Enlace Judío México e Israel.- Desde la República Mexicana se enviaron miles de toneladas de minerales estratégicos para alimentar a la insaciable maquinaria de guerra del Tercer Reich. Cientos se fueron legalmente y otros muchos más ilegalmente.

JUAN ALBERTO CEDILLO PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Desde otros países de América Latina también se mandaron materias primas fundamentales para la industria bélica de la Alemania nazi.

El Servicio Especial de Inteligencia del Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI por sus siglas en inglés) identificó en Latinoamérica a 222 agentes nazis que realizaban contrabando de materias primas estratégicas para la guerra.

Para el contrabando desde México el gobierno argentino de Juan Domingo Perón jugó un papel fundamental para que metales como mercurio, tungsteno y aluminio, entre otros, arribaran a los puertos de Europa.

En el contrabando participaron empresas de origen alemán así como mexicanas, según documentos desclasificados por el Archivo Nacional de Washington.

Ese tráfico fue coordinado por oficiales de la Abwehr III, la organización de inteligencia militar del Tercer Reich, y protegido por un grupo de altos mandos del ejército mexicano, así como desde la Secretaría de Gobernación que presidió Miguel Alemán Valdez.

Entre los militares nacionales que colaboraron y protegieron el robo y contrabando de mercurio, y de otros metales, destacaron:

1).- El General Ramón F. Iturbe, ex embajador de México en Japón en dos ocasiones y quien también protegió a la red de espías nipones en Baja California.

2).- El General Francisco Javier Aguilar González, ex agregado militar en Washington y Berlín.

3).-El Coronel Octavio Bolívar Sierra, militar que participó directamente en el robo de mercurio de minas.

4) El Teniente Roberto Trawitz Amezaga, un joven que se educó en Berlín y fue traductor oficial de la Oficina de la Presidencia durante el sexenio de Manuel Ávila Camacho.

El general Aguilar González y Trawitz Amezaga también participaron en otro inédito contrabando que se realizó desde el puerto de Hamburgo a México: el tráfico de heroína, la cual se destinó a inundar bases navales de Estados Unidos en el Pacífico, debido a que esa droga se consideró como “arma de guerra” para que debilitara la moral y la lucidez de los soldados estadounidenses.

La cobertura para el tráfico de minerales estratégicos se realizó gracias a la participación de importantes empresas alemanas en el Distrito Federal y otras de provincia:

1).- Casa Beik Félix y Cía., la principal empresa farmacéutica alemana en México en esa época.

2). -La empresa Rimex, la cual estuvo almacenando el mercurio en la capital y en la ciudad de Guadalajara.

3).-La firmas de Monterrey Casa Holck, en los almacenes y ferreterías más importantes que surtían de máquinas y herramientas a la industria de Nuevo León.

4).- Casa Cram, similar a Holck, cuyo dueño era un diplomático alemán.

Los metales acaparados por Casa Holck en Monterrey se mandaron al Puerto de Tampico y desde ahí al puerto de Hamburgo en Alemania.

En la capital del país, minerales como el mercurio se mandaron por dos vías a los países del Eje: una parte se mandó a Guadalajara para que desde el puerto de Manzanillo arribara a Japón.

La mayoría del contrabando de los diversos metales se mandó al Golfo de México.

El Presidente Manuel Ávila Camacho fue advertido por el capitán de Puerto de Coatzacoalcos sobre esos ilícitos.

En un memorándum confidencial que se envió al presidente, el cual se encuentra en el Archivo General de la Nación, el capitán denunció que “cientos de toneladas” de mercancías desconocidas estaban llegando en vagones sellados de ferrocarril.

Agregó que la mercancía desconocida era trasladada clandestinamente a una solitaria laguneta del Golfo conocida como Tres Bocas. Ahí pequeñas embarcaciones la introducían mar adentro y era recogida por submarinos o barco mercantes de gran calado para llevarla a Europa.

Durante la Segunda Guerra Mundial el mercurio se transformó en uno de los metales más codiciados ya que fue utilizado para la fabricación de bombas y material explosivo.

Las minas de México, las más importantes de América Latina, se transformaron en un objetivo estratégico para la industria bélica del Tercer Reich.

Al inicio de la guerra en Europa, entre 1939 y a finales de 1941, empresas alemanas estuvieron acaparando mercurio para mandarlo legalmente a Alemania.

En agosto de 1940 el diario El Porvenir de Monterrey reportó: “Submarino Alemán en Puerto Alvarado, Veracruz. Vino exclusivamente a cargar 500 toneladas de mercurio que le llevaron embarcaciones pesqueras. Una empresa particular mexicana le vendió mercurio. Metal que desde el comienzo de la guerra triplicó su valor, que pasó de 8 a 24 pesos por kilo”.

En el contrabando de minerales a gran escala participó el agregado militar del gobierno de Juan Domingo Perón, el Teniente Coronel José C. Balbín, quien compraba regularmente 3,000 pesos de metales estratégicos.

Balbín incluso compró grandes cantidades de dinamita y otros metales para la fabricación de explosivos. Las compras legales se realizaron con “facturas” a nombre del Ministerio de Guerra de la República Argentina y la dirección que proporcionó fue 1775 Broadway, Nueva York.

Algunos minerales estratégicos comprados por el representante militar de Perón en México se mandaron de contrabando a Europa a través de Panamá, país donde Balbín también participó en una red de espionaje, junto con militares japoneses, la cual utilizó a un grupo de prostitutas para conocer los movimientos navales por el Canal.

 

 

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