Enlace Judío México – Frente a tragedias ocurridas como la de hace una semana en que un adolescente judío fue acuchillado hasta su muerte no que da sino preguntarnos ¿cuál es la respuesta correcta frente al terrorismo? ¿Cómo en esta época tan llena de sangre podemos enfrentarnos miedo constante que nos asecha, a las tragedias semanales? Rab. Jonathan Sack da una respuesta muy contundente frente al terror tenemos la santidad de la vida. “Escojamos la vida” nos dice. Recurrimos al siguiente ensayo que fue publicado hace unos años durante los atentados sufridos en Londres para darnos consuelo y guía en momentos como éstos de infortunio.

Rab Jonathan Sacks. El terrorismo deshonra cualquier causa que aparenta representar

Hoy en nuestras sinagogas juntaremos nuestros rezos a los que como nosotros lloran por los muertos, piden por los heridos y comparten nuestras lágrimas por los desconsolados.

El terror se ha vuelto el azote de nuestra época, y vamos a necesitar toda nuestra fuerza interna para lidiar con él. He conocido muchísimas víctimas del terror: a sobrevivientes de la sinagoga bombardeada en Estambul 2003; a sobrevivientes del ataque terrorista que hubo en el centro de Buenos Aires en 1994; en Israel, que la gran mayoría conoce a alguien que haya sido afectado; como también he conocido a sobrevivientes de las masacres en Cambodia, Bosnia, Ruanda y Kosovo. Como otros he llorado por las familias rotas, las vidas aplastadas y las heridas físicas y mentales que probablemente jamás curarán.

Sin embargo, también he llorado por la valentía de las víctimas. Cada año, un grupo de nosotros ofrece conciertos para la gente que ha sido víctima de ataques terroristas. En una ocasión conocimos a un niño de 11 años que había perdido a su madre, su padre y otros tres miembros de su familia en un bombardeo suicida. Él mismo había perdido su vista. El la guardia del hospital cantó con el coro una canción de fe llena de encanto y belleza. Habíamos ido a darle fuerza; en su lugar él nos dio fuerza a nosotros.

El terror falla y siempre fallará porque despierta en nosotros un instinto profundo por la vida. ¿Alguna vez olvidaremos el heroísmo del bombero neoyorquino en septiembre del 2011, o la valentía de los pasajeros en el vuelo 93 o la dulzura de los extraños que trajeron alivio a los sobrevivientes?

El terror agudiza nuestra defensa de aquello que de otra forma tomamos por dado: la santidad de la vida, la importancia de la libertad, y los límites naturales que nos permiten vivir conjuntamente en seguridad y confianza.

Las sociedades libres siempre son mucho más fuertes de lo que sus enemigos piensan que son. Los enemigos de Occidente confunden su apertura por vulnerabilidad; su tolerancia por decadencia; su respeto a la diferencia por falta de convicción moral […]

La mejor respuesta al terror no es la ira sino la fuerza calmada de seguir adelante, de no ceder al miedo. Pienso en Judea Pearl, el padre del periodista asesinado Daniel Pearl, quien se ha convertido en un activista por el mejor entendimiento entre el Islam y Occidente. Cuando le pregunto qué lo motivo, me contesta: “El odio mató a mi hijo, y no puedes vencer al odio con odio.”

Pienso en uno de los jóvenes más prometedores que nuestra comunidad ha producido, Yoni Jesner, que fue asesinado en un bombardeo suicida en Tel Aviv. Su familia, bajo una convicción religiosa profunda, donó sus órganos para salvar vidas; entre ellas la de una niña de siete años palestina que había esperado dos años por un trasplante de riñón.

Michael Walzer escribió: “Los terroristas son como asesinos descontrolados, excepto que su descontrol no es simplemente expresión de ira o locura; su ira es dirigida y programática.”

Sus víctimas deliberadamente son inocentes sin involucramiento: trabajadores de oficinas, pasajeros en un tren, transeúntes de una banqueta. Su objetivo es el miedo. No hay ningún otro interés. No tiene ningún asidero en la justicia y deshonra cualquier causa que pretende representar.

La respuesta correcta al terror fue efectuada en Londrés y en el mundo cinco días atrás. Millones de personas tomaron las calles y parques para demostrar su solidaridad con las víctimas de pobreza en África. Su método fue pacífico; sus armas, cantos y celebraciones y su fuerza más grande, la justicia de su causa.

La gente con la que se identificaban – los cientos de millones de niños que carecen de comida, techo, agua potable, facilidades médicas, sustento y esperanza – nunca han recurrido al terror para traer la atención del mundo a su causa, y nunca lo han necesitado.

La elección que la humanidad encara fue señalada hace milenios por Moisés: “He puesto frente a ustedes la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escojan la vida, para que ustedes y sus hijos vivan.” La respuesta más estable a las fuerzas de la muerte es un compromiso continuo con la santidad de la vida.

Fuente: Rab Jonathan Sacks