Enlace Judío México – Todas las religiones del mundo tienen un punto en el que hablan de alguna revelación divina; ya sea a través de un profeta, de un ángel o de un fenómeno sobrenatural. En cualquiera de los casos las enseñanzas de esa revelación tiende a ser la base fundamental de las creencias, los rituales y la tradición que se desprende de ella. La Torá es la revelación que Moisés recibió de D-os y que el pueblo judío fue presenciando a lo largo de su travesía por el desierto. Cuenta la Creación del mundo, la historia de las primeras generaciones, la descendencia de Abraham, Jacobo e Isaac y el pacto nuevo que ese pueblo hizo en el desierto.

Más que un libro de historia es un libro que el enseña a quien lo estudia cómo comportarse frente a D-os. Muestra las bases morales con las que D-os hizo al hombre y la forma en que responde frente a sus acciones y la manera en que personas antes que nosotros han intentado acercarse a Él, seguir su instrucción. Es primordialmente un libro que narra los fracasos de los personajes y el crecimiento que tuvieron a raíz de ellos, que un libro de hazañas y victorias. Hoy se conserva gracias a una tradición milenaria que lo ha mantenido con vida hasta nuestros días. El vehículo principal desde hace más de 3,000 años para conservarlo es el “sefer Torá”, como se dice en hebreo, o el rollo de Torá que año con año se escribe en alguna parte del mundo. Es literalmente un pergamino que contiene la historia escrita tal y como fue dictada por D-os a Moisés, letra por letra, según nos dice la tradición judía. Se ha elaborado de la misma forma por más de tres milenios consecutivos y es uno de los elementos más sagrados que cualquier judío puede poseer. Requiere del trabajo arduo de más de un año y de un refinamiento y un conocimiento de profundísimo de textos judío, jurisprudencia y análisis textual. A continuación hablaremos un poco de su importancia y el proceso de elaboración que conlleva.

¿Qué es un sefer Torá?

Literalmente el sefer Torá, o rollo de Torá, es un pergamino atado a dos palos de madera que tiene escrito en él toda la Torá. Se guarda en el centro de la sinagoga en un arca o “aarón hacódesh”, en la tradición asquenací se cubre con una tela especial llamada “vímpel”, en la sefardí se mete en un cofre vertical de forma ojival llamado “tik” por los mizrajíes y “vestido” sefardíes.

Para que se “casher” o apto para su uso en el servicio, debe ser escrito por un “sofer” que es un judío que ha estudiado todas las reglas e intenciones necesarias.

Primero que nada, ningún metal usado para hacer armas puede tocar un séfer Torá, es decir, ni el hierro, ni el acero, ni el bronce, ni el estaño pueden tocarlo. Así pues, la pluma con la que se escribe cada letra de la Torá debe ser una pluma especial. Las más comunes son las de pluma de pavo o de ganso, el sofer le saca punta a la pluma y la modela específicamente para obtener el tazo perfecto.

La caligrafía varía dependiendo de la tradición, sea asquenací o sefardí. La tinta con la que se logra esta caligrafía tan particular, llamada ashurit, o asiria, puesto que fue tomada por Esdras el escriba tras volver del exilio babilónico, está hecha de abogallas, sulfato de cobre, carbón y goma arábiga.

La abogalla es un producto muy particular que nace de cuando una avispa inserta sus huevecillos en un árbol. El árbol, intentando frenar el paracitaje, aisla la zona creando una tumoración. Este tejido generalmente es el mejor para el crecimiento de la larva de avispa, y también lo es para ser el ingrediente de esta tinta. La abogalla se pulveriza y se añade a la mezcla. El carbón, el sulfato de cobre y la goma arábiga se meten a hervir y finalmente queda al enfriarse una tinta viscosa y lista para su uso en el rollo.

El rollo se hace de la piel de un animal “kasher” que haya sido matado específicamente para comerse o para uso diario, de no ser así, es decir, que el animal haya perecido solo para preparar un “claf” o rollo, el rollo deja de ser “kasher” y su uso se considera un agravio. La piel del animal es tratada largamente para obtener la consistencia deseada, el pedazo de piel a usar debe ser declarado único para ese uso. Está prohibido entonces usarlo para otra cosa distinta.

Para ser sofer, el judío debe estar certificado, y para ello, debe vivir una vida de estricto apego a la halajá, además de conocer al dedillo más de 4,000 leyes concernientes a ésta. Esta persona bien conocida en la comunidad, comienza su trabajo lavando sus manos con el tradicional “netilat yadaim” y continúa trazando líneas guía en el rollo con un instrumento hecho a menudo de una espina o de cuerno llamado “sarguel”, recordando que los metales bélicos no pueden tocar el rollo. Antes de escribir la primera letra en el rollo, pronuncia una bendición particular y así comienza el trabajo de tres años, aproximadamente, de duración.

No puede escribirse de memoria, por lo que se usa un libro guía llamado “ticún” el cual se sabe de antemano que no contiene ningún error. Cada letra debe ser pronunciada al escribirse. Y cada “yeriá” o pedazo de rollo debe estar certificado por tres rabinos antes de su uso. Cada sección se debe revisar antes de ser cosida a lo que va del rollo.

Cualquier error hecho, puede ser borrado rascando la piel con un instrumento cuya punta es de vidrio. Ninguna letra puede tocar otra y si una letra del nombre de D-os toca a otra, el pedazo de rollo se considera inválido y debe ser enterrado.

Para escribir el nombre de D-os, el sofer debe sumergirse en una mikvé, o pila ritual y usar una pluma especial y diferente de la que se ha estado usando, así como otro frasco de tinta que no haya sido tocada por otra pluma que no sea aquella con la que se escribe el nombre de D-os.

Finalmente, para coser los pedazos de piel juntos, se usa una aguja de plata cubierta de oro. También en su arsenal de herramientas, el sofer cuenta con tijeras de plata recubiertas de oro. Como hilo, el único que es apto para un séfer Torá es el tendón de un animal casher, recordando a la lucha de Jacobo con el ángel de D-os.