Enlace Judío México e Israel.- El presidente ruso Vladimir Putin crea influencia en el Medio Oriente, haciendo malabares con los intereses diversos de naciones como Siria, Turquía, Irán e Israel.

DILIP HIRO

Durante la reciente campaña israelí de elecciones generales, Donald Trump inclinó las escalas abiertamente en favor del titular Benjamín Netanyahu contra el retador Benny Gantz. En la víspera de la visita el 25 de marzo del primer ministro israelí a Washington, el presidente de Estados Unidos respaldó la anexión de los Altos del Golán de Siria por parte de Israel en violación de resoluciones de Naciones Unidas.

Netanyahu llamó a esto “un milagro.” Entonces, Trump remató esta medida drástica declarando organización terrorista al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, un enemigo conjurado de Israel, un día antes del 9 de abril, fecha de la elección.

Mientras tanto, el presidente ruso Vladimir Putin proporcionó a Netanyahu un regalo electoral que capturó la imaginación del público. Luego de su reunión el 4 de abril con Putin en Moscú, Netanyahu anunció que los restos del Sargento Zachary Baumel, perdido en acción en Siria desde 1982, habían sido regresados a Israel. En un país donde la conscripción se aplica a todos los ciudadanos judíos con algunas exenciones menores, las noticias tuvieron resonancia personal para cerca del 80% de la población.

El anuncio de Trump sobre el CGRI causó preocupación en el Kremlin. Desde septiembre del 2015, el ejército ruso en Siria ha coordinado actividades con su homólogo sirio, el cual se ha vuelto cada vez más dependiente del apoyo logístico, técnico y de entrenamiento del CGRI.

Putin se las ha arreglado para mantener relaciones cordiales con los archienemigos Irán e Israel en forma simultánea dependiendo de diferentes conjuntos de pilares. En cuanto a Israel, el tratamiento a los judíos en la Rusia contemporánea e histórica es un elemento importante. Igualmente significativas son las opiniones personales de Putin sobre el Judaísmo y relaciones amistosas con prominentes empresarios y funcionarios judíos. En el caso de Irán, los intereses geopolíticos y económicos son factores primarios. Como estados del litoral del interior del Mar Caspio, Rusia e Irán comparten fronteras fluviales. Dotados con grandes depósitos de petróleo y gas natural, ellos tienen un interés común en asegurar precios robustos para estos productos básicos.

En su avance para recuperar la influencia que tuvo la Unión Soviética en el Medio Oriente durante la Guerra Fría, Putin ha llegado a valorar la amistad con la República Islámica de Irán, que se alejó de la órbita estadounidense hace más de 40 años. La amistad del Kremlin con este régimen, el cual mantenía una alianza estratégica con Siria desde su concepción, adquirió mayor prominencia después que Rusia perdió sus instalaciones navales en el puerto libio de Bengazi a raíz de la caída de Muammar Gaddafi en el 2011. Eso redujo su acceso naval al puerto Latakia de Siria en el Mediterráneo Oriental.

El estallido de la guerra civil en Siria que amenazó al régimen del Presidente Bashar al-Assad reunió a Rusia e Irán como sus fuertes partidarios.

Las relaciones amistosas de Moscú con Teherán comenzaron en 1995 cuando el presidente ruso Boris Yeltsin acordó construir una planta de energía nuclear civil en Bushehr bajo la supervisión de la Agencia Internacional de Energía Atómica. Recién en el 2010 los rusos pusieron en operaciones esta planta.

Durante esos 15 años, hubo dos acontecimientos – uno fue la cooperación en defensa entre Irán y Rusia; el otro fue el cambio demográfico en Israel. En el 2007, el Kremlin firmó un contrato de u$s800 millones para abastecer a Teherán de misiles anti-aéreos avanzados S-300. Eso fue dos años después que Putin se convirtiera en el primer presidente ruso en visitar Israel. Para entonces, la afluencia de judíos soviéticos dentro de Israel había hecho del ruso el tercer idioma principal más ampliamente hablado después del hebreo y el árabe. En el frente de seguridad nacional, el primer ministro israelí Ehud Olmert temía que Irán desplegaría los misiles para salvaguardar sus plantas nucleares, privando así a su país de la opción de bombardear estos sitios.

Le quedó a Netanyahu, quien se volvió primer ministro en el 2009, hacer una embestida secreta por avión privado a Moscú para presionar al Presidente Dmitry Medvedev para que cancelara el acuerdo de misiles. En septiembre del 2010, el Kremlin puso en espera su contrato de misiles defensivos, citando la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU aprobada en junio, imponiendo un embargo de armas sobre Teherán. La entrega de una versión mejorada de los misiles S-300 sobrevino sólo después que el Consejo de Seguridad respaldó el acuerdo de desnuclearización de Irán con sus cinco miembros permanentes y Alemania en julio del 2015.

