Enlace Judío México.- “Pinchas, ¿cuántos años tienes?”, le preguntó Steven Spielberg a la pantalla del tamaño de un muro, en la que había una imagen de video de un hombre anciano que llevaba puesto un suéter. Ese hombre parpadeó y respondió sin vacilar:

ADAM POPESCU

“Nací en 1932, así que puedes hacer tus propias cuentas”, dijo Pinchas.

“¡Me pidió que calculara su edad!”, se rio Spielberg. “¿Cómo sobreviviste mientras que muchos otros no lo lograron?”.

“¿Cómo sobreviví?”, respondió el hombre polaco en la pantalla. “Creo que sobreviví porque la Providencia me cuidó”.

La conversación continuó durante cinco minutos y, aunque la inteligencia artificial hacía recordar a momentos inquietantes algunas películas de Spielberg, el objetivo no era entretener, sino educar. En la pantalla aparecía la biografía interactiva de Pinchas Gutter, un sobreviviente polaco del Holocausto y parte de un recorrido que el cineasta hizo por la sede remodelada de la USC Shoah Foundation, la organización que creó en 1994 para reunir los testimonios de los sobrevivientes del Holocausto.

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Ahora Spielberg ha expandido la huella de la fundación en el campus de la Universidad de California del Sur, junto con su misión y su enfoque público: combatir el odio en general pues dice que es un sentimiento que se ha vuelto común en todo el mundo.

“Damos por sentada la presencia del odio”, comentó Spielberg. “No estamos haciendo lo suficiente para contrarrestarla”.

La conversación pregrabada en video es parte de una serie que usa tecnología de reproducción y que invita a los visitantes a conversar con dieciséis sobrevivientes de genocidio, con base en patrones específicos de palabras y más de dos mil preguntas que van desde las opiniones sobre Dios a las historias individuales. A principios de diciembre, el testimonio de Pinchas se presentó en las Naciones Unidas con motivo del 70.º aniversario de la adopción de la Convención para la prevención y la sanción del delito de genocidio, como una herramienta narrativa para crear conciencia.

Aunque la fundación sigue archivando historias de las víctimas del antisemitismo, también está recolectando lo que Spielberg llama “testimonio vivo” de las víctimas de otros genocidios de la época moderna.

“El Holocausto no puede ser el único hecho histórico relatado”, dijo con convicción. “Decidimos enviar a nuestros videógrafos a Ruanda para obtener los testimonios. De ahí fuimos a a Camboya y a Armenia… estamos haciendo un estudio crítico en la República Centroafricana; en Guatemala; sobre la masacre de Nankín. El más reciente es un testimonio sobre la violencia contra los rohinyá en Birmania y la violencia antisemítica actual en Europa. Estamos expandiendo nuestro alcance para dar cuenta de muchas formas de odio”.

El espacio de 929 metros cuadrados, que se inauguró al público en noviembre, es muy distinto al de los inicios de la organización después de La lista de Schindler, estrenada en 1993. Spielberg envió a un ejército de videógrafos a todo el mundo para registrar las historias de los sobrevivientes del Holocausto. Las cintas de Betamax de las entrevistas se almacenaron en sus oficinas de Amblin Entertainment en el lote de Universal Studios y después en una empresa de almacenamiento, antes de que la fundación se mudara a la biblioteca Leavey de la Universidad del Sur de California en 2006. (Hay poco más de 51.000 grabaciones de los sobrevivientes del Holocausto en el archivo de historia visual para una cantidad sorprendente de 115.000 horas de video).

Actualmente el grupo tiene 82 empleados y un presupuesto anual de casi 15 millones de dólares, que incluye 3 millones de dólares otorgados por la universidad. También ha recibido millones en donaciones. Su nueva casa —una oficina y laboratorio de medios— está llena de testimonios en video de 65 países en 43 idiomas, junto con obras de arte inspiradas por los sobrevivientes (entre ellas, la escultura suspendida de acero Our Father’s Words, creada por el artista Nicola Anthony, que incorpora frases de los testimonios filmados). Los visitantes pueden recorrer las oficinas de lunes a viernes en un horario de 10:00 a 14:00.

“Todos creen que la Fundación Shoah se trata de archivar el pasado, pero su misión en realidad es entender la empatía y usar los testimonios para revelar la importancia de estos temas”, dijo Stephen D. Smith, director ejecutivo de la organización.

La reapertura del centro en California coincide con un reestreno de La lista de Schindler; se exhibió en casi mil teatros a mediados de diciembre y fue proyectada gratuitamente para los estudiantes en todo Estados Unidos. La película también está disponible en Netflix.

