Enlace Judío México e Israel.- Mientras se recalienta la presión de EE.UU sobre Teherán, muchos en Beirut, Washington, y Europa argumentarán que el grupo es todavía un actor independiente, pero la evidencia pasada y reciente muestra lo contrario.

HANIN GHADDAR

Luego de que Estados Unidos ha incrementado las sanciones contra Irán y sus satélites, los debates convencionales que rodean la designación de Hezbolá como un socio o satélite de Irán han resurgido en Beirut y Washington. ¿Debe Washington considerar al grupo un actor libanés o una subsidiaria militar iraní?

Cuando el Secretario de Estado Mike Pompeo visitó Líbano el mes pasado, el Presidente Michel Aoun y el Ministro del Exterior Gebran Bassil describieron a Hezbolá como un partido libanés no terrorista con una base popular y dijeron que las sanciones de Estados Unidos están dañando la economía de Líbano. Un número de analistas con base en Washington también han argumentado que el rol de Hezbolá como satélite directo iraní es un “error de concepto común perpetuado doblemente por Teherán y Washington,” como lo dijo un artículo reciente de Foreign Policy. Pero esta noción niega los hechos históricos que prueban la conexión orgánica de Hezbolá con el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), y podría permitir a la organización terrorista evadir las sanciones y otras consecuencias.

NO UNA SOCIEDAD

La conexión de Hezbolá con Irán es más orgánica que una sociedad igual, y han habido un número de ocasiones a lo largo de la historia del grupo donde Teherán o influenció directamente sus decisiones o le dio abiertamente órdenes específicas. Consideren la participación de Hezbolá en la batalla del 2015 por Alepo. Hasta ese momento, el grupo había justificado su participación en Siria ante su base como una necesidad de proteger las fronteras de Líbano, los poblados chiíes y los santuarios chiíes en Damasco. Esta lógica funcionó hasta que Irán ordenó a Hezbolá combatir en Alepo, una ciudad sin santuario y no chií lejos de la frontera libanesa. Cuando Hezbolá perdió a muchos de sus combatientes en esa batalla, fue incapaz de justificar el sacrificio ante el pueblo libanés, incluyendo la comunidad chií.

Junto con confirmar que el despliegue en Alepo fue ordenado por Irán, un número de combatientes y funcionarios de Hezbolá han admitido en conversaciones privadas y entrevistas que el comandante militar del grupo en la época, Mustafá Badreddine, se negó inicialmente a enviar tropas allí. La mayoría de estos entrevistados creía que el comandante de la Fuerza Quds del CGRI, Qasem Soleimani, forzó la mano de Badreddine, y finalmente lo mató en el 2016. A partir de allí, Soleimani, según se informa, comenzó a micro-gestionar las operaciones militares de Hezbolá.

Como un combatiente dijo al autor en el 2017, “Fue claro para muchos de nosotros que la prioridad [de Soleimani] era proteger a los iraníes, y que podían ser sacrificados [los combatientes de Hezbolá] y todos los no iraníes [chiíes].” Un número de otros combatientes se han quejado de ser abandonados por sus aliados iraníes en el campo de batalla. Tales incidentes llevaron aparentemente a muchas pérdidas entre las filas de Hezbolá, y algunos combatientes más tarde se negaron a luchar bajo los comandantes iraníes.

A pesar de este resentimiento en aumento, Soleimani mostró poca tolerancia para el desafío libanés. “Cuando aumentaron las quejas y el liderazgo de Hezbolá frenó los pedidos de Soleimani de enviar más combatientes a Alepo, él cortó salarios por tres meses, o hasta que Hezbolá hizo lo que él pedía,” dijo un comandante. Pero aunque a la mayoría de los entrevistados no les gustaba él, también expresaron respeto y temor, con el entendimiento que la relación es más similar a un jefe y sus empleados que a una sociedad.

Además de luchar en Alepo a pedido de Irán, Hezbolá ha estado involucrado en conspiraciones y ataques terroristas fuera de Líbano en los últimos años a través de una entidad especial llamada la “Unidad para Operaciones en Ultramar.” Muchas de estas conspiraciones sirvieron a los objetivos de política exterior de Irán mientras dañaban la imagen de Hezbolá como un movimiento de “resistencia.” Pero tal dinámica se remonta a la fase temprana de Hezbolá, cuando el grupo atacó a los contingentes estadounidense y francés de la Fuerza Multinacional en 1983. Desde una perspectiva, tales ataques fueron impulsados por el sentimiento nacionalista contra los ocupantes extranjeros y narrativas similares de “resistencia.” La participación profunda y probada de personal iraní en esas operaciones pinta un cuadro más variado, sin embargo—uno en el cual Teherán fue motivado parcialmente por un deseo de tomar represalias contra Estados Unidos por congelar sus activos e instituir un embargo de armas, y contra Francia por ofrecer asilo al ex primer ministro del shah después de la revolución de 1979.

