Enlace Judío México e Israel.- A punto de cumplir los 103 años murió Ernst Jünger (1885-1998), pensador judeo-alemán, quien desarrolló una trayectoria intelectual impresionante, puesto que además de pensador fue novelista e historiador.

PERLA SCHWARTZ

Hombre polémico en vida. Los nazis lo acusaban de “anarcomarxista”; en tanto, los comunistas lo consideraban protonazi. A él le tocó vivir en plena barbarie mundial, Klaus Mann, el hijo del gran novelista Thomas Mann, en los 30 hablaba de él como un “anarquista” prusiano que había sido destruido por la democracia.

Mientras, el novelista francés André Gide, tras la publicación de Ernst Jünger de “Tempestades de acero” (1920), donde él razona la restauración del Reich; consideró que se trataba de uno de los más bellos libros escritos en torno al conflicto bélico.

Jünger fue un autor prolífico, basta con recordar algunos de sus títulos: “La lucha como vivencia interior” (1922), “Fuego y sangre” (1925), y “Sobre el dolor” (1930).

Pero es su libro “El Trabajador. Dominio y figura” (1932) uno de sus escritos más polémicos. En él apunta que los alemanes han sido malos burgueses. Adopta un tono similar a sus contemporáneos de la Escuela de Frankfurt; advierte de que Alemania carece de una tradición liberal capaz de negociar entre la socialdemocracia obrera y el nacionalismo militar.

Y argumentaba que serían los trabajadores quiénes dominarían ese mundo nuevo que habría que conformarse.

Jünger, el filósofo errante, por ser un pensador asertivo pero al mismo tiempo laberíntico a la hora de ir hilvanando sus ideas

En “El trabajador”- como sucedería en algunas de sus novelas-, Jünger no habla ni del fascismo, ni el bolchevismo, ni la socialdemocracia o el nazismo, más bien construye una especie de utopía nietzechiana donde retomaba al Superhombre en la era moderna.

Imbuido de la corriente expresionista, el intelectual judeo-alemán trazó al trabajador como esa figura que sería una especie de nuevo titán, capaz de anular a la sociedad burguesa.

En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, Jünger publica su novela “Sobre los acantilados de mármol”, recorre las ruinas de Europa, su decadencia, para dar cuenta de los prisioneros y los héroes, del vino como un remanso ante lo que se vivía y las obras de arte como memoria de la humanidad.

Para el pensador judeo-germano el sufrimiento ocasionado por la Segunda Guerra Mundial ha sido obra de todos los hombres. Y esa misma fuerza titánica será la encargada de crear la paz universal.

En suma, Ernst Jünger fue una especie de profeta quien escuchaba un rumor distinto a los emitidos por el liberalismo y el socialismo, su visión histórica es comparable a la de Tucídides. En su persona se concentró una sabiduría aristotélica.

Aquí bien cabría recordar al gran George Steiner (1929) cuando afirmó: “las profecías son lo contrario de los oráculos, contestan antes de que se les pregunte.”

 

 

 

 

Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.