Smith dijo que perduran algunos desafíos para la fundación a pesar de la expansión de sus oficinas. La mayoría de los testimonios no están disponibles en línea, lo cual significa que solo pueden verse al visitar la fundación o en las 146 bibliotecas y universidades asociadas (los enlaces para acceder a las grabaciones son gratuitos para las familias de los entrevistados). Aún no hay transcripciones de los testimonios, pero la fundación está desembolsando 10 millones de dólares para construir una plataforma gratuita en línea destinada a los investigadores, las escuelas y el público general a partir de finales de 2019, dijo Smith.

Días antes del cumpleaños número 72 de Spielberg, que fue el 18 de diciembre, el director se encontraba en la sede de la fundación. El color de su barba ahora es más cano y ha engordado un poco, pero sus ojos verdes grisáceos aún brillan como los de un niño cuando habla de su organización y su película fundacional. A continuación, los fragmentos editados de la conversación.

¿Por qué expandir la misión de la Fundación Shoah?

Creo que hay un repunte mensurable de antisemitismo y también un repunte evidente de xenofobia. La división racial es más grande de lo que jamás habría imaginado que podría serlo en la modernidad. La gente está expresando más odio ahora porque hay muchos más medios que dan voz a opiniones y demandas razonables e irracionales. La gente en los más altos mandos está permitiendo que otros que jamás habrían expresado su odio ahora lo hagan públicamente. Y ese es un gran cambio. Hay todo tipo de esfuerzos para tomar la verdad y tergiversarla según una ideología retorcida. Vimos que eso sucedió en Europa primero, en Francia, después en Polonia de nuevo; jamás pensé que volvería a suceder en Estados Unidos como lo ha hecho durante los últimos dos años.

Son varios los grupos que están diciendo que la situación es más difícil para ellos que para los demás, ¿cómo superamos esa disputa?

Podemos compadecernos entre nosotros por lo que sufrimos y nuestros dolores, pero jamás debemos competir de esa manera. Estar marginados, que nos discriminen y que nos griten insultos racistas y antisemíticos es algo común [para todos]. Todos los actos cometidos en contra de la sociedad de personas negras también se cometen contra la comunidad judía. Todos los ataques contra la comunidad LGBTQ son ataques también contra las comunidades negra y judía. El odio es odio y este desbordamiento nos hace responsables a todos de cuidarnos las espaldas y defendernos. Ninguno de nosotros podemos solamente ser testigo de nuevo.

¿Cómo se puede combatir esta situación?

Mira cuántas voces ahora están contando las historias de las mujeres. Hay un gran cambio enfocado en el género, y vimos que sucedió con el inicio de la caída de Harvey Weinstein. La narrativa es fundamentalmente humana. No obstante, el arte de escuchar es lo que espero que la Fundación Shoah pueda inspirar.

Han pasado veinticinco años desde el estreno de La lista de Schindler. ¿Crees que aún tendrá un impacto en los espectadores?

El reestreno en el Festival de Cine de Tribeca [en abril] fue la primera vez en veinticinco años que vi La lista de Schindler con una audiencia. La sala estaba llena. Volteé a ver a Kate (Capshaw, su esposa) y dije: “Dios, aún están escuchando”. Con este ciclo renovado de odio y las iniciativas en la Fundación Shoah, pensé que podría abrir una conversación sobre que el genocidio puede pasar en cualquier lugar cuando una sociedad cualquiera va por mal camino. Charlottesville y sus repercusiones tuvieron un gran impacto en que quisiera volver a lanzar la película.

Si filmaras la película actualmente, ¿qué cosas cambiarías?

No. No hay nada que hubiera cambiado, absolutamente nada. Sigo creyendo en la película y creo que ha superado su propia prueba del tiempo.

Grabamos durante cuatro meses en Cracovia y siempre tuve escalofríos. Era muy difícil levantarse cada mañana y caminar hacia el plató; quería usar los mismos sitios donde estuvo Schindler, incluido el gueto y tomas cerca del campo de concentración de Płaszow. Grabamos afuera de Auschwitz. Esa noche fue una de las más frías que he vivido. Había un silencio por parte de todos los actores, con mucho pesar.

¿Qué más podemos hacer? ¿Qué otros planes tienes para generar conciencia?

Los profesores y los padres necesitan intervenir más para combatir la aceptación de odio en la sociedad. Estoy trabajando con Discovery Channel y Alex Gibney, el cineasta ganador del Oscar, en un estudio de seis horas llamado Why We Hate. Ya no planeo más obras con elementos de ficción sobre el Holocausto, estoy poniendo toda mi atención en el género documental.

Fuente: New York Times