Enlace Judío México e Israel.- Los ataques israelíes dentro de Líbano junto con nuevas sanciones de EE.UU. sugieren un cambio significativo en la política hacia el grupo terrorista.

TONY BADRAN

Después de un período de calma relativa sobre la frontera norte de Israel, las últimas dos semanas han visto una ola repentina de ataques y contraataques entre Israel y Hezbolá. La escalada comenzó el 24 de agosto cuando las Fuerzas de Defensa de Israel frustraron un ataque planificado iraní y de Hezbolá con drones desde los Altos del Golán. El ataque de las FDI mató a dos agentes de Hezbolá entrenados por Irán en su complejo cerca de Damasco. Israel, según se informa, siguió esta operación con otra, atacando componentes de la infraestructura de misiles de Hezbolá en el corazón de su bastión de Beirut. Hezbolá tomó represalias este domingo pasado atacando un vehículo de las FDI en el norte de Israel, provocando una andanada de fuego de la artillería israelí en el sur de Líbano.

El polvo se está despejando aún, pero lo que está claro es que la operación de Israel refleja una nueva base de seguridad hacia Hezbolá, que está siendo puesta en vigencia al mismo tiempo que EE.UU. incrementa la presión sobre el grupo en otros frentes. Dicho todo, está claro que agosto no terminó de forma auspiciosa para Hezbolá. En primer lugar, Israel reanudó aparentemente las operaciones en Líbano contra Hezbolá y las capacidades iraníes de misiles. Entonces poco después, el Departamento del Tesoro de EE.UU. sancionó al Banco Fondo Jammal con sede en Líbano, al cual describió como “el banco elegido” de Hezbolá. Estas acciones marcan un cambio importante en las políticas israelí y estadounidense, lo que es probable que profundice el dilema estratégico de Hezbolá.

Durante la década pasada, la estrategia de Hezbolá ha dependido de dos condiciones clave, ambas de las cuales ahora parecen estar llegando a un final. La primera condición fue que EE.UU. continuaría abonando el mito de un Estado libanés independiente que existe separado y autónomo del grupo terrorista. Esa indulgencia ha dado a Hezbolá la libertad crucial para operar a través de los auspicios de instituciones libanesas como las fuerzas armadas y sistema bancario, sin enfrentar sanciones de EE.UU. La segunda condición de la cual dependía Hezbolá, una extensión de la guerra civil de Siria, fue la prevención general de Israel de conducir operaciones militares dentro de territorio libanés. Los acontecimientos durante el mes pasado sugieren que estos pilares mellizos del edificio de Hezbolá, detrás del cual se encuentran los planes de Irán para el Medio Oriente, se están desgastando a medida que el nuevo enfoque de seguridad del gobierno de Trump para el Medio Oriente abre nuevas posibilidades en la región.

Las escaramuzas limitadas entre Israel y Hezbolá este último domingo podrían haber parecido familiares, sólo que ellas reflejaron un cambio en el conflicto. En un incidente similar en enero del 2015 Hezbolá respondió a un ataque israelí contra sus cuadros en el sur de Siria disparando misiles antitanques contra vehículos de las FDI desde la zona de las Granjas de Shebaa controlada por Israel, cerca de los Altos del Golán. El ataque del domingo fue llevado a cabo también en represalia por un ataque israelí contra agentes de Hezbolá en el sur de Siria, y siguió a una presunta operación israelí en Dahieh, uno de los principales barrios de Beirut controlado por Hezbolá, y una vez más utilizó misiles antitanques contra un vehículo de las FDI—pero, a diferencia del 2015, esta vez el ataque fue llevado a cabo desde adentro de un pueblo libanés, poniendo de relieve el corrimiento a Líbano como el frente desde el cual el grupo toma represalias ahora.

La operación, que involucró un ataque con dron, marcó el fin de un hiato de casi seis años, durante cuyo tiempo los israelíes limitaron sus ataques contra activos de Hezbolá e iraníes a objetivos en Siria. El acuerdo tácito de Israel de no conducir operaciones dentro de Líbano, el cual tuvo la intención de prevenir una escalada a la guerra total, había estado bien de acuerdo durante los últimos seis años con una política estadounidense que priorizó “preservar la estabilidad de Líbano.” Incapaz de responder directamente a las operaciones en curso de Israel en Siria, Irán y Hezbolá lanzaron un proyecto para mejorar la precisión del arsenal de misiles de Hezbolá dentro de Líbano.

