Enlace Judío México e Israel – En medio de intensos esfuerzos para formar un nuevo gobierno y maniobras para que el primer ministro Benjamín Netanyahu pueda salir de las acusaciones en su contra, el actual gobierno en Israel está lidiando con otra cuestión importante: los acontecimientos en el Golfo.

AMOS HAREL

El “actual gobierno” significa esencialmente un hombre, el mismo Netanyahu. Hasta que Avigdor Lieberman acepte la oferta de unirse a un nuevo gobierno de Netanyahu, el primer ministro también asume la cartera de defensa. El gabinete de seguridad también es un caballo muerto. Desde las elecciones del 9 de abril, Netanyahu lo ha convocado una sola vez, el 5 de mayo, para un debate estrictamente pro-forma sobre la escalada en la Franja de Gaza. Dos miembros del gabinete de seguridad (los ministros Naftali Bennett y Ayelet Shaked) ni siquiera lograron ser reelegidos, y otros aún esperan sus cargos en el nuevo gobierno.

El debate sobre la política israelí con respecto al intercambio de amenazas entre Estados Unidos e Irán se lleva a cabo únicamente entre los oídos del primer ministro, aunque con el asesoramiento de altos oficiales de la defensa.

Netanyahu tiene una ventaja clave que no tenía durante los años de la administración de Obama: una estrecha coordinación con el presidente de EE.UU., Donald Trump. Pero incluso Netanyahu no ha logrado evaluar las verdaderas intenciones de Trump.

La semana pasada, tras una serie de filtraciones preocupantes de altos funcionarios estadounidenses, Trump tomó medidas para calmar la situación. Declaró que no está interesado en la guerra, y los principales periódicos estadounidenses publicaron relatos detallados de desacuerdos dentro de la administración sobre la gravedad de las medidas que deben tomarse contra Irán.

Pero el domingo por la noche, después de otras amenazas iraníes, Trump volvió a cambiar de dirección. En un tuit, amenazó: “Si Irán quiere luchar, ese será el fin oficial de Irán”. ¡Nunca vuelvan a amenazar a Estados Unidos!

El agresivo tuit de Trump llegó pocas horas después de que otra señal iraní: un cohete impactó en la Zona Verde de Bagdad, cerca de la embajada de Estados Unidos en Irak. El ataque siguió a una serie de advertencias estadounidenses sobre planes iraníes de atacar blancos de EE.UU. en Irak, provocando la evacuación del personal no esencial de la embajada y de las compañías petroleras estadounidenses en la región.

Este fue el tercero, o quizás el cuarto incidente, en poco más de una semana, precedido por una serie de explosiones que dañaron a cuatro petroleros en un puerto de los Emiratos Árabes Unidos y un ataque con aviones no tripulados contra una instalación petrolera saudí realizado por los rebeldes hutíes del Yemen, financiados por Irán.

La posibilidad de que Irán haya contribuido en a la última ronda de combates en Gaza tampoco puede descartarse. Esa escalada comenzó el 4 de mayo con disparos de francotiradores de la Yihad Islámica, una organización que responde a la autoridad de Irán, contra soldados de las FDI. El incidente no fue precedido por ningún ataque israelí contra la Yihad Islámica.

Los tres ataques en el Golfo tienen un común denominador. Teherán no se ha atribuido la responsabilidad por ellos (los hutíes se atribuyeron el ataque con aviones no tripulados), pero se sabe que los iraníes los respaldaron. Con esos ataques, Irán envía un mensaje amenazador y al mismo tiempo mantiene la negabilidad, lo que dificulta que Estados Unidos responda con una acción militar.

Al parecer, la proximidad del último ataque a un blanco claramente estadounidense (la embajada en Bagdad) hizo que Trump cambiara de dirección y vuelva a amenazar a Teherán. Sin embargo, su instinto básico aún le dice que es mejor evitar guerras innecesarias en el Medio Oriente. Por ahora, los movimientos de Estados Unidos parecen ser principalmente defensivos.

En este conflicto, Israel espera quedarse con el pastel y comérselo también. Desde que Trump fue electo presidente hace dos años y medio, Netanyahu lo ha instado a tomar una línea más agresiva hacia Irán, para forzarlo a hacer concesiones adicionales en su programa nuclear e interrumpir su apoyo a las organizaciones terroristas.

Trump accedió a este impulso hace un año cuando retiró a Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán. A esto le siguieron sanciones más estrictas contra Irán, así como la publicación de un plan por parte del Secretario de Estado de los EE.UU., Mike Pompeo, que detalla las 12 medidas que debe tomar Teherán para satisfacer a Washington.

Pero a Israel no le interesa ser parte del frente. Es por eso que Jerusalén ha emitido tan pocas declaraciones oficiales sobre el tema iraní, y Netanyahu ha instado a los ministros a ser cautelosos en lo que dicen.

Esta precaución también se aplica a la acción militar. Los informes de este fin de semana desde Siria sobre dos ataques aéreos israelíes contra blancos iraníes no parecen creíbles. Es razonable suponer que Israel optará por una mayor moderación, incluso en el frente norte, mientras el intercambio entre Estados Unidos e Irán permanezca subestimado.

Plan de Paz de Trump

A pesar de las tensiones en el Golfo, la administración de Trump continúa sus preparativos para revelar su iniciativa de paz israelí-palestina. El gobierno anunció este domingo que publicará la parte económica de su plan el 25 de junio, durante una conferencia internacional en Bahréin.

Esto confirma dos suposiciones acerca del “Acuerdo del Siglo”. Primero, su parte económica tiene prioridad sobre la diplomática, que sigue siendo desconocida. En segundo lugar, como de costumbre, Trump trata de que la conferencia sea la esencia, un evento cuya importancia radica en el hecho de que tuvo lugar.

Pero los palestinos se niegan a cooperar. El lunes, la Autoridad Palestina anunció que no enviará delegados al evento.

Es un tanto irónico que el mismo gobierno que recortó sistemáticamente la ayuda financiera a los palestinos el año pasado, tanto en Cisjordania como en Gaza, ahora intente usar fondos árabes del Golfo para superar sus sospechas e instarlos a unirse a su iniciativa diplomática.

Pero el principal obstáculo, la gran negativa de los palestinos, puede unirse a otra dificultad: tanto en Estados Unidos como en los países del Golfo, la atención puede desviarse hacia las crecientes tensiones con Irán.

Fuente: Haaretz / Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico

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