Hezbolá también secuestró a muchos extranjeros en Líbano entre 1982 y 1991—una tendencia que comenzó después que cuatro de los empleados de la propia embajada de Irán fueron secuestrados por milicias cristianas mientras viajaban en el norte de Líbano. Y en 1986, Hezbolá atacó a personal francés de la fuerza de mantenimiento de paz en el sur de Líbano. Hablando sobre el ataque en una entrevista en el 2005, el ex embajador francés ante Líbano, Fernand Wibaux, destacó que Irán había estado tratando desesperadamente de obligar a París a cortar los envíos de armas a Irak y a expulsar a los disidentes iraníes. En forma acorde, ordenó a Hezbolá a atacar a contingentes franceses de la Fuerza Interina de la ONU en Líbano (UNIFIL) —resultando en que París retiró a su personal de la fuerza.

El involucramiento reciente del grupo en Yemen del lado de los rebeldes huzíes apoyados por Irán es otro buen ejemplo de cómo puede ser arrastrado dentro de actividades desestabilizadoras que son completamente irrelevantes para la seguridad o política interna de Líbano. Variados medios noticiosos han informado de combatientes de Hezbolá muertos en acción allí, y el líder del grupo, el propio Hassan Nasrallah, ha admitido su presencia en comentarios de video subidos online.

EL VÍNCULO DE LOS CAMBIOS DEMOGRAFICOS DE IRAN CON LIBANO

Uno de los objetivos de Teherán en Siria e Irak ha sido crear un puente terrestre vinculando a Irán con el bastión de Hezbolá en el sur de Líbano y, de manera indirecta, con la frontera entre Líbano y Hezbolá. Hezbolá y sus partidarios han sido integrales para esta empresa.

En Siria, el puente se extiende desde Abu Kamal sobre la frontera iraquí, al noroeste de Deir al-Zour, y luego sobre la costa mediterránea alauita y la frontera libanesa. Para conectar y cimentar estos corredores, Irán y Hezbolá tuvieron que conducir cambios demográficos agresivos en algunas áreas—a saber, empujar a los suníes sirios al norte a Idlib o enfrente de la frontera dentro de Líbano, mientras ingresan a chiíes sirios o extranjeros para relocalizarse en tierras del corredor. Hoy, por ejemplo, la ciudad fronteriza siria de al-Qusayr está vacía de suníes y controlada por completo por Hezbolá.

Hezbolá ha buscado hacer cambios similares en partes de Líbano, donde sus esfuerzos para solidificar el puente terrestre de Irán se han centrado en construir una serie de vínculos: entre el sur y Beirut a través de ciudades suníes costeras; entre el sur y el Valle de Beqa a través de ciudades suníes y cristianas al occidente; y entre Beqa y la costa a través de áreas drusas en el distrito Chouf. Una serie de artículos del medio noticioso libanés Janoubia notó que la empresa Tajco puede estar facilitando esta campaña. Creada por los hermanos Tajideen–muchos de quienes han sido designados por el gobierno de Estados Unidos por actividades relativas a Hezbolá—la empresa está involucrada en un número de proyectos residenciales localizados en áreas estratégicas de Líbano. Las residencias en cuestión son ocupadas generalmente por familias chiíes dispuestas a mudarse desde el sur, Beqa, y Dahiya a nuevos departamentos permisibles. Al mismo tiempo, locales en las ciudades afectadas han acusado a Hezbolá de usar los proyectos para ejecutar su presencia militar y reclutar a hombres suníes y cristianos pobres y desempleados dentro de las Saraya al-Muqawama al-Lubnaniya (Brigadas de Resistencia de Líbano), una milicia no chií que el grupo creó para manejar operaciones de seguridad interna y enfrentamientos.

Hezbolá está también moviendo aparentemente elementos de su proyecto de misiles de precisión y otras instalaciones militares a áreas de puente terrestre en Líbano a solicitud de Irán, principalmente el área drusa de Chouf y el área suní de Beqa Oeste. Distintos informes han especulado que Ali Tajideen puede estar involucrado en este emprendimiento, notando su reciente adquisición de más de tres millones de metros cuadrados de tierra en Dalhamiya.

CONCLUSION

Muchos en Beirut, Washington, y Europa todavía creen que los vínculos de Hezbolá con Irán constituyen una sociedad estratégica, y que el grupo es dependiente en vez de estar en deuda con Teherán. Pero el margen de toma de decisiones independiente de Hezbolá siempre ha sido pequeño y está disminuyendo rápidamente bajo el enfoque práctico de Soleimani. En cuestiones relativas a la dinámica política libanesa, Irán ve aun a Nasrallah y a algunos otros altos funcionarios de Hezbolá como asesores fiables, pero ninguno de ellos es finalmente el tomador de decisiones en cuestiones de importancia.

Mientras se recalienta el discurso de EE.UU contra Irán, sin duda serán hechos más argumentos que Hezbolá e Irán son distintos, pero la evidencia pasada y reciente muestra lo contrario. Como lo dijo el propio Nasrallah de manera infame en comentarios anteriores, “Estoy orgulloso de ser miembro del ‘Partido Velayat-e Faqih,’” una rara admisión pública de la deferencia total de su grupo ante la voluntad del Líder Supremo.

 

*Hanin Ghaddar es miembro visitante Friedmann en el Programa Geduld en Política Árabe del Washington Institute.

 

Fuente: The Washington Institute
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.