Enlace Judío México e Israel – En el corazón de Tecamachalco hay un precioso edificio colmado de muebles, ropa, comida y artículos diversos. Pero lo que ahí habita es en realidad, otro corazón, el de la Comunidad Judía de México y se llama: Katz Jesed Center.

 

Algunos de sus espacios interiores pueden parecer los de una tienda departamental o una boutique de moda. Perfectamente organizados, los anaqueles exhiben bellas prendas, zapatos lustrosos, trajes elegantes, juguetes, muebles…

Pero no se trata de una tienda de lujo sino de un espacio creado por algunas de las personas más generosas de la Comunidad Judía de México para brindar ayuda a aquellos de sus miembros que no pueden darse el lujo de comprar la ropa, los muebles o los artículos del hogar que necesitan.

“El requisito para recibir la ayuda es pertenecer a alguna de las comunidades que están avaladas por el Comité Central”, dice Violeta Tuachi, directora del Katz Jesed Center, quien nos guía por los salones y pasillos de este complejo para entender su funcionamiento.

Mientras nos muestra con orgullo aquello en lo que se ha convertido el centro, ella recuerda sus orígenes. Lo que hoy es el Katz Jesed Center: “empezó en diciembre de 2010 por una iniciativa de Salomón Sirdok y en conjunto con los señores Alberto y Salomón Shamosh, dos ángeles que velan día y noche por la institución. Empezamos la idea de unir los distintos Gmajim en un solo sitio a donde la gente de la comunidad que tuviera la necesidad pudiera acudir.”

Con el tiempo, se fueron uniendo al proyecto Elías Tuachi, Jaime Alkon, Zury Cohen, Ivón Darwich, Bella Cabazo, Bella Betech y Tere Attach. “Juntos trabajamos día a día por crecer, mantener e institucionalizar el Katz Jesed Center.”

Violeta Tuachi asegura que la casa original, ubicada en Pescador #32 estaba, como ahora, “manejada completamente por D-os y es por eso que tenía mucha berajá…”

Sin embargo, el Gmaj cobró tanta popularidad que pronto se vio rebasado. “Un día vinieron unas personas a conocer el lugar: Marcos Metta, Max Ellman, Emilio Penhos y toda su comitiva de ayuda”, recuerda Violeta. “Me dijo Marcos: ‘mira, este lugar está muy bonito y trabajan muy bien pero no es funcional, no tienen uso de suelo. Si encuentras un lugar apropiado a dos kilómetros a la redonda, cuenta con nuestra ayuda’. Esa misma noche me acordé de una bodega que tenía el primo de mi esposo, y al otro día ya estábamos aquí viéndola; el lunes siguiente vinieron un grupo de donadores encabezados por el señor Marcos Meta Cohen, quien es ahora parte del patronato y ve todos los días por la institución, haciendo de este sueño una realidad.”

Así, el 28 de enero de 2018 se inauguró el edificio que actualmente aloja a este centro comunitario donde cualquier miembro de la Comunidad puede adquirir, por precios simbólicos —y a veces totalmente gratis— los productos que necesita para tener una vida digna.

Pero faltaban aún varios pasos para llegar a lo que hoy es el Katz Jesed Center. De entrada, el edificio debía adecuarse.

“El sueño era poder lograr un lugar bonito donde la gente pudiera venir y sentirse digna”, dice Violeta, “entonces invitamos al arquitecto Carlos Mizrahi, quien puso todo su corazón y fue el responsable de la obra y quien hasta el día de hoy ve por cada detalle que se necesita.”

Con la ampliación del espacio se presentó también la oportunidad de ampliar el rango de ayuda que presta el Gmaj. “Introducimos artículos médicos, manteles, comestibles y otros artículos más, además montamos una cocina con certificación Kosher, la cual se pone a disposición de las personas de la Comunidad que quieran vender comida certificada y que puedan hacerlo sin invertir una fortuna en ello”.

Según Violeta Tuachi, en el centro también se diseñan “servicios sociales, fomentando que los jóvenes de la comunidad aprendan a hacer Jesed, que es lo que todos los judíos debemos tener en nuestro corazón, el dar a los demás.”

Apenas en 2018, el Katz Jesed Center entregó 3,280 muebles, 21,500 prendas de ropa y artículos del hogar; Yad Latinok repartió más de 15,000 prendas de bebé y 860 artículos como sillitas, carriolas, bañeras, etc.; también se repartieron más de 300 despensas mensuales de leche y pañales.

El programa “Techo digno” ha arreglado varías casas en situaciones críticas, mientras que “The perfect spot” prestó a más de 600 personas manteles y centros de mesa para sus fiestas. También se hicieron jornadas de salud visual que beneficiaron a más de 800 personas y se consiguieron 20 donativos para aparatos auditivos.

Se repartieron 120 Lulavim y Etroguim en Sucot. Yad Leyad entrega mensualmente despensas a 280 familias; otras 52 familias reciben despensas semanales para Oneg Shabat y 86 familias más de frutas y verduras.

“No todos los días tiene uno la suerte de encontrar un proyecto de beneficencia que tiene todos los elementos para ser un gran proyecto: cubrir una necesidad real de la comunidad, ayudar a los que más lo necesitan, ser viable, estar bien manejado y, además, lograr la sonrisa de cada persona que se beneficia o que oye del proyecto”, comenta para Enlace Judío Ariela Katz, miembro del patronato del Jesed Center.

“Nosotros tuvimos la suerte de conocer a Violeta gracias a que mi mamá financió la actividad de Hafrashat Jalá en México, como parte del Shabbos Project. Cuando Violeta nos buscó para el Jesed Center, tomó tiempo hasta que logramos ir a visitarlo, pero cuando lo hicimos, de inmediato mi mamá, Adina Katz y mis hermanos Zvi, Rachel y Sara reconocimos que reunía todas las características necesarias para ser un gran proyecto.”

Así fue como la familia Katz decidió apoyar financieramente al centro y ahora, dice Ariela Katz, “nos sentimos profundamente privilegiados de poder formar parte del Jesed Center. El concepto les hubiera fascinado tanto a mi papá como a mi abuelo, es algo que les hubiera llegado al corazón, como lo señaló mi esposo, Elie Gugenheim (fue él quien tuvo la idea de ver esto como una excelente forma de honrar la memoria de mis papás). Estamos muy agradecidos con D-os por darnos la oportunidad de participar.”

Por su parte, Violeta Tuachi narra la incorporación de los Katz: “proyectando el Gmaj para más adelante, nos dimos cuenta que iba a ser un gasto muy grande que no sé cuántas veces se multiplicó. Ahí fue cuando gracias a D-os, una familia maravillosa, una familia que solamente ve por el bien del prójimo, gente divina, con un corazón impresionante, ellos mismos buscaron comprar el nombre de este lugar”, recuerda.

“Gracias a la familia Katz, a todos y cada uno de ellos: a la señora Adina Katz, que Hashem la bendiga, que viva 120 años con salud y alegrías; su esposo Marcos, que fue el que dejó este legado en esta familia, una persona que siempre vivía por ayudar a los demás; y a todos sus hijos, que Hashem los bendiga”.

Por su parte Ariela Katz agrega: “Pienso que la Comunidad Judía mexicana debe estar muy orgullosa de tener un centro así, para bien de todos nosotros y para ejemplo del resto del mundo.”