Enlace Judío México e Israel – Según estadísticas tomadas hace unos cincuenta años y hasta la fecha, la comida sobrante que se queda en un plato y que es muy buena, sin embargo se tira a la basura, sea en los establecimientos públicos, en los restaurantes o las casas y que termina malamente en la basura de ciertos países ricos o llamados civilizados, podría servir para nutrir a la mitad de los habitantes del globo terráqueo. Esta noticia no conmovió al público en general y no se hizo nada positivo al respecto porque hasta nuestros tiempos actuales sigue sucediendo. 

SELIM CABASSO LEVY PARA ENLACE JUDÍO

Deberíamos de crear conciencia en nuestro alrededor para que se adopten medidas positivas de austeridad y de humildad. Vamos a enumerar algunas que nos vienen a la mente e invitar a los amables lectores que completen esta lista con lo que nosotros hemos omitido involuntariamente.

Primero, al servirnos la comida, que sea menos de lo que acostumbramos y si queremos más, siempre habrá oportunidad de añadir por segunda vez una o dos cucharas más.

Segundo, sugerir lo mismo a los demás miembros de la familia y no atascar el plato con comida a los niños menores sabiendo que no podrán comer todo.

Tercero, es común que la cocinera prepare un poco más de lo que se consumirá y por este motivo siempre habrá excedente de comida.

Cuarto, lo que no cabe en el refrigerador y lo que se quedará a la intemperie, tendrá la probabilidad de echarse a perder si pasa el tiempo. Por ese motivo, suplicamos que busquen alrededor de su casa a algunas personas que podrían utilizar estas comidas y encima les darán las gracias.

Quinto, por favor cuidar el pan y la tortilla para que no se cubran de lama o si se secan, el pan seco molido por ejemplo se utiliza mucho en la cocina y las tortillas secas y en buen estado, si se parten y se fríen, hacen muy ricos totopos.

Sexto, muchas veces, la familia que cuida estos puntos, lejos de ser alabada está considerada por muchas personas ignorantes como un signo de avaricia y los llaman codos en lugar de alabarlos.

Mientras escribo estas líneas, me viene a la memoria un hecho que sucedió al principio del año 1960 y que es digno de mencionar.

Me tocó estar compartiendo el coche que un primo mío y su esposa usaban un domingo en la tarde después de pasar un fin de semana muy agradable en la ciudad de Cuautla. A la mitad del camino entre Cuautla y Chalco, mi primo tuvo que bajar la velocidad porque unos campesinos tenían en el acotamiento unos montones de jitomates rojos y nos hacían la señal de detenernos, al parar el coche, se acercó un campesino de unos cincuenta años de edad y dirigiéndose a mi prima que estaba en el asiento delantero, le dijo:

—Señora, buenas tardes, le quiero ofrecer una caja de jitomates y si usted me permite abra su cajuela para que se la ponga en su coche.

—¿Cuanto cuesta el jitomate?

—Señora, yo no pienso venderle el jitomate, sino que quiero obsequiárselo.

—No entiendo por qué motivo me lo quiere obsequiar.

—Señora, este jitomate ya está maduro y listo para usarse en su cocina. Nosotros somos gente humilde y no disponemos de refrigerador, si este jitomate se queda con nosotros, mañana amanecerá inservible, por eso preferimos en esta aldea regalarlos a ustedes porque tienen manera de refrigerarlo y utilizarlo en sus cocinas en lugar de tirarlos a la basura.

Después de hacer un lugar en la cajuela y recibir la caja de jitomates maduros y preciosos, mi prima abrió su bolsillo, sacó unos billetes y con lágrimas en los ojos, trató de darle estos billetes al campesino.

—Señora, es que usted no me entendió, yo no le estoy vendiendo este jitomate, se lo estoy regalando porque nos sobran y si lo dejamos aquí nadie lo va a aprovechar.

—Señor campesino, sí entendí muy bien que es un regalo y que lo tienen sobrando, pero usted me acaba de dar una cátedra de cómo todos nosotros debemos de comportarnos, a mí también me sobran unos billetes después de habernos paseado en Cuautla y hágame el favor de aceptarlos para comprar cualquier cosa que necesite para su familia, esposa e hijos. Casualmente formo parte de un grupo de amigas y nos dedicamos a ayudar a los necesitados. También me toca, de vez en cuando, dar pláticas a mis amigas y tenga por seguro de que yo lo voy a citar a usted como ejemplo de cómo se deben de comportar también los ricos y los adinerados con todo lo que les sobra, de este modo tendríamos el mejor país del mundo y seríamos un ejemplo para que las demás naciones hagan lo mismo en pro de lograr la paz mundial.

Arrancamos en el auto, todos con lágrimas en los ojos por la emoción que nos causó este campesino y vale la pena mencionar que después de un mes el grupo de beneficencia constituido por mi prima y sus amigas decidió buscar la dirección de este campesino y mandarle de obsequio un refrigerador de buen tamaño.

Cito este ejemplo, tomando en cuenta que sale sobrando hacer comentario alguno sobre este acontecimiento, hasta la fecha cuando lo contamos a nuestros hijos y nietos no podemos abstenernos en emocionarnos y verter unas lágrimas de admiración.

 


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