Enlace Judío México e Israel.- En el 25 aniversario del atentado del Centro Comunitario Judío AMIA en Buenos Aires, el presidente argentino, Mauricio Macri, ha inaugurado una conferencia internacional contra el terrorismo. Una conmemoración de las 85 personas asesinadas y más de 300 que resultaron heridas ese 18 de julio de 1994.

SHIMON SAMUELS

Sin embargo, durante el programa se vislumbra el espectro de la víctima número 86, un amigo personal, el fiscal Alberto Nisman, asesinado a tiros en la madrugada del 18 de enero de 2015.

Esa mañana, Nisman debía presentar los resultados de una larga investigación sobre la atrocidad al Congreso argentino.

Unas semanas antes, se había unido a mí, mi esposa argentina y dos amigos en Londres, donde compartió algunas de sus revelaciones: Hezbolá anida en nueve países de Sudamérica y el Caribe; más de 90 agentes durmientes en Argentina; entrega de armas iraníes a Venezuela y sus aliados del bloque ALBA; lanzadores de misiles Fajar-3 en la isla venezolana de Margarita dirigidos hacia Tampa, Florida; tráfico de narcóticos y lavado de dinero por parte de Hezbolá en la Triple Frontera sin ley entre Argentina, Brasil y Paraguay, etc.

El asalto de la AMIA fue precedido en 1992 por el bombardeo de la Embajada de Israel en Buenos Aires, con 29 muertos y más de 100 heridos, el mismo perfil de Irán y Hezbolá es evidente en ambas atrocidades.

En los últimos 25 años, ha habido ataques terroristas en todo el mundo. La importancia de AMIA permanece en su intento antisemita y en las órdenes de detención internacionales de INTERPOL, que se “notifican con un aviso de alerta roja”, cinco de las cuales aún están activas. Esos cinco son para los iraníes, entre los cuales se sabe que tres están cerca del Líder Supremo Ali Khamenei.

El Centro Simon Wiesenthal identificó una de las fotos en una conferencia en La Meca y solicitó su detención por la INTERPOL de Arabia Saudita. Voló de regreso a Teherán a la mañana siguiente.

Otro, entonces ministro de defensa, fue visto en los medios de comunicación en Bolivia, un estado del bloque ALBA, de camino a Chile. Nuevamente INTERPOL en Santiago fue alertado, pero aquél también huyó de regreso a Teherán.

El año pasado, junto con la Henry Jackson Society y la Embajada Argentina en Londres, celebramos el 24 aniversario de AMIA en una sesión del Parlamento británico. El Reino Unido, en ejercicio de jurisdicción universal, había detenido al general Pinochet, el ex dictador chileno.

Nuestra reunión, con un sobreviviente de AMIA, un jurista argentino, un abogado británico y un experto en patrocinio de terrorismo iraní contra las tropas británicas, fue planteada para resaltar una situación en la que si uno de los cinco, aterrizase en territorio británico, sería detenido a la espera de un demanda inmediata de extradición a Buenos Aires para juicio.

Un periodista me pidió un comentario en la sede de INTERPOL en Lyon, después de la votación exitosa de los avisos rojos. Mi respuesta: “Aquellos cómplices del asesinato en masa ya no pueden visitar abiertamente sus cuentas bancarias en Suiza, tener una buena comida en París o ver un musical de Nueva York… solo pueden visitar a la familia”.

Nuestro mentor, Simon Wiesenthal, fue un gran habitué en el uso de avisos rojos en sus arrestos de criminales de guerra nazis.

Existe una ironía en el sentido de que los terroristas yihadistas han seguido a los nazis a través de las llamadas líneas de ratas similares a Sudamérica.

Alberto Nisman, la víctima número 86 del atentado de AMIA, siguió los pasos de Wiesenthal y pagó el precio de un asesinato aún sin resolver.

El anterior régimen argentino trató de sofocar la verdad del asesinato de Nisman y estaba dispuesto a vender la justicia a través de un memorando de entendimiento con Teherán para olvidar a AMIA.

El actual gobierno busca la transparencia y el cierre de las víctimas.

Presidente Macri, lo saludamos, mientras lloramos por la 86ª víctima. Que sus invitados antiterroristas convenzan a sus gobiernos de prohibir a Hezbolá y limpiar a las Américas de su presencia maligna.

 

*Director para las Relaciones Internacionales del Centro Simon Wiesenthal.

 

Fuente: Jerusalem Post