Enlace Judío México – Cada una de las festividades judías tiene un elemento particular o una mitzvá (acción especifica) que la distingue del resto de las fiestas. En Pesaj por ejemplo comemos matzá, en Sucot hacemos un refugio con palmas, en Shavuot estudiamos Torá y así sucesivamente.

Cada acción especial que hacemos en ese día nos recuerda el significado tan profundo que tiene la fiesta. Nos muestra la forma en que debemos de acercarnos a ella y el cambio interno que debemos impulsar en nuestra persona durante esa época.

Rosh Hashaná específicamente es el día del juicio, el día de la creación y el día en que coronamos a D-os como nuestro Rey. Los sentimientos que debe despertarnos es el deseo de acercarnos a D-os a través de reconocer su soberanía en el mundo que nos rodea.

Cuando aceptamos que D-os creó el mundo con un sentido, podemos ver la belleza de Su obra y nos volvemos inmediatamente responsables de nuestras acciones; puesto que nos dotó también de un objetivo a nosotros.

Rosh Hashaná es el momento para pensar en nuestro potencial moral como humanos, en nuestra responsabilidad para con nosotros y las criaturas y en la relación que establecemos con el Creador. Cuando pensamos en todo esto necesariamente hacemos “teshuva” corregimos las acciones que creemos nocivas en nuestra vida, y lo hacemos a través de aceptar nuestra labor en el mundo como criatura consciente y nuestra responsabilidad como individuos. Es un día de celebración porque festejamos la alegría de tener una responsabilidad dada por D-os y es un día solemne porque reconocemos que somos juzgados en base a ella; lleva dentro de sí un carácter agridulce que representamos en la cena comiendo alimentos dulces y amargos en conjunto.

Durante los dos días que dura la festividad hacemos una serie de actividades que nos recuerdan el sentido profundo de la fiesta. Entre ellos el más conocido es el seder de Rosh Hashaná en el cual antes de empezar la cena comemos alimentos simbólicos y decimos bendiciones para el próximo año. A continuación explicaremos el significado literal de cada una de ellas y trataremos de explicar como la bendición se conecta con el sentimiento que la fiesta debe despertar.

Dátil, poro y acelga

Durante la cena ritual, cada vez que se va a comer un alimento se pronuncia una bendición de esperanza para el año que viene. Los primeros tres alimentos que se comen son un dátil, pedazos de calabaza y acelga. Con ellos deseamos que aquellos que nos odian sean, disminuidos, erradicados y consumidos. Cada uno de los términos se refiere a un grado distinto de separación. El poro habla de ser reducidos en número; la acelga, que se vayan por si mismos y el dátil que sean eliminados totalmente. Varios rabinos han resaltado el hecho que los enemigos son una metáfora del “yetzer hara” el instinto hacia la maldad que toda persona tiene en su interior. Cuando deseamos que sean erradicados estamos deseando tener la fuerza suficiente para poder combatirlo a lo largo del año. Parte de las bendiciones relacionados con estos alimentos también hablan de libertad que surge al haber deshecho la persecución que ejercen sobre nosotros. Directamente se conectan con la idea de “teshuvá” y libre albedrío porque precisamente nos enseña que nosotros tenemos el control sobre dicho instinto, que si deseamos podemos reducirlo por completo incluso erradicarlo totalmente de nuestra vida, no es él quien nos controla sino nosotros.

Zanahoria y granada

Si bien el primer paso de la teshuva es dejar atrás las acciones que son moralmente malas y erradicarlas de nuestra vida, este acto siempre debe venir acompañado de acciones positivas. Entre más actos de bondad y belleza realiza uno, más se llena de alegría y mas posibilidades tiene de acercarse a sí mismo y a D-os; al mismo tiempo que se aleja de aquellos actos que son nocivos. En la cena ritual de Rosh Hashaná pedimos en dos ocasiones que D-os nos llené de actos buenos. Cuando comemos de la zanahoria le pedimos a D-os que tengamos numerosos méritos y que nos alegremos, al igual cuando comemos de la granada le pedimos a D-os que nos llene de mitzvot (mandatos) como una granada está llena de semillas. Al igual que con el dátil, el poro y la acelga el significado entre ambas bendiciones es muy similar, sin embargo, tiene grados de diferencia entre una y otra. Con la zanahoria nos referimos a los méritos que D-os ve en nosotros y la alegría que ello produce; con la granada nos referimos explícitamente a la mandatos que fueron revelados por Él. La primera habla de alegría y la segunda de plenitud. Sin embargo, ambas requieren que uno participe activamente dentro del mundo y reconozca la soberanía divina.

Manzana con miel

Cuando tomamos de la manzana le pedimos a D-os que nos de un año lleno de dulzura como la miel. Con esta bendición reconocemos que todas las bondades que llegan a nosotros en el año dependen directamente de D-os. De Él depende el goce, la salud, la vida, la belleza, el bienestar económico y todo lo que podamos imaginarnos. Usamos una manzana con miel porque la combinación de ambos alimentos representa dos tipos distintos de dulzura hacia la vida; la dulzura que llega de forma natural, de los árboles, sin trabajo ni confrontación y la dulzura que surge a través del trabajo, del sufrimiento o aquello que no es inmediatamente dulce pero con el tiempo se vuelve armonioso (la miel). Al comer de ambas recordamos que D-os está presente en todos esos momentos.

Calabaza

Aunque sus bendiciones sean radicalmente distintas, tanto la calabaza como la cabeza de carnero que comemos en Rosh Hashana encierran el simbolismo que compone a la fiesta en su totalidad. Con la primera pedimos que nuestros decretos malos sean borrados y sean leídos frente a D-os sólo los decretos benignos. Es el centro de la fiesta porque es la esencia y el resultado de la “teshuva.”

Cuando uno hace teshuvá completa D-os lo limpia de aquellas acciones por las que esa persona pide perdón y corrige; los decretos malos son eliminados y los buenos prevalecen. La calabaza nos recuerda el juicio del día en el que nos encontramos y nos ayuda a pedirle a D-os que podamos hacer teshuvá completa que seamos exitosos en nuestro intento de redirigir nuestros pasos hacia un camino más pleno y más correcto.

La cabeza de Carnero

Con la cabeza de carnero por su lado le pedimos a D-os “ser cabeza y no cola”. La cabeza representa dominio, cuando pedimos ser cabeza pedimos estar en control de nuestros instintos. A la festividad misma se le llama cabeza porque de la dirección que tomamos este día depende el resto del año. La cabeza de carnero nos recuerda que nosotros somos responsables de nuestras acciones y estamos obligados a responder ante ellas, es la esencia de todo el significado de la fiesta. El carnero además aparece en otros momentos de la festividad, de sus cuernos se hace el shofar y constantemente aparece en las lecturas que se hacen ese día. Es un recuerdo del libre albedrío, la razón por la cual el hombre fue creado.