Para los israelíes, esta fue una línea roja. Hace unos dos años, funcionarios israelíes comenzaron a exponer y hablar abiertamente sobre esta amenaza emergente. El Primer Ministro Benjamín Netanyahu abordó el tema en la Asamblea General de la ONU en septiembre pasado, exhibiendo un mapa con la localización de sitios de misiles en Beirut. Los israelíes también comenzaron a exponer los vuelos comerciales iraníes al Aeropuerto de Beirut que llevaban componentes para convertir cohetes en misiles de precisión. Los israelíes, comunicándose a través de canales diplomáticos franceses, advirtieron: “El gobierno libanés debe ser cuidadoso en lo que respecta a las fábricas de cohetes de Hezbolá. Si la cuestión no es abordada a través de medios diplomáticos por el gobierno libanés, Israel actuará por su cuenta.” Estados Unidos ha marcado el mismo punto sobre el gobierno de Líbano, incluyendo muy recientemente durante la visita del primer ministro libanés Hariri a Washington el mes pasado. Hariri reveló que funcionarios de Estados Unidos le plantearon nuevamente esta cuestión—esto después que Hariri había acusado a Israel de inventarlo todo. Pero, Hariri dijo a periodistas en D.C., “no somos un policía para Israel, la cual continúa violando la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.”

Las muchas advertencias pasaron sin ser atendidas, y parece que Israel tomó acción. Informes de fines de agosto afirmaban que el blanco de lo que parecen haber sido ataques con drones en Beirut era una mezcladora planetaria industrial, “un componente vital en la maquinaria usada para construir un misil guiado por precisión, el cual requiere combustible sólido. Se piensa que el elemento fue fabricado en Irán.” Luego de estos informes, las FDI publicaron información desclasificada sobre el proyecto de misiles de precisión en Beirut, y expuso a las figuras iraníes liderando la campaña en Beirut.

La reacción del secretario general de Hezbolá, Hassan Nasrallah, a este golpe puso muy en relieve su dilema. No fue sólo que un número de sus medidas de represalia prometidas fueron lamentables—a saber, prometer derribar los drones israelíes en cielos libaneses, o exigir que el gobierno libanés vaya y pida a los estadounidenses que pongan presión sobre Israel. Es también que su amenaza misma de tomar represalias “desde Líbano” mismo refleja su fracaso y el de Irán.

Nasrallah había esperado transferir el frente activo contra Israel de Líbano a Siria, como para crear una plataforma de lanzamiento alternativa para operaciones contra Israel sin correr el riesgo de devastación en Líbano. El plan fracasó cuando los golpes implacables de Israel contra Hezbolá y los iraníes en Siria, y más recientemente en Irak, llegaron a un punto en que Nasrallah fue forzado a revivir el frente libanés. En julio, por ejemplo, él anunció que su grupo respondería “desde Líbano” a cualquier muerte de Hezbolá a manos de Israel en Siria. Él podría haber pensado que tal anuncio disuadiría a los israelíes, pero en cambio lo ha puesto contra un rincón. Todo lo que pudo hacer, mientras Hezbolá disparaba enfrente de la frontera el domingo a un vehículo de las FDI, fue esperar pocas bajas de las FDI, y que los israelíes no tomen represalias con fuerza desproporcionada.

Los mensajes furiosos de Hezbolá antes y después de su retaliación, insistiendo en que no busca provocar un conflicto más amplio con Israel en este momento, sólo enfatizó el dilema del grupo: No ha disuadido a Israel, ni puede permitirse activar totalmente el frente libanés. Por consiguiente, la respuesta de Hezbolá fue débil. Los israelíes la anticiparon, no sufrieron bajas, y escenificaron una evacuación falsa de soldados “heridos” ideada para que Hezbolá declare el fin de esta ronda.

El episodio aún no terminó, ya que la retaliación de Hezbolá por el presunto ataque con drones de Israel en Beirut aún es presumiblemente inminente. El problema para Hezbolá es que no disuadirá ataques israelíes adicionales contra su proyecto de misiles de precisión.

Mientras tanto, la posición del gobierno libanés ha sido instructiva, aunque enteramente predecible. Hariri y el gobierno que encabeza nominalmente se alinearon detrás de Nasrallah para respaldar cualquier ataque de Hezbolá lanzado desde territorio libanés contra Israel. Además, las Fuerzas Armadas Libanesas (FAL) apoyadas por EE.UU, que constituyen la pieza central de la política estadounidense en Líbano, también se alinearon detrás de Hezbolá y abrieron fuego contra drones israelíes de reconocimiento en el sur de Líbano. Para los entusiastas de la política estadounidense de gastar cientos de millones de dólares en las FAL, bajo los fundamentos de que las “instituciones estatales libanesas” no sólo son distintas de Hezbolá sino que también son claves para debilitarlo, esto debe ser causa de desconcierto.

