Enlace Judío México e Israel – Benjamín Laniado, presidente de CADENA, comparte con nosotros su testimonio desde Mozambique, donde un poderoso ciclón dejó tras de sí una estela de muerte y destrucción.

 

Llegar a Mozambique tras el paso del Ciclón Idai ha sido un encuentro con la realidad. Una vez más, se juntaron la pobreza, la vulnerabilidad y los fenómenos naturales; de nueva cuenta, estamos de pie ante este cuadro que no tiene piedad.
Al llegar a la ciudad de Beira, nos unimos al cluster de Naciones Unidas; ahí nos dimos cuenta que más allá de lo complejo que es entender el flujo de información, los actores humanitarios que toman el liderazgo entre todas las agencias y las ONG´s como nosotros, representan un verdadero triunfo de la humanidad, pues con una mirada profunda, sin importar la raza, las creencias, culturas, nacionalidades, múltiples idiomas o el color del uniforme, todos los presentes se encuentran trabajando por un único objetivo: traer esperanza y ayudar a la gente de Mozambique.
No tengo duda, el mundo debería de ser como un cluster. Salud, protección, higiene, agua, comida, logística, refugios temporales; cada tema es una mesa de cooperación de un esfuerzo infinito por entender la situación, priorizar y poner en marcha la ayuda.
Después de recibir el informe del cluster, salimos hacia un distrito llamado Nhamatanda. En el camino paramos en cada campamento que albergaba a cientos de familias en tiendas de campaña. Todos los que estaban ahí, lo perdieron todo, su casa, sus pertenencias…
Instalamos a nuestro paso decenas de filtros, pero cada instalación fue un reto. La gente sentía desesperación al ser difícil entendernos; el portugués y el español parecen idiomas similares, pero en realidad no lo son. Ante estas dificultades, pasamos al idioma corporal, al carisma de Yair, a la autoridad de Salo y la nobleza de Mendy. Nos resultó mejor.
En un solo día logramos instalar agua potable para más de 4 mil personas. También repartimos lámparas solares, una por cada carpa. Fueron muy bien recibidas, la zona continúa sin luz y cuando cae la noche, se quedan iluminados sólo a la luz de un pequeño fuego que prenden afuera de las carpas.
Con las lámparas, empezamos explicando qué son, cómo cuidarlas y cómo funciona una fotocelda. En muchos países damos por sentado que el agua potable y la luz son un derecho, pero en Mozambique no es así.
Pasó el tiempo… repartiendo lámparas y filtros se nos hizo de noche en el último campamento, terminamos el trabajo en oscuridad completa, pero pudimos ser testigos de la utilidad de las lámpara solares. En definitiva, lo mejor del día fue cómo nuestra gente de Cadena puede sacar miles de carcajadas a cientos de niños a la vez: juegos, chistosadas sin parar y de pronto, todo el campamento estaba pasando un momento increíble que nadie olvidará, porque a pesar de la adversidad bailaron, cantaron y rieron sin detenerse.
Siguió la noche, así que decidimos acampar para seguir en la zona y comenzar al día siguiente antes de que salga el sol. La misión ha sido todo un éxito, el equipo como siempre, se encuentra dando todo, pero recibiendo mucho más de las personas a las que ayudan. Ese es el intercambio mágico que crea la acción humanitaria, que es difícil de explicar y que hay que vivirlo para entenderlo.