Enlace Judío México e Israel.- Si Irán no cambia su comportamiento, debemos hundir su armada.

BRET STEPHENS

El 14 de abril de 1988, el U.S.S. Samuel B. Roberts, una fragata, golpeó una mina naval iraní mientras navegaba en el Golfo Pérsico. La explosión hirió a 10 de su tripulación y casi hundió el barco. Cuatro días después, la Armada de EE.UU destruyó la mitad de la flota iraní en cuestión de horas. Irán no molestó a la Armada o navegación internacional por muchos años a partir de allí.

Ahora eso ha cambiado. El régimen pirata está de regreso una vez más en sus rutas piratas.

O así lo parece, basados en una línea de tiempo detallada de los ataques del jueves contra dos buques cisterna en el Golfo de Omán proporcionada por el Mando Central de EE.UU (CentCom), incluyendo un video de vigilancia de uno de los barcos patrulla del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán quitando una mina de lapa que no explotó del casco de uno de los buques petroleros dañados.

Los iraníes niegan categóricamente la responsabilidad. Y la administración Trump tiene cuestiones de credibilidad, por decirlo suavemente, lo cual es una razón por la cual elegir a un mentiroso compulsivo para la presidencia es peligroso para la seguridad nacional.

En este caso, sin embargo, la evidencia contra Irán es irresistible. El relato del CentCom nota que “un avión estadounidense observó a un barco patrulla de clase Hendijan del CGRI y a múltiples embarcaciones de ataque rápido y embarcaciones de ataque costero rápido del CGRI (FAC/FIAC) en la vecindad del M/T Altair,” uno de los buques petroleros dañados. Los barcos iraníes son reconocidos por la Armada de EE.UU después de observarlos a corta distancia. Y escenificar ataques negables que caen justo debajo del umbral de la guerra abierta contra Estados Unidos es una especialidad iraní.

Trump podría ser un mentiroso, pero el ejército de EE.UU no lo es. Hay preguntas persistentes acerca de los tipos de municiones que atacaron los barcos, y debe darse tiempo para una investigación minuciosa. Pero requeriría una gran dosis de auto-engaño (o teorización de la conspiración) fingir que Irán no es el culpable probable, o que sus acciones no representan una escalada importante en la región.

Eso plantea dos preguntas, una menor, la otra mucho más consecuencial.

La pregunta menor es por qué los iraníes lo hicieron. Ha habido un patrón de elevada agresión iraní  durante casi dos meses, incluidos ataques altamente sofisticados contra cuatro barcos petroleros cerca del puerto emiratí de Fujairah el 12 de mayo.

Esto podría ser visto como una respuesta a la reanudación de las importantes sanciones estadounidenses, lo que ha tenido un efecto punitivo sobre la economía de Irán. Excepto que Teherán no hizo nada para moderar su comportamiento después que fue firmado el acuerdo nuclear, y la mayoría de las sanciones fueron levantadas en el 2016.

Podría ser también visto como un esfuerzo por parte de los intransigentes del régimen para sabotear la posibilidad de una reanudación de las negociaciones nucleares. Es difícil creer que fue sólo una coincidencia que los ataques contra los buques, uno de los cuales era japonés, coincidieran con la visita a Teherán del Primer Ministro Shinzo Abe de Japón.

Entonces nuevamente, el CGRI fue un gran beneficiario del acuerdo nuclear, así que no queda claro exactamente por qué lo querría detener uno nuevo.

La explicación más probable fue ofrecida por Mark Dubowitz de la Fundación para la Defensa de las Democracias, quien sugirió que el propósito de Irán era “demostrar que Trump es un Tigre de Twitter.”

No es una mala suposición. Los iraníes saben que la vanagloria y la timidez a menudo van de la mano.

Trump pasó de apocalíptico a golpeado con Kim Jong-un en cuestión de semanas, después de concluir que los riesgos de una confrontación con Corea del Norte simplemente no valía la pena. Él ha enviado mensajes variados similares hacia Teherán. Impulsar una crisis en el Medio Oriente para que el presidente estadounidense pueda “resolverla”, con un nuevo acuerdo nuclear en términos aún más fáciles que el de Obama, sería una táctica iraní astuta.

Lo cual nos trae a la pregunta consecuencial: ¿Cuál es la respuesta estadounidense apropiada?

No puede ser el ciclo trumpiano acostumbrado de fanfarroneo y concesión. Tampoco puede ser el consejo liberal de condena irresponsable seguida por la inacción. Disparar contra barcos desarmados en aguas internacionales es un ataque directo contra el orden internacional basado en normas en el cual afirman creer los liberales. Permitirle pasar sin ser castigado no es una opción.

Lo que es apropiado es un nuevo conjunto de normas — con consecuencias rápidas si Irán elige romperlas. La administración Trump debe declarar nuevas reglas de combate para permitir a la Armada combatir y destruir los barcos iraníes que acosan o amenazan a cualquier barco, militar o comercial, que opera en aguas internacionales. Si Teherán falla en cumplir, Estados Unidos debe amenazar con hundir cualquier buque naval iraní que deje el puerto.

Si después de eso Irán todavía falla en cumplir, tendríamos razón en hundir su armada, en puerto o en el mar. El mundo no puede tolerar piratas independientes somalíes. Mucho menos debe tolerar un Estado pirata que busca hacer rehén a la economía global a través de actos multiplicadores del terrorismo económico.

Nadie quiere una guerra con Irán. Pero no querer una guerra no significa permanecer supino frente a sus atrocidades. Nosotros hundimos la armada de Irán antes. Teherán debe ser puesto sobre aviso de que estamos preparados y somos capaces de hacerlo nuevamente.

 

 

 

Fuente: The New York Times
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México