Enlace Judío México e Israel – A lo largo de la historia, sólo dos culturas han desarrollado calendarios en los que se han tratado de compaginar los ciclos solares y lunares. Se trata de las culturas china y hebrea. Cada una a su modo y desde su propia experiencia, llegó a plantear el mismo sistema de conteo del tiempo.

Este 25 de enero se celebrará el inicio del año 4718 del calendario chino, el único en el mundo que organiza su conteo del tiempo exactamente del mismo modo que el hebreo.

El meollo del asunto es empatar los ciclos solares con los lunares. No es sencillo, porque el año solar tiene una duración promedio de 365.26 días, y los ciclos o meses lunares tienen una de 29.56 días. Eso significa que un año integrado por doce meses lunares (como el Calendario Islámico) tendría una duración de 354 días, organizados en meses alternados de 29 y 30 días cada uno.

Los antiguos pueblos árabes, poco proclives a la agricultura debido a las características de su entorno geográfico, nunca se vieron en la necesidad de usar un calendario que fuera preciso en su marca de las estaciones (definidas por los solsticios y equinoccios), por lo que el uso del calendario estrictamente lunar se mantuvo sin problemas.

Pero las sociedades agrícolas se vieron obligadas a tomar como referente fundamental al sol, para poder definir las fechas de siembra y cosecha.

Lo singular de los calendarios chino y hebreo fue que combinaron ambos sistemas de conteo, a partir de la noción básica de que los meses están determinados por las fases lunares. En ambos calendarios, cada mes inicia con la Luna Nueva, y llega a su punto central (día 15) con la Luna Llena.

Para empatar los ciclos lunares con los solares, se aplicó exactamente el mismo sistema: Agregar un total de siete meses cada 19 años.

¿Por qué este ciclo de duración tan definida? Porque cada 19 años la posición de la Tierra, el sol y la luna es prácticamente la misma, salvo por dos horas de diferencia. Es el conteo breve más exacto posible en cuanto a ciclos solares y lunares similares.

El sistema mediante el cual cada calendario resolvió cómo agregar esos siete meses extras fue el mismo: en cada ciclo de 19 años, escoger siete para agregar un mes a cada uno. De ese modo, cada ciclo de 19 años (ciclo metónico) tiene 12 años normales y 7 embolismales (años de 13 meses).

Para decidir qué años deben ser embolismales, ambos calendarios siguen exactamente el mismo ritmo:

  • Dos años normales (12 meses) y uno embolismal (13 meses)
  • Dos años normales y uno embolismal
  • Dos años normales y uno embolismal
  • Un año normal y uno embolismal
  • Dos años normales y uno embolismal
  • Dos años normales y uno embolismal
  • Un año normal y uno embolismal

De ese modo, se completan siete años embolismales en cada ciclo de 19 años.

Este año que está a punto de comenzar será embolismal, es decir, de 13 meses, por lo que el próximo Año Nuevo chino se celebrará el 12 de Febrero de 2021.

La única diferencia notable es que el Año Nuevo judío no debe comenzar en sábado, martes o jueves al ponerse el sol. Esta decisión se tomó para evitar que la festividad de Yom Kippur se empalmara inconvenientemente con otras celebraciones. Por ejemplo, habría un problema serio si Yom Kippur se celebra un día antes o un día después de Shabat, porque durante dos días no se podría preparar comida.

Esa es la razón por la cual la organización de los años embolismales en el calendario hebreo desarrolló precisiones que el calendario chino no tiene. Pero la noción fundamental es la misma: cada 19 años hay que agregar siete meses para que los ciclos solares y lunares se empaten casi a la perfección, salvo por una diferencia de dos horas.

El calendario chino, tal como se le conoce, se comenzó a utilizar en el año 2697 AEC, y fue cuando se estableció la célebre secuencia zodiacal basada en los doce signos del Zodíaco Chino: Rata, Toro, Tigre, Liebre, Dragón, Serpiente, Caballo, Oveja, Mono, Gallo, Perro y Cerdo. Por ello es que estamos por comenzar el año 4718, un total de 1062 años menos que el conteo del calendario hebreo (que está en el año 5780).

La similitud es muy singular. El sistema astronómico chino es del todo ajeno al hebreo, y ello se nota en que sigue un paradigma zodiacal diferente al mesopotámico (que se impuso no sólo en el Medio Oriente, sino también en la cultura greco-latina). Sin embargo, al toparse con las mismas necesidades –empatar los ciclos solares con los lunares– chinos e israelitas llegaron exactamente a la misma solución.

Es lo bueno de la ciencia: funciona. No importa dónde o cuándo, sus resultados son predecibles y aprovechables.

Enlace Judío les desea un Feliz Año Nuevo a nuestros lectores chinos.

 


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