Enlace Judío México e Israel.- Las relaciones comerciales entre China e Israel se establecieron en 1992, iniciaron con un intercambio bilateral de 50 millones de dólares, en el 2017 sumó 13,100 millones: importaciones de China desde Israel 4,200 millones y exportaciones de Israel a China 8,900 millones; estas cifras no incluyen las transacciones de diamantes y las operaciones con Hong Kong. En el 2018 las exportaciones de Israel a China constituyeron 5.5% del total de las ventas foráneas de Israel y las importaciones desde ese país 5.5% del total de sus compras; el año pasado China se convirtió en el segundo socio comercial de Israel, después de EE.UU y superando a la Unión Europea.

LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MEXICO

La economía de Israel es muy abierta, lo que facilita el comercio y la inversión con terceras naciones; el comercio representa casi 60.0% de su PIB (400 mil millones de dólares); en Israel no existe control cambiario, las capitales y las utilidades de las empresas pueden ser repatriados libremente con la autorización del Banco Central. No obstante, el avance general de las exportaciones de Israel, 2.2% en el 2018, frente al 11.2% de las importaciones, derivó en un incremento de 43.0% del déficit comercial ese año; la fortaleza del shekel, la moneda nacional, representa en el presente un gran desafío para que los envíos de Israel al exterior aumenten a una mayor tasa; asimismo, el dinámico avance de la demanda interna impulsa las importaciones a lo que se suma el significativo aumento de los precios básicos adquiridos en el mercado internacional.

El déficit comercial de Israel de más de 10 mil millones de dólares en el 2018 fue compensado parcialmente por el superávit en la balanza de servicios, de manera que incluyéndolo, el desequilibrio comercial se redujo a 5,700 millones.

En este contexto, es de destacar que cada vez más un mayor número de empresas de Israel participan en el amplio mercado de China. Por su parte, Israel adquiere de China un creciente número de bienes con alto valor tecnológico; en el 2018 el 12.0% de las inversiones que recibieron las “startups” israelíes fueron de China, varias de estas inversiones han sido estratégicas para el desarrollo de Israel. De acuerdo al IVC Research Center que analiza la información de negocios en el sector de alta tecnología de Israel, las inversiones chinas en este último país, se han triplicado en los últimos 5 años. Durante las pasadas dos décadas la economía de Israel destacó como una de las punteras en el mundo en cuanto al desarrollo tecnológico: aeronáutica, electrónica, telecomunicaciones, software y biotecnología, principalmente, contribuyeron con alrededor de 40.0% del PIB; en este sentido, es claro que China “quiere sacar provecho del extraordinario avance en tecnología e innovación de los israelíes”.

La inversión directa de China en Israel alcanzó 16 mil millones de dólares en el 2016, estimándose que en el futuro próximo podría superar a la de EE.UU. como principal fuente de este tipo de inversión. Sin embargo, expertos israelíes en la materia son escépticos a que China incremente significativamente su participación en la economía de Israel en virtud de que esa nación “tiene fama de no respetar leyes de propiedad intelectual de terceros”; aunque el Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel afirma que las relaciones económicas de Israel con China son bienvenidas y que debieran ampliarse en beneficio de su economía, funcionarios de seguridad y del gobierno han alertado sobre los riesgos de la inversión China no solo en Israel, sino en toda la región. Funcionarios del gobierno justifican ver la inversión de China con un ojo más crítico para preservar la independencia y seguridad del país y no dañar las relaciones comerciales con EE.UU, sobre todo a la luz de la creciente guerra comercial de EE.UU con China.

El Jefe del Servicio de Seguridad de Israel, (shinbet), Nadar Argaman, señaló al inicio del año que la influencia China en Israel conlleva riesgos sobre todo con sus inversiones en infraestructura estratégica y en grandes compañías, en particular señaló a las empresas chinas que ya están construyendo el nuevo puerto de Haifa y el de Ashdot y el tren ligero de la ciudad de Tel Aviv.

En el 2015 Israel firmó un acuerdo con el grupo Shangai International Port que controlará las nuevas operaciones del Nuevo Puerto de Haifa, será por 25 años, a partir del 2021. En Haifa suelen anclar y efectuar ejercicios conjuntos con Israel, los buques de la Sexta Flota de EE.UU. El puerto civil está siendo construido a unos 300 km del sur de la base Quinto Escuadrón de Rusia en el puerto sirio de Tartus. En cierta forma China convertirá al nuevo puerto de Haifa en una especie de base militar, que no tienen en el Medio Oriente e incrementará su capacidad de espionaje.

