Simón el Justo solía decir: “El mundo se sostiene en tres pilares: “en la Torá, en el servicio a D-os y en los actos de bondad” (Pirkei Avot 1 Mishna 2)

Enlace Judío México e Israel / rab. Dovid Rosenfeld – Está Mishná discute probablemente la pregunta más importante para el judaísmo y para la Creación entera: ¿Por qué D-os creó el mundo, y qué se supone debemos hacer con ello? Dicha pregunta no puede ser respondida en un espacio limitado. El plan maestro de D-os no es algo que pueda ser explicado en términos lógicos y análisis rápidos; de hecho, no puede ser entendido en su totalidad por seres humanos. Sin embargo, Simón el Justo, en una sola oración resume ideas realmente profundas.

Los pensadores judíos resumen la Creación de D-os (el mundo) de la siguiente manera: Fue el máximo acto de bondad. D-os es perfecto e infinito. No tiene necesidad de un Universo; no tiene nada que ganar al crear la humanidad. Por ello, sólo podemos ver a la Creación como un acto de altruismo, que se hizo por el bienestar de la humanidad.

Más aún, si D-os es perfecto, Sus actos deben ser vistos como actos de bondad perfecta. D-os creó al hombre para tener criaturas a quiénes darle de Su bondad. La Creación fue entonces el acto desinteresado por excelencia: Un D-os que no necesita nada, creó un mundo para darle todo al hombre.

Hagamos la pregunta obvia. Si D-os quería darle bondad al hombre, ¿por qué nos colocó en un mundo lleno de maldad y tentación? ¿por qué nos pidió estudiar Su Torá y seguir Sus mandamientos? Porque no simplemente dar de Su bondad libremente.

La respuesta se encuentra en lo que los cabalistas conocen con el nombre de “el pan de la vergüenza” (nahama d’kisufa) si D-os nos recompensará sin hacer nada, no sería una recompensa. Recibir algo que no ganamos no hace que nos sintamos mejor con nosotros mismos; no nos acerca a D-os. Por ende, en vez de darnos recompensa gratuita, D-os nos da a cada uno de nosotros la oportunidad de merecerla. Recibimos mandamientos para forjar una relación con nuestro Creador. Al mismo tiempo, el mundo está lleno de tentaciones que intentan alejarnos de nuestro llamado divino. Debemos luchar contra nuestra pereza, nuestras pasiones humanas y todo tipo de actividades negativas en las que malgastamos nuestra energía espiritual.

A lo largo de toda su vida, el hombre está constantemente dividido entre el bien y el mal. Si escoge el bien, se santifica y se gana la gran recompensa que lo espera. Si escoge el mal, daña su propia espiritualidad y se distancia de D-os y del propósito de la Creación. Sin embargo, D-os tenía que dejar abierta la posibilidad al pecado y a la maldad en este mundo, a pesar de toda la destrucción que conlleva, porque sin ella, la opción del bien no sería merecedora de la recompensa.

Así también se explica el concepto de servicio. D-os creó al hombre para que el hombre le sirviera. Otro concepto relacionado, es que D-os no creó individuos aislados; creó un mundo entero, en el que los seres humanos están interconectados – en familias, comunidades, naciones y sociedades – que necesariamente deben relacionarse los unos con los otros.

Ésta también es parte de la misión espiritual del hombre. La espiritualidad no se limita únicamente a la relación entre D-os y el hombre. También reside en la forma que se comporta con sus semejantes. Al cuidar de los otros, al construir relaciones profundas y sociedades armoniosas servimos a D-os a través de las interacciones que tenemos con el mundo. Más aún, creamos un mundo entero de paz y armonía haciéndolo un reflejo de D-os. De esta forma, al servir a D-os, no sólo nos mejoramos sino que perfeccionamos el universo entero. Al fortalecer las relaciones interpersonales, el hombre se vuelve merecedor de la recompensa a un nivel totalmente distinto – no sólo por sus méritos personales, sino por cumplir con su misión cósmica con el Universo y con D-os. Es a través de éste hombre que se sostiene el segundo pilar del mundo – los actos de bondad.

La tercer Creación en la que se sostiene el mundo es la Torá, al obedecer las mitzvot santificamos nuestra alma, nos asemeja a D-os y nos permite tener una relación con lo Divino. Ése es el propósito de todos los mandamientos.

El judaísmo es una religión lógica, de profundidad y de entendimiento de D-os y la humanidad. Si servimos a D-os, hacemos actos de bondad por los demás, y vivimos con Torá, estamos en el camino a la recompensa.

Fuente: Image Magazine