Enlace Judío México e Israel.- Dentro de la volatilidad que caracteriza al sistema político israelí, el abanico de partidos que aparecerá en las boletas de los próximos comicios no será el mismo que se presentó en abril.

ESTHER SHABOT

Benjamín Netanyahu, quien en días pasados rompió récord al sumar en total trece años sirviendo como primer ministro de Israel, no logró formar gobierno tras las elecciones celebradas en abril pasado. Por tanto, el 17 de septiembre próximo, el electorado israelí regresará a las urnas para elegir por cuál partido votar, y en consecuencia, si Netanyahu seguirá en el puesto o no. Sólo que, dentro de la volatilidad que caracteriza al sistema político israelí, el abanico de partidos que aparecerá en las boletas no será el mismo que se presentó en abril. La baraja se revolvió durante los últimos tres meses, con el resultado de que algunas formaciones partidarias permanecen, mientras que nuevas alianzas y membretes han aparecido en sustitución de otras que desaparecen.

Entre las que sobreviven se cuentan los dos grandes rivales que se confrontaron entonces, el Likud, encabezado por Netanyahu, y el partido Azul y Blanco, liderado por Benny Gantz. También subsisten los dos partidos religiosos ultraortodoxos organizados bajo los parámetros acostumbrados a lo largo de su vida política. Y otro sobreviviente de la elección anterior, con su perfil incambiado, es el partido Israel Nuestra Casa, dirigido por el ciudadano de origen ruso, Avigdor Lieberman, que fue precisamente quien, al negarse a aliarse con Netanyahu tras la elección pasada por diferencias respecto a ciertos temas de la agenda nacional, canceló finalmente la posibilidad de que éste tuviera la mayoría necesaria para gobernar.

En cuanto a las nuevas formaciones partidarias, lo que llama la atención es que en estos últimos días que restan antes de que la lista de los partidos contendientes se cierre y oficialice, se está dando un movimiento frenético entre varios de los partidos más pequeños que están a la derecha o a la izquierda de los dos grandes –Likud y Azul y Blanco– con el fin de unir fuerzas y poder así obtener resultados mejores. Una fusión que causó sorpresa hace tres días, fue la llevada a cabo entre el partido sionista de izquierda, Méretz, con la nueva formación encabezada por el exprimer ministro Ehud Barak, y algunas figuras autoexiliadas del Partido Laborista. Este nuevo partido, bautizado como Unión Democrática, pretende recuperar el terreno que la opción de izquierda sionista-progresista perdió en el ámbito nacional a lo largo de los últimos diez años en los que el liderazgo de Netanyahu consiguió imponer y hacer crecer de manera extraordinaria la fuerza de la derecha y la ultraderecha israelí.

De hecho, la naciente Unión Democrática ha manifestado que uno de sus objetivos prioritarios es “sacar a Netanyahu del poder” no sólo por desacuerdos respecto al rumbo por el que éste ha conducido al país en varios temas, sino también por los cargos de corrupción que enfrenta y las trampas y maniobras antidemocráticas a las que ha estado recurriendo con el fin de salvar su pellejo y proseguir indefinidamente como primer ministro, ya que en Israel no existe limitación para reelegirse cuantas veces sea. Hasta el momento de escribir este artículo había también la expectativa de que el Partido Laborista, de añeja tradición histórica, pero extremadamente debilitado en los últimos tiempos, decidiera igualmente fusionarse con la Unión Democrática.

También en la contraparte dentro del espectro político, o sea, en las fuerzas de la ultraderecha, nacionalista y fuertemente cargada de tintes religiosos mesiánicos, se están presentando similares iniciativas de fusión. Tres pequeños partidos con esa orientación han estado jugando con la idea de unir fuerzas con el fin de no desperdiciar votos y formar un bloque sólido que pueda constituirse en el respaldo necesario para que Netanyahu quede de nuevo al mando de la nación.

La polémica acerca de cómo obtener mejores resultados en los comicios próximos está también activa dentro de la militancia política árabe-israelí. En abril pasado fueron dos partidos árabes los que contendieron logrando sólo 10 bancas parlamentarias en total –de las 120 que conforman al Parlamento– por lo que ahora se discute la posibilidad de unir fuerzas dentro de una sola formación partidaria a fin de incrementar el poder que se obtendría presentándose en conjunto. En la primera semana de agosto quedará cerrada la lista de los partidos contendientes, por lo que aún quedará un mes y medio hasta el día de la elección. Imposible así hacer desde ahora vaticinios sobre el resultado final de esta larga odisea israelí para hacerse de un nuevo gobierno en el que, al parecer, la cuestión central que está en juego es si Netanyahu lo encabezará o no.

 

 

Fuente:lakehile.com