Enlace Judío México e Israel- “En una ocasión me tocó ver a un padre despidiéndose de su hijo en su lecho de su muerte. Él le dijo: “Tú eres la única cosa viva que dejo sobre la tierra”.

ANDRÉ MOUSSALI

A los hijos que pierden a sus padres se les dice “huérfanos”.

Sin embargo, no existe una palabra que defina a un padre que pierde a un hijo, porque nuestros hijos son nuestra continuidad en este mundo. Son los seres vivos que llevan en ellos parte de nuestro ser.

Son nuestra herencia y nuestro orgullo. Son a los que les dimos nuestro cariño y amor, y a los que vimos crecer. Su alegría es la nuestra, y su sufrimiento lo padecemos con ellos. En ellos hemos puesto nuestra esperanza de que crezcan y se conviertan en hombres y mujeres de bien, para que nos sucedan.

Podemos construir ciudades, edificios, monumentos de piedras inertes; pero nuestros hijos son los que nos recuerdan con amor y anhelan nuestra aprobación. Porque los padres son los que nos apoyan en nuestras tristezas y participan de nuestras alegrías.

Porque ellos son nosotros y nosotros somos ellos.

Este año conmemoramos el 75º aniversario del fin del Holocausto judío, durante el cual fueron aniquilados más de un millón y medio de nuestros hijos por los nazis, porque, según ellos, los judíos mutilaban el cuerpo con la circuncisión y la mente con la conciencia.

En el decálogo de nuestro líder Moisés, el sexto mandamiento ordena que “no matarás”. Este principio fue plasmado hace tres milenios en el desierto del Sinaí; y así, a pesar de todos los sufrimientos y todas las vicisitudes por las que hemos atravesado, seguimos creyendo en hacer el bien y por eso seguimos existiendo.

Dicen los astrónomos que las estrellas que brillan en la noche son restos de astros que ya desaparecieron. Cuando estemos perdidos y desesperados en la obscuridad de la noche, elevemos nuestra mirada al cielo y la pequeña Nicole, como esas estrellas, nos mostrará el camino a seguir.