En el 2000 Israel firmó un contrato por 2000 millones de dólares con China para que ese país adquiera el avión falcón, empero, EE.UU presionó a Israel para que lo cancelara porque el avión tenía tecnología militar; Israel tuvo que pagar a China una multa de 350 millones de dólares. Para EE.UU, la relación China con Israel no es solo un problema comercial o de inversiones, sino un asunto geopolítico, EE.UU tiene temor de que Israel se convierta en la puerta trasera por la cual China pueda adquirir conocimientos que en EE.UU no le sería fácil de obtener debido a regulaciones existentes. El Pentágono está muy preocupado de que los conocimientos de inteligencia artificial adquiridos por empresas chinas a través de inversiones civiles o acuerdos de licencias puedan derivar en una nueva generación de armas avanzadas chinas que amenazaría a las tropas de EE.UU y a sus aliados. En China no existe propiamente un sector privado real, todas las empresas están controladas directa o indirectamente por el gobierno.

La inteligencia China está interesada en obtener información política, militar, científica y de la economía de Israel. Israel no ha sido inmune a la piratería china que ha penetrado a los fabricantes de defensa israelíes y han robado secretos de sus sistemas de armamentos más avanzados. En este sentido, entre otras preocupaciones, está la estrecha relación que China tiene con Irán, que afecta a tanto a los intereses de seguridad de Israel y EE.UU, principalmente.

Israel está obligado a cuidar su relación bilateral con EE.UU, que surgió de su proclamación como Estado en 1948 y que tiene un carácter privilegiado en áreas de defensa, seguridad, tecnología avanzada, finanzas e intercambio comercial. Esta relación ha permitido a Israel mantener una ventaja militar decisiva sobre sus enemigos regionales. En el 2016 ambas naciones firmaron un paquete de asistencia militar que le otorga a Israel 38 mil millones de dólares con el propósito de mejorar sus aviones de combate, la movilidad de sus fuerzas terrestres y su sistema de defensa antimisiles durante la siguiente década.

El Secretario de Estado de EE.UU, Mike Pompeo, ya advirtió a Israel que EE.UU le dejaría de compartir “datos delicados de inteligencia”, si este no reacciona a la amenaza que representa ampliar su cooperación con China. En este sentido, no se puede descartar que algunos contratos de Israel con China se tengan que anular. Misail Savarts, politólogo y periodista israelí, considera que habrá diferentes proyectos que Israel tendrá que cancelarle a China “si EE.UU sigue presionando fuerte”, el apoyo político, económico y militar de EE.UU ha sido siempre más importante para Israel que la cooperación con China. Israel se verá precisado a reforzar el control sobre activos de China “porque no hay que permitir que el capital de ese país penetre demasiado al mercado israelí”.

Israel ha estado ya monitoreando las inversiones extranjeras, particularmente las chinas, en materia de defensa impidió que empresas chinas entren en licitación para las Fuerzas de Defensa de Israel. También el Ministerio de Finanzas bloqueó intentos de compañías chinas de comprar Clal y Phoenix dos de los principales fondos de pensiones para evitar que cientos de miles de millones de dólares y el futuro de más de un millón de israelíes “estén a merced del gobierno chino”.

El sector de energía también debe ser vigilado estrechamente por el gobierno de Israel porque China podría convertirse en un gran cliente de su gas, con el riesgo inherente de dependencia de China. El Secretario adjunto de Energía de EE.UU, Dan Brovillett, instó a Israel a proceder con cautela al habilitar inversiones chinas en infraestructura crítica, que representan no solo una amenaza para los israelíes sino para el mundo, sus motivos “no son puros los hemos visto en el Medio Oriente y en África en particular”. A su vez el periodista William Galston mencionó “que hacer negocios con China no es lo mismo que hacer negocios con una democracia”.

Israel tiene que tener presente que el Senado de EE.UU lo ha criticado por sus crecientes vínculos con China; la administración Trump ha pedido a Israel garantías de que China no pueda utilizar sus proyectos en Israel para mejorar su posición estratégica.

La creación de un organismo regulador de la inversión extranjera se ha mantenido en forma continua en el gabinete de seguridad de Israel durante más de un año; es urgente su creación”.

 

 

 

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