PITTSBURGH (JTA) – Soy un rabino que perdió a sus congregantes en el ataque en Pittsburgh. Así es como hemos crecido este año, y dónde aún necesitamos ayuda.

JONATHAN PERLMAN

He sido rabino de la Congregación New Light (Nueva Luz) en Pittsburgh durante nueve años. Este año, en los servicios de Kol Nidre en Yom Kipur, prediqué acerca de la calma.

Nuestra congregación es parte de un torbellino de ira y extremismo que recorre el mundo en este momento. El año pasado, nosotros y nuestros compañeros de la congregación Árbol de la Vida, fuimos blanco de la ira de un hombre. Ahora, es hora de calmarnos.

El trauma es una herida que llevas contigo para siempre. A diferencia de la aflicción, que puede pasar por etapas predecibles, el trauma es pegajoso. Construye un hogar en la mente; puede dañar el espíritu. Envía impulsos reactivos al sistema nervioso.

Cada vez que un auto se incendia en la calle, lo siento en mis huesos. Algunos oyen un sonido penetrante y corren. Las películas de acción ya no son entretenidas. Hablar de la “masacre” arruina el estado de ánimo. La gente toma rutas tortuosas por la ciudad para evitar los malos recuerdos. Otros juran que no volverán a entrar a la sinagoga Árbol de la Vida.

Si nos preguntamos dónde estamos hoy, yo diría que estamos en un estado de shock reprimido. La gente constantemente me pregunta cómo estoy, y simplemente sacudo la cabeza. Sé que tienen buenas intenciones, pero la herida sigue fresca y no quiero hablar de ello.

Yo diría que muchos de nuestros miembros en New Light están en la misma situación. He logrado convencer a muchos de ellos y a sus hijos a que vayan a terapia. Creo que un gran número de miembros han buscado los servicios de Jewish Family and Children’s Services y del Centro para Víctimas, incluso aquellos que nunca antes han requerido los servicios de un terapeuta capacitado. Me pregunto cuántos residentes de Pittsburgh siguen en terapia para mitigar sus traumas y hacer frente a sus propias preocupaciones.

El temor de que algo aterrador pueda suceder es una maldición que los judíos ven repetidamente en su propia “historia lacrimógena”, como dijo el erudito Salo Baron a principios del siglo XX. Nunca pensamos que podría ocurrir aquí en Estados Unidos, pero sucedió.

Me siento alentado por la abrumadora cantidad de mensajes positivos que hemos recibido; donaciones, cartas, arte, muestras de amor y esperanza llegan diariamente de todas partes del mundo. En nuestra ciudad, cuyos ciudadanos vivieron el ataque con lágrimas y dolor, hubo innumerables respuestas positivas. Pittsburgh es una ciudad de campeones. Nunca me he sentido tan agradecido por el apoyo que recibimos internamente de nuestra propia Federación Judía, JFCS, y la Congregación Beth Shalom, y externamente de la Oficina del Alcalde y el Consejo Municipal, de nuestros equipos deportivos, de nuestras empresas, pequeñas y grandes, de las escuelas y de todos nuestros vecinos en el área de los cinco condados que estuvieron con nosotros en los mítines y vigilias.

Pero aún queda mucho por hacer. El Centro para Víctimas en Pittsburgh, financiado por el Departamento de Justicia de Estados Unidos, ha cometido dos errores en el último mes: rechazó una declaración de culpabilidad del hombre armado que comenzó este horror, insistiendo en un juicio previsto para dentro de un año. Y han programado el juicio cuatro días antes de Rosh Hashaná, uno de los días más sagrados del calendario judío.

Este juicio sin duda volverá a traumatizar a los sensibles entre nosotros y traerá de vuelta el circo periodístico que aumentará nuestro dolor.

El lado positivo es que durante este año, los miembros de New Light han dado un paso adelante para continuar con las tradiciones enriquecedoras de nuestra sinagoga. Comenzamos un programa de lectura en hebreo. Los nuevos miembros han aprendido a leer la cantilación de los Libros de los Profetas. Las clases para adultos están más llenas que nunca. La Mesa Directiva se está ocupando de importantes cuestiones existenciales sobre nuestro futuro.

Hay quienes se dedican a la conmemoración y otros que buscan oportunidades para traer alegría y tranquilidad a través de eventos musicales y cenas. Me encantó ver a Leigh Stein, hija de nuestro querido Dan Stein, lanzar la primera pelota a su hermano Joey en un partido reciente de los Piratas. Su padre los entrenó durante años en partidos de béisbol y softball.

Hay algo en vivir el momento y dejar de lado el ruido, el claxón, los insultos, el señalar con el dedo y el drama que cayó sobre nuestra pequeña y valiente ciudad. No somos una gran metrópolis que crece con ese tipo de energía cáustica. Pittsburgh es diferente.

Descubrimos la consciencia plena en nuestras oraciones diarias, observando el Shabat y encontrando inspiración en nuestra Torá. Eso es lo que hicieron nuestros mártires. Estamos siguiendo su ejemplo.

El rabino Jonathan Perlman es el rabino de la Congregación New Light (Nueva Luz) en Pittsburgh.

De la traducción (c)Enlace Judío México
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