Enlace Judío México e Israel.- El ISIS proporcionó un molde para los ataques. Ahora personas aisladas los reproducen como espectáculo insignificante.

RAFFAELLO PANTUCCI

Abu Bakr al-Baghdadi está muerto, algunas semanas después de que Europa fue atormentada por cuatro incidentes separados clasificados como terrorismo: un atropello con camión en Limburg, Alemania; una serie de acuchillamientos en una estación de policía en París; un tiroteo en una sinagoga en Halle, Alemania; y otra serie de acuchillamientos en un centro comercial en Manchester, Inglaterra. Si bien las investigaciones están aún en marcha, en esta etapa no parece que ninguno de estos ataques tuviera algún vínculo estructurado con un grupo terrorista como el Estado Islámico de Baghdadi. La mayoría de los perpetradores exhibieron alguna conciencia de una ideología extremista, pero no sabemos que a alguno de ellos le fuera ordenado hacer lo que hicieron.

¿Qué relevancia tiene la muerte de Baghdadi para alguno de estos atacantes, o para la amenaza terrorista en general? Hay poca evidencia histórica que decapitar grupos terroristas los destruya. Los líderes tienen redes a su alrededor construidas sobre contactos personales, y sus muertes cambian esas dinámicas. Algunos líderes particularmente carismáticos llevan adelante grupos por medio de la fuerza, de la personalidad, o la narrativa personal. Su remoción puede debilitar el aura alrededor de sus organizaciones, pero no puede prometer la erradicación.

Cuando los líderes son retirados abruptamente, los grupos terroristas tienden a fragmentarse y se vuelven más radicales. Los pretendientes al trono o sucesores ungidos quieren establecer sus propias marcas y a menudo usan un ataque espectacular para hacerlo. Uno puede observar a Afganistán, donde ataques repetidos contra el liderazgo del Talibán sólo han hecho más violento al grupo, o al centro comercial Westgate en Nairobi, Kenia, atacado en el 2013 por un líder terrorista en ascenso de al-Shabaab estampando su impresión en el mundo. A principios de ese año, un ataque contra la planta de gas In Amenas en Argelia siguió un patrón similar. Diferentes facciones forjarán a menudo sus propios caminos lejos de la organización central, aprovechando la oportunidad para cambiar las instrucciones y emplear nuevas tácticas.

Pero esto nos habla sólo acerca de la amenaza terrorista clásica—la conspiración a gran escala, ordenada a menudo desde el exterior. Tales conspiraciones existen todavía, y las autoridades están combatiéndolas con éxito. Donde ellas han encontrado más dificultad, sin embargo, es en detener los incidentes más pequeños, en los cuales los ataques parecen en sintonía con ideologías terroristas aunque carecen de vínculos claros con los grupos que las propagan. El ISIS perfeccionó el arte de ordenar a los acólitos individuales, sueltos alrededor del globo, lanzar ataques en sus entornos inmediatos con cualquier herramienta a su disposición. Este grupo fue suplementado por un cuadro adicional que lanzó ataques tomando la metodología del ISIS e interpretando su ideología sin establecer contacto jamás con la organización.

Luego está el terrorista sin una ideología, tal como Salih Khater. El 14 de agosto del 2018, él manejó su coche contra los transeúntes fuera de las Cámaras del Parlamento. Un año después Khalid Masood lanzó un ataque similar cerca del mismo lugar, el ataque puso a Londres nervioso nuevamente.

Al sentenciar a Khater, la Jueza Maura McGowan concluyó que él había cometido un acto terrorista, pero no pudo identificar una ideología clara que él estuviera promoviendo: “Usted replicó los actos de otros que indudablemente han actuado con motivos terroristas. Usted copió deliberadamente a esos otros. . . . Usted nunca ha explicado sus acciones y no ha dado ningún relato, antes u hoy, que sea capaz de disuadirme de sacar la conclusión que esta ofensiva tuvo una conexión terrorista”, dijo.

En un número creciente de casos de terrorismo, la ideología es como mucho un apéndice para un acto de violencia planificada y performativa. Estos terroristas son personas impulsadas por demonios personales o interacciones en foros de chat o comunidades online, gente con desórdenes sociales o temas de salud mental, o gente con un deseo de hacer declaraciones en un mundo en el cual ellos han fallado en dejar una impresión.

¿Adónde estuvo Baghdadi en el intento de ataque por atropello de Khater y otros como él? En esta nueva era del terror, el ISIS proporcionó sólo la idea de fondo, popularizando el método de manejar coches hacia los transeúntes. El grupo generó el meme, o al menos ayudó a volverlo viral, haciendo fácil para otros replicarlo.

Es muy pronto para descartar al terror estructurado de grupos tales como Al Qaeda e ISIS. Indudablemente surgirán otros grupos, líderes y seguidores. Pero el Occidente se está moviendo dentro de una época de terrorismo aislado e incluso sin sentido, una época en que los líderes contribuyen más conceptualmente que tácticamente. En breve, podremos mirar atrás a través de lentes rosados la época en que el terrorismo estaba conformado de redes y líderes fácilmente entendibles.

 

* Raffaello Pantucci es miembro asociado en el Instituto de Servicios Unidos Reales para Estudios de Defensa y Seguridad.

 

 

 

Fuente: The Wall Street Journal
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México