Luis Wertman Zaslav para Enlace Judío México e Israel – Los pronósticos más certeros deben estar exentos de optimismo, igual que de pesimismo. Se tiene que trabajar con cifras, cálculos y estimaciones objetivas, sin que influya la preferencia, el rechazo o la ideología.

El segundo año de este cambio de época tendrá que transcurrir con menos tripas y más razón si queremos sortear la progresiva desaceleración que el mundo va a experimentar, las tormentas políticas domésticas y el ciclón electoral de los Estados Unidos.

También servirá para aprovechar el nuevo y mejorado T-MEC, fortalecer el mercado interno con las recientes inyecciones de ingreso que significan el aumento inédito al salario mínimo y los programas sociales que son bandera de la administración actual.

No será sencillo apartarnos de la batalla diaria en redes sociales, de las posiciones en contra y a favor del gobierno presente y la carga de divisionismos que se ha vuelto habitual en nuestra forma de dirigirnos como ciudadanos.

Porque, si bien necesitamos un crecimiento en marcha, el año económico no fue ni catastrófico ni la antesala del colapso financiero que se auguraba hace 12 meses.

La realidad es que se trata de un modelo de gobierno prudente, por el no endeudamiento y a favor del libre mercado, que está buscando sentar las bases de una nueva redistribución de la riqueza, reducir la corrupción endémica y lograr un Estado de derecho lo más estable posible.

Pero no podrá hacerlo solo y necesitará a una sociedad mucho mejor informada que no sea presa del pánico artificial que tiene mucho de creado y poco de realidad.

En fin, que gobierno y sociedad ya tuvieron un año para conocerse y ahora viene, esperemos, el año en que caminamos juntos con acuerdos mínimos, que son los que nos urgen.

Fuente: El Financiero