra y comenzó a jugar a dos bandas. Buscó acercarse a los aliados y para congraciarse con ellos dejaba pasar grupos de judíos hacia los puertos que buscaban para escapar de Europa; para seguir halagando a Hitler muchos de los fugitivos eran devueltos a Francia, desde donde, con el consentimiento del mariscal Petain, eran enviados a los campos de exterminio del este de Europa.

La exposición recoge también numerosas fotografías de personas que lograron salvar la vida gracias a esa gente generosa de los pueblos españoles que los cobijaron dándoles alojamiento, de comer, abrigo, seguridad. Muchas de ellas han vuelto a pasear por las calles de las ciudades y aldeas que les permitieron estar vivos. De estas historias no hay listas, solo rostros anónimos que supieron ser solidarios con su prójimo.

Fuente: ABC