Mientras tanto, durante su segunda visita a Israel en el 2012, Putin inauguró el Monumento a la Victoria en Netanya, conmemorando los sacrificios del ejército soviético en favor de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. “El Holocausto judío fue el acontecimiento más bochornoso y oscuro en la historia humana, y el ejército soviético fue el que aplastó la cabeza del monstruo nazi,” dijo. ”Este asombroso monumento fortalece el respeto que siento hacia el pueblo judío y el Estado de Israel.” Desde entonces, las relaciones personales entre Putin y Netanyahu se han vuelto cálidas. Llamativamente, Israel se abstuvo en una resolución de la Asamblea General de la ONU en marzo del 2014 condenando a Rusia por su anexión de Crimea. Enseguida después, Israel accedió a la instalación de una línea de comunicación cifrada entre las oficinas de Netanyahu y Putin. A nivel popular, los rusos e israelíes han aumentado los contactos persona a persona desde el 2008 cuando fueron introducidos los viajes sin visa. Hay unos 60 vuelos semanales entre Tel Aviv y Moscú.

En la guerra civil siria, Damasco dio a la armada rusa uso indefinido gratuito de su aeropuerto de Hmeimim cerca de Latakia, según el tratado ruso-sirio del 2015.

Enseguida después, Netanyahu voló a Moscú para consultar con Putin. Pero nada cambió. Putin reafirmó su respaldo firme a Assad enviando aviones de combate rusos a su base siria y reforzando el arsenal de armas vacío de Siria.

Para evitar choques aéreos accidentales entre aviones israelíes y rusos, los gobiernos establecieron una línea caliente de des-conflicto entre el centro de mando Kirya en Tel Aviv y la base militar rusa en Hmeimim. Netanyahu presionó a Putin para terminar o al menos reducir la participación de Irán en Siria. Putin no estaba en posición de complacer, sin embargo.

Irán y Siria habían firmado un pacto de defensa mutua en el 2006. “Irán considera la seguridad de Siria como su propia seguridad, y consideramos que nuestras capacidades de defensa son las de Siria,” declaró el Ministro de Defensa de Irán, General Mostafa Mohammad Najjar. No se divulgó ningún detalle.

Un ejemplo asombroso de la agilidad diplomática acrobática de Putin llegó en la víspera de la cumbre entre Putin y Trump en Helsinki en el 2018. Netanyahu voló a Moscú el 11 de julio para instar a Putin a la remoción de las fuerzas iraníes de la Siria de posguerra. Los informes sugieren que Putin le dio una audiencia paciente. La expresión inmutable de Putin durante las reuniones cara a cara dejó a su interlocutor preguntándose. Al día siguiente, sin embargo, Putin se reunió con Ali Akbar Velayati, asesor principal en política exterior del Líder Supremo de Irán, Ayatola Ali Khamenei. Mientras entregaba cartas de Khamenei y del Presidente Hassan Rouhani de Irán a Putin, Velayati llamó “estratégicos” a los vínculos de Teherán con Moscú.

Al mes siguiente, durante la visita del ministro de defensa iraní a Damasco, Irán y Siria firmaron un acuerdo para realzar la cooperación militar y de defensa, según la Agencia Noticiosa Tasnim, la cual es cercana al CGRI. Nuevamente, faltaron los detalles.

Eso no había sido así durante cuatro rondas de conversaciones que celebró Putin con Rouhani y Recep Tayyip Erdoğan, presidentes de Irán y Turquía, desde el 2017 en Sochi. Su objetivo declarado: encontrar una solución política para terminar la guerra civil de largo tiempo de Siria. En la reunión más reciente en febrero, Putin instó a Rouhani y a Erdoğan, siguiendo agendas diferentes, a cooperar en llevar el conflicto a un final. Un rayo de esperanza llegó el 8 de abril cuando después de reunirse con Erdoğan, Putin dijo que sus países – en coordinación con el gobierno sirio, la oposición y la ONU – estaban listos para que un comité, de 150 miembros, redacte una nueva constitución para Siria.

Putin puede haber cambiado sus habilidades de caminar en la cuerda floja al malabarismo manteniendo cuatro bolas en el aire – Israel, Siria, Irán y Turquía.

 

Fuente: Yale Global Online

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México