Enlace Judío México e Israel – Baha Abu al-Ata, el alto comandante de la Yihad Islámica que Israel asesinó el martes, es el principal elemento que socavó la estabilidad en el sur del país en el último año. Hamás. Egipto e incluso su propia organización dejaron de influir en él, y comenzó a actuar como un gángster independiente del barrio.

YANIV KUBOVICH

Su asesinato ahora, dijeron los oficiales de defensa, no se ejecutó porque de pronto fuese más peligroso. Principalmente fue una cuestión de oportunidad. Pero esperan que su muerte restablezca la calma necesaria para un acuerdo a largo plazo entre Israel y Hamás.

Las Fuerzas de Defensa de Israel y el servicio de seguridad Shin Bet habían preparado un plan para el asesinato de Abu al-Ata hace dos años, pero hubo discusiones sobre el momento adecuado. El ejército estimó (y sigue estimando) que la tensión en el norte tiene una mayor prioridad, mientras que el director de Shin Bet, Nadav Argaman, pensó que Abu al-Ata debía ser asesinado en el momento oportuno. Pero hasta hace poco, el primer ministro Benjamín Netanyahu y el gabinete de seguridad estaban del lado del ejército.

La preocupación del ejército era que si estalla una guerra después del asesinato, no había forma de predecir cuánto daño causaría ni cuánto tiempo duraría. Dado que la fuerza aérea podía ocuparse de las armas de Abu al-Ata (cohetes, francotiradores y aviones no tripulados), argumentó que era mejor vivir con sus ataques que arriesgarse a socavar la preparación para un posible conflicto en el norte.

A finales de 2018, altos oficiales de la defensa volvieron a mencionar el asesinato de Abu al-Ata. Avigdor Lieberman, entonces ministro de Defensa, dijo el martes que Netanyahu se había opuesto al asesinato. Pero se olvidó mencionar que los oficiales de defensa también se opusieron, debido a una operación inminente que ellos consideraban más importante.

Sin embargo, en los últimos meses, la influencia de Abu al-Ata en la Franja de Gaza ha aumentado, en parte debido a las propias acciones de Israel. Por lo tanto, el ejército volvió a examinar la cuestión de cómo detenerlo.

“Puede parecer sorprendente que Abu al-Ata se haya convertido en una espina para todos, ya que no era particularmente brillante o inteligente”, dijo un oficial de las FDI.

Incluso los dirigentes de la Yihad Islámica lo consideraban un gánster, pero su carácter agresivo podía ser útil. Cuando se dieron cuenta de que, a diferencia de Hamás, la Yihad Islámica no obtendría ningún beneficio especial de la tregua con Israel que Egipto intentaba negociar, lo sacó una y otra vez para disparar contra soldados israelíes y lanzar cohetes y morteros, recordando a todos su existencia.

Pero finalmente, la Yihad Islámica perdió el control sobre él. Esto se hizo más evidente a principios de este año, cuando Abu al-Ata decidió por su cuenta lanzar cohetes a Tel Aviv mientras un mediador egipcio se reunía en Gaza con altos funcionarios de Hamás y de la Yihad Islámica sobre una posible tregua con Israel.

Ambas organizaciones negaron responsabilidad del lanzamiento y culparon a grupos “rebeldes”. Hamás concluyó, al igual que Israel, que Abu al-Ata se había convertido en un elemento perturbador e incontrolable.

Abu al-Ata se convirtió en comandante de la brigada de la Yihad Islámica a los 30 años. Durante los últimos cinco años, comandó la brigada del norte.

Su carácter rebelde le ganó adeptos en Gaza, luego de haber sobrevivido a dos guerras y a los repetidos intentos de asesinato por parte de Israel. Era considerado un hombre que no temía a nada y no se inclinaba ante ninguna autoridad. Pero la inteligencia israelí lo veía como un líder de una banda y no como un oficial de una organización militar jerárquica, como afirma la Yihad Islámica.

Contrariamente a las afirmaciones después de su muerte, Abu al-Ata nunca fue cercano a Irán. Los oficiales israelíes que lo siguieron durante años confirmaron que no tenía contacto directo con Teherán y que no recibía órdenes de atacar a Israel.

Pero funcionarios de Hamás y Egipto, sostienen que incluso sin órdenes explícitas, había actuado durante meses para ayudar a Irán. Pensó que los iraníes considerarían que los ataques contra Israel servían a sus intereses al interrumpir los esfuerzos para alcanzar una tregua, y que, por lo tanto, se le consideraría un jugador de las grandes ligas.

En abril, las FDI lo consideraron la persona responsable de la escalada en Gaza. Hasta entonces, Israel había responsabilizado oficialmente a Hamás.

Los oficiales de la defensa sabían que nombrar a Abu al-Ata le daría el estatus de estrella, pero consideraron que era la única manera de detenerlo sin matarlo. La idea era que al señalarlo Hamás y la Yihad Islámica intentarían contenerlo.

Hasta cierto punto, esta idea funcionó: fue invitado a Egipto para mantener conversaciones con funcionarios egipcios, de Hamás y de la Yihad Islámica para un alto al fuego, e Israel le permitió asistir. Pero contrariamente a lo esperado, esto no lo moderó, sino que simplemente confirmó su visión de sí mismo como un gran operador. No se dejó influenciar por las advertencias de que estaba llevando a Gaza a una escalada que socavaría su seguridad y su economía.

En consecuencia, Israel llegó a la conclusión de que no había más remedio que asesinarlo. El problema es que se dio cuenta de que era un blanco y, por lo tanto, tomó precauciones.

En los últimos meses, se escondió en el norte de Gaza, con la ayuda de seguidores leales. Cambiaba sus escondites con frecuencia y siempre se quedaba cerca de civiles para que a Israel le resultara difícil matarlo sin dañar a inocentes.

Se prepararon varios planes para asesinarlo. Pero fue sólo recientemente que el Shin Bet identificó una oportunidad viable. Y en el momento en que los oficiales de defensa observaron que se había expuesto de una manera era posible asesinarlo con un mínimo de bajas civiles, el gabinete de seguridad aprobó la operación.

Fuente: Haaretz / Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico