Enlace Judío México e Israel.- Las fotos y en particular los videos de la conmemoración del 31o aniversario de Hamás en la Plaza Katiba, en Gaza, evocan la impresión de un movimiento vibrante y extremadamente popular después de 11 años de gobierno sobre Gaza. Esta impresión es patentemente falsa.

PROF. HILLEL FRISCH

Hamás hizo lo mejor que pudo por crear la impresión que multitudes enormes y entusiastas asistieron a su reciente conmemoración del 31o aniversario en la Plaza Katiba en Gaza. Su objetivo fue avivar la imagen de un movimiento vibrante que sigue siendo extremadamente popular después de 11 años de gobierno sobre Gaza.

Sin dudas el evento fue impresionante, no menos debido a que la fuerza aérea israelí eliminó el sitio de transmisión al-Aqsa durante la confrontación más grande desde el enfrentamiento del 2014. Hamás probó que podía transmitir en vivo a pesar de la destrucción del sitio, y el hecho en sí mostró no poca medida de eficiencia organizativa.

Mujeres y hombres estaban separados por un cordón de funcionarios de Hamás en vestimenta militar y chalecos amarillos. Había plenitud de banderas verdes y el podio profundo estaba adornado de forma impresionante. Los discursos y las parodias, una de las cuales mostraba a un soldado israelí encogido ante sus guardianes, estuvieron bien orquestados. En resumen, el evento procedió como mecanismo de relojería.

Pero nos enseñó muy poco sobre la popularidad de Hamás. Los hechos en la Plaza Tahrir en Cairo son un recuerdo instructivo en este sentido. Los gentíos masivos que se reunieron allí antes y durante el mandato de Morsi parecían reflejar la voluntad popular e indicar que los manifestantes habían derrotado al ejército egipcio y al “estado profundo” que lo apoyaba (las burocracias legal, económica, y clerical que han dirigido a Egipto desde 1952).

Pero el regreso decisivo del ejército reflejado por la asunción de la presidencia por parte de Sisi y el encarcelamiento de Morsi demostraron el peligro de sacar conclusiones políticas de las multitudes en las plazas.

El problema se reduce a simple aritmética. La Plaza Tahrir puede contener un máximo de 350,000 personas (yo calculé esto con la ayuda de Google Maps). Aun desbordando en las calles cercanas, la multitud nunca excedió medio millón – aproximadamente 1% de la población adulta de Egipto. En retrospectiva, la mayoría de esos 99% que no se manifestaron fallaron en apoyar “la revolución” durante el plazo más largo. La prueba es que durante la confrontación, la Hermandad Musulmana no pudo movilizar a grandes números para oponerse a la contrarevolución del ejército.

Lo mismo puede decirse respecto a Hamás.

Para empezar, Hamás se abstuvo de celebrar su conmemoración en la plaza más grande de Gaza – la Plaza del Soldado Desconocido. En su lugar, eligió la más chica “Sahat al-Katiba al-Khudara,” una plaza cerca de la Universidad Islámica, un bastión de Hamás. Tiene un metraje cuadrado de 21,000 comparada con más de 60,000 para la primera.

Especialistas en flujo de tráfico (generalmente ingenieros entrenados) identifican una medida de dos personas por metro cuadrado como el máximo de la seguridad de multitudes. Una densidad que excede eso sólo puede lograrse por medio de tropas profesionales en formación militar.

Las fotos del evento de conmemoración indican claramente que el número de participantes no puede haber excedido los 42,000, o menos del 3% de la población adulta de Gaza. (Noten también que el escenario profundo reduce considerablemente el metraje cuadrado que queda para los manifestantes.) Esta cifra explica por qué Hamás eligió la plaza más chica.

El gobierno en las sombras (y el real) de Hamás tiene en su lista de pagos a 51,000 empleados militares y civiles, muchos de quienes son beneficiarios de los u$s30 millones en efectivo distribuidos en Gaza por Qatar. Ellos estaban obligados a aparecer en la conmemoración, ya que han estado esperando desde la primavera para recibir la mitad de sus salarios. Hamás no ha pagado salarios completos desde principios del 2014, cuando Sisi cerró la mayoría de los túneles de contrabando.

Hay por supuesto gazatíes más necesitados que los empleados de Hamás; pero el apoyo financiero de Qatar a Hamás tiene más que ver con la lucha amarga de la organización con la Autoridad Palestina (y más generalmente – con la disputa propia de Qatar con Arabia Saudita y los E.A.U.) que con el deseo de ofrecer apoyo humanitario.

La pregunta crucial es si Hamás privilegiará satisfacer las necesidades de su burocracia y permitirse así ser “domado” para mantener la paz, o se apegará al camino de la agresión que renovó en abril del 2018 con las procesiones de la “Marcha del Retorno.”

La respuesta probablemente radica en alguna parte en el Medio Oriente entre, el cual quiere un Hamás más domesticado pero independiente, e Irán, el cual quiere derramamiento de sangre en el frente sureño de Israel. El problema para Hamás es que necesita dinero de ambos.

 

* Hillel Frisch es profesor de estudios políticos y estudios meso-orientales en la Universidad de Bar-Ilan y es investigador principal asociado en el Begin-Sadat Center for Strategic Studies.

 

 

Fuente: The Begin-Sadat Center for Strategic Studies
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México