Enlace Judío México e Israel – El 17 de enero, alumnos del Colegio Sefaradí y del Colegio Alemán se reunieron en las instalaciones del primero para conmemorar el Día Internacional de Recordación de las Víctimas del Holocausto. 

 

“Mi nombre es… la identidad después del Holocausto” fue el eje conceptual del encuentro celebrado en el Colegio Hebreo Sefaradí, entre alumnos y maestros de dicha institución y sus pares del Colegio Alemán Alexander von Humboldt, encuentro que sirvió para conmemorar a las víctimas de la Shoá y para reflexionar sobre la identidad, la continuidad y el nombre de las personas.

Así, con una reflexión, el rabino principal de la Comunidad Sefaradí, Moisés Chicurel, sacudió a los presentes, quienes escucharon atentos. “El nombre es una de nuestras posesiones más valiosas”, dijo, “y no por lo que podamos poseer en la vida misma sino por el legado que da.”

Recordó que los judíos se refieren a Dios en hebreo como “Hashem” (El nombre), cuando, inexorablemente, a cada una y cada uno de nosotros nos toque despedirnos de este mundo, lo único que va a recordarnos es nuestro nombre, y cuando nace una niña, un niño nuevo, lo primero que se hace es ponerle su nombre.”

El nombre, dijo, es una de nuestras posesiones más valiosas porque implica la continuidad de la vida y el recuerdo de nuestro paso por el mundo. “Cuando dejamos un nombre, dejamos vida; cuando dejamos un nombre, dejamos esperanza; cuando dejamos un nombre, dejamos un legado y dejamos inspiración.”

La memoria de las víctimas de la Shoá, dijo, seguirá aquí mientras recordemos sus nombres, así como aquellas que, ante la barbarie nazi, decidieron no mirar a un lado sino actuar para proteger la vida de quienes eran humillados y asesinados.

“Ojalá que nuestras vidas tengan la energía suficiente, no nada más para consumir el tiempo que tenemos en este mundo, sino para dejar un legado, y ese legado nunca va a ser mejor que el legado de un buen nombre, a través de nuestras acciones y a través de nuestras decisiones. Así todo se concentra en la cadena eterna de la vida y así realmente la muerte es vencida.”

Isaac Farji, alumno del Colegio Sefaradí, fungió como maestro de ceremonias. Antes de presentar al rabino Chicurel había hecho lo propio con Emanuel Junich, director general del Colegio Sefaradí, quien abrió la ceremonia con otro emotivo discurso:

“Este colegio abrió sus puertas a 90 alumnos de primaria y kinder, en febrero de 1944. Mientras aquí en México los judíos se organizaban para construir templos y colegios, en Europa se vivía el terror y el antisemitismo”, dijo.

“Hoy estamos aquí para conmemorar a todas las personas que perdieron sus vidas durante el Holocausto; para recordar y no repetir; para no permitir que volvamos, en nuestras vidas ni en las de nuestros hijos y nietos, a vivir hechos como los que vivieron nuestros padres, abuelos y bisabuelos hace solamente 75 años.”

En la ceremonia de conmemoración se escucharon muy diversas voces, como la de Yudy Stern, directora del Centro de Estudios Multisensorial, o la de Ivinne Leisorek, representante de Yad Vashem. Pero fueron las palabras de Jacqueline Goldberg, entrecortadas por el llanto, las que volvieron la ceremonia más conmovedora.

Jacquie, además de ser maestra del Colegio Sefaradí, es nieta de del señor Meyer Brzezinsky, sobreviviente del Holocausto, quien acompañado por una parte de su muy numerosa familia, dirigió un breve mensaje a los asistentes:

“Les quiero decir que nunca, jamás hay que perder la esperanza, y con esa esperanza, con la fuerza pude sobrevivir y estar ahorita con ustedes (…). Nunca, jamás bajar las manos. Que sigan adelante y todo en la vida se puede resolver teniendo la esperanza.”

Tras los aplausos que siguieron a su discurso, el señor Brzezinsky y su familia encendieron la vela conmemorativa, como se hace en cada uno de los muchos actos de recordación que, a finales de enero de cada año, realizan instituciones comunitarias y del gobierno de México.

Luego de la ceremonia, los alumnos de ambas instituciones convivieron y llevaron a cabo diversas actividades en talleres que tuvieron como objetivo sensibilizarlos sobre la dimensión del sufrimiento humano durante la Shoá, así como el impacto que este evento histórico ha tenido en el mundo hasta hoy.

Hablaron sobre el papel de los jóvenes Justos entre las Naciones y discutieron sobre el tema de la identidad tras el Holocausto, tema propiciado por las historias de los huérfanos del Kolster Indersdorf.

Esta actividad tuvo como objeto explorar qué tan importante son los nombres y cuál es su trascendencia. Los alumnos fueron invitados a reflexionar sobre sus propios nombres en cuanto a  qué tan identificados se sienten con los nombres que les dieron sus padres. Reflexionar sobre el concepto de la identidad, qué elementos la componen y cómo se define.

 

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