Siguiendo la orden de Nasrallah de pedir a los estadounidenses que frenen a los israelíes, el gobierno libanés intentó aprovechar la inversión estadounidense en sus “instituciones estatales.” No salió como estaba planeado. En su lugar, el secretario de Estado, Mike Pompeo, ofreció apoyo a viva voz a las acciones de Israel contra las amenazas iraníes. Pero fue un alto funcionario de la administración, respondiendo a una pregunta de Tablet en un llamado de prensa de fondo el jueves, quien dio el mensaje más claro a los libaneses (y a los iraquíes). “Es nuestra posición,” dijo el alto funcionario, “que si los vecinos de Israel permiten a un tercer país maligno, que no comparte una frontera con Israel, usar su territorio soberano como tierra firme para armas peligrosas cada vez más sofisticadas, cuyo único propósito es atacar a Israel, pienso que esos gobiernos, si no pueden torcer o controlar a esos elementos, van a tener que estar preparados para ser responsables por ellos.”

Hacer responsable al gobierno libanés por lo que ocurre en su propio territorio soberano podría sonar como un punto básico y de sentido común, pero había estado completamente ausente del enfoque estadounidense pasado. En su lugar, la política estadounidense había consentido una separación obviamente ficticia entre Líbano y Hezbolá, una conveniencia que absolvía de toda responsabilidad a los funcionarios e instituciones libaneses. Ellos eran víctimas o rehenes; ciertamente no cómplices. Sin dudas, esa es todavía la visión prevaleciente en D.C., pero quizás, lentamente, se está terminando el trato de guante blanco.

Justo después que Israel publicó la información desclasificada sobre el proyecto de misiles de precisión en Beirut, el Departamento del Tesoro anunció la designación del Banco Fondo Jammal. El informe de prensa del Tesoro describió la relación del banco con Hezbolá de la siguiente manera: “El Fondo Jammal facilita a sabiendas las actividades bancarias de entidades designadas por EE.UU. afiliadas abiertamente con Hezbolá, Al-Qard al-Hassan y la Fundación de los Mártires, además de servicios que proporciona al Consejo Ejecutivo de Hezbolá.”
El banco no es una gran institución financiera en Líbano. Pero, esta fue la primera acción que ha emprendido el gobierno de EE.UU contra un banco libanés desde que el Departamento del Tesoro identificó al Banco Libanés-Canadiense como una operación fachada en el 2011. Hezbolá lavó cientos de millones de dólares al mes en dinero de drogas a través del banco.

En el 2015, el Departamento del Tesoro sancionó al empresario libanés Qassem Hejeij por sus vínculos directos con el financista de Hezbolá, Adham Tabaja, el presunto co-líder del Componente de Asuntos Empresarios del grupo. En la época, el Tesoro divulgó que “Hejeij ha ayudado a abrir cuentas bancarias para Hezbolá en Líbano y proporcionó crédito a empresas de adquisiciones de Hezbolá.” Hejeij era el presidente y fundador del Banco de Medio Oriente y África (BMOA).

Tanto BMOA como el Banco Fondo Jammal son nombrados en la demanda legal estadounidense presentada por las familias de 400 nacionales estadounidenses que fueron asesinados o heridos en Irak entre el 2004 y el 2011 en ataques por los cuales acusan que son responsables Hezbolá y el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán. La denuncia documenta supuestos tratos extensos por parte de estos bancos con Hezbolá, poniendo de relieve la minuciosa penetración por parte del grupo de la economía y sistema financiero libaneses.

Ustedes obtienen el cuadro. Hezbolá está presente en todo rincón del “Estado libanés”, incluido el sector bancario. Y los tratos de los bancos con Hezbolá parecen continuar hasta el instante en que EE.UU arroja sanciones contra un individuo particular y entidad. Después de todo, el informe de prensa del Departamento del Tesoro sobre el Banco Fondo Jammal Trust destaca su relación con Hezbolá desde mediados de la década del 2000. Pero, los funcionarios de EE.UU persisten en el engaño de que el gobernador del Banco Central de Líbano es un “socio” en extirpar las actividades financieras ilícitas de Hezbolá. El engaño, por supuesto, es sólo un residuo de la gran fantasía acerca de “instituciones” libanesas independientes separadas de Hezbolá. Tarde o temprano, a medida que la lógica de los acontecimientos lleva hacia la confrontación entre Hezbolá e Israel, mientras el gobierno e instituciones estatales de Líbano respaldados por EE.UU operan estrechamente con Hezbolá, la mentira en el núcleo de la política estadounidense se vuelve insostenible.

Y esa hora se podría estar aproximando rápido. Según un alto funcionario de EE.UU que habló con Tablet, las designaciones reflejan una serie de decisiones de empleo y regulatorias a lo largo del gobierno de Trump que sugieren que se están formando grietas en el consenso de largo tiempo de que las instituciones estatales libanesas son intocables. El argumento de la “estabilidad” de Líbano había sido prevaleciente y a menudo había anulado la acción más agresiva. “Estas nuevas sanciones sugieren la voluntad de marginar a esta posición y sus defensores,” agregó el alto funcionario. “Ese es un buen inicio.”

 

*Tony Badran, analista del Levante para revista Tablet, es un miembro investigador en la Fundación para la Defensa de las Democracias.

 

Fuente: Tablet
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.