Enlace Judío México e Israel.- Si los iraníes se salen con la suya y son capaces de controlar el nivel de las llamas, se asegurarán que las tensiones con Estados Unidos no lleguen a la guerra debido a la disparidad masiva en capacidad militar y falta de vulnerabilidad mutua. Un ataque de Hezbolá contra Israel en tal situación llevaría a la destrucción de Hezbolá, un resultado que Teherán preferiría evitar.

PROF. HILLEL FRISCH

Ha habido mucho discurso beligerante y amenaza de fuerza entre la República Islámica de Irán y Estados Unidos últimamente – por ejemplo, la anunciada llegada de un portaaviones de la USAF (Fuerza Aérea de EE.UU) al área del Golfo. Muchos analistas están especulando acerca de qué ocurrirá si estalla la guerra entre los dos.
No tan rápido. Si los iraníes se salen con la suya, se asegurarán de que las tensiones no lleguen a la guerra.

Los líderes de Irán son ciertamente beligerantes hacia sus vecinos – ellos claramente albergan ambiciones de dominar áreas mucho más allá de sus fronteras, incluyendo Líbano, Siria, Irak y Yemen – pero no son temerarios.
Cuando ellos contemplan el costo de la guerra con EE.UU, la principal fuerza militar en el mundo, está Operación Mantis Religiosa, que emprendió la Armada estadounidense contra la armada de la República Islámica durante la Guerra entre Irán e Irak en abril de 1988.

Tomando represalias contra ataques iraníes dirigidos a interrumpir la navegación petrolera en el Golfo, la Armada de EE.UU – en un solo día de batalla – hundió una fragata iraní, dañó otra, y hundió un barco de cañones, tres barcos rápidos, y dos plataformas móviles a un costo de 55 vidas iraníes. Las pérdidas de la Armada de EE.UU totalizaron dos miembros de la tripulación de un helicóptero que funcionó mal en una misión de reconocimiento y se estrelló en el mar.

Aun más espeluznante para los líderes iraníes es lo que ocurrió en el 2003 con la conquista aliada de Irak (liderada abrumadoramente por fuerzas de EE.UU.) Las dificultades subsiguientes involucradas en permanecer en Irak para reconstruir el Estado han eclipsado uno de los éxitos militares más grandes en la historia de la guerra.

El ejército de EE.UU, con ayuda menor de aliados, conquistó un Estado del tamaño de Polonia en menos tiempo que la guerra relámpago alemana de ese país, a un costo de 157 vidas (122 de ellas personal militar de EE.UU). Habían sido imaginadas miles de pérdidas.

Las mulás saben demasiado bien que sus fuerzas, por el contrario, involucraron en la guerra a los iraquíes durante ocho años, sin lograr ningún resultado decisivo. No requiere razonamiento complejo deducir el resultado probable de una guerra con EE.UU.

Ellos están también totalmente conscientes que debido a que Irán es un Estado tan vulnerable, EE.UU necesitará apenas algunas fuerzas en el terreno para ponerlo de rodillas.

Irán no sólo es dependiente de un tipo de exportación para pagar las cuentas del gobierno – las exportaciones de petróleo y gas suman el 40-60% del ingreso del gobierno (dependiendo del precio fluctuante de la energía) – sino que más del 80% de esas exportaciones de energía son enviadas fuera desde un único puerto isla, Khark, del lado iraní del Golfo Árabe. Es razonable asumir que EE.UU está dirigiendo misiles crucero a este complejo de tres millas cuadradas.

¿Cuán eficaces serán esos misiles?

La respuesta radica en el efecto devastador dejado por 59 misiles lanzados desde el USS Ross y el USS Porter en el Mediterráneo a la base militar Shayrat en el centro de Siria en abril del 2017 en represalia por el uso de armas químicas por parte del régimen.

Si falla un ataque único o sucesivos contra Khark, EE.UU puede siempre atacar el segundo punto nodal vulnerable de Irán: Bandar Abbas, el puerto más grande del país sobre su costa sureña.

Atacar Khark es atacar el salvavidas financiero de Irán; atacar Bandar Abbas es atacar sus importaciones. Cerca de cuatro quintos de las importaciones de contenedores del país pasan a través de este puerto. Estos productos son bienes terminados – coches, camiones, vestimenta, electrónica. Estas importaciones hacen la diferencia entre vivir en el siglo XXI y vivir en el XIX. Y nuevamente, habría poca oportunidad de fallar el blanco. El daño sería masivo, si no total.

Quizás la mayor debilidad de Irán es su vulnerabilidad en relación a la de EE.UU. Mientras EE.UU puede devastar Irán, Irán sólo puede castigar a los aliados de EE.UU, no al propio Estados Unidos. Los pocos miles de soldados estadounidenses en Qatar y Bahréin están protegidos por misiles Patriot, y, uno puede suponer, refugios subterráneos.

Dada la generosidad de EE.UU en términos de shale y gas, los ayatolas no tienen la carta del petróleo, como tuvo una vez el Shah. Y el presidente estadounidense actual, al menos por un período de tiempo, probablemente sería relativamente insensible a las preocupaciones europeas acerca de los precios crecientes de la energía. Esto quizás es de esperar, ya que los Estados europeos fueron insensibles a las preocupaciones de Trump acerca de Irán.

En teoría, Teherán podría ordenar a Hezbolá lanzar su arsenal masivo contra Israel. Nuevamente, desde la perspectiva de EE.UU, el riesgo sería para las vidas israelíes y no las vidas estadounidenses. Pero dar luz verde a Hezbolá no sería sabio.

Desde la guerra con Hezbolá en el 2006, el establishment israelí y (aún más) su alto mando militar han sido altamente reticentes a involucrarse en una ofensiva terrestre a gran escala en Líbano y posiblemente Siria.

Esta reticencia se disiparía en un instante, sin embargo, en un escenario que involucre beligerancia iraní tanto contra EE.UU como contra Israel. Israel se sentiría compelido a demostrar su fidelidad y lealtad hacia su aliado estadounidense. En tal situación, los israelíes a lo largo del espectro político entero estarían dispuestos a pagar el precio humano y económico de una ofensiva a gran escala contra Hezbolá. La consecuencia probable sería la destrucción del aliado no estatal más firme de Irán.

Los mulás no son tontos. Ellos evitarán la guerra a toda costa, apegándose en su lugar a la estrategia probada de actuar a través de satélites para debilitar el orden estatal árabe. Esta estrategia llevará tiempo. Esperemos que la dificultad económica masiva causada por las sanciones estadounidenses niegue al régimen el tiempo que necesita para lograr sus metas.

 

*Hillel Frisch es profesor de estudios políticos y estudios meso-orientales en la Universidad Bar-Ilan y principal asociado investigador en el Begin-Sadat Center for Strategic Studies.

 

 

Fuente: The Begin-Sadat Center for Strategic Studies
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México