Enlace Judío México e Israel –  En mis columnas anteriores me referí a dos aspectos históricos de la presencia judía en España, pero hoy resulta difícil mirar hacia otra parte que no sea el angustioso presente, en el que el hecho de ser judío no nos distingue de los que no lo son, ni para bien ni para mal, de lo que se vive donde moro, a raíz de la epidemia del coronavirus Covid-19.

JORGE ROZEMBLUM

Hoy comienza, en principio, una cuarentena de dos semanas en todos los centros educativos de la comunidad (provincia) de Madrid, lo que ha llevado, como consecuencia, a una reestructuración radical de la forma de trabajar en la mayoría de empresas. Una de las cosas que más angustia genera es el “efecto mariposa” de estos cambios, que desencadenan, por ejemplo, un aluvión de correos electrónicos de cancelaciones de todo tipo de actividades.

En este sentido, la Comunidad Judía de Madrid se adelantó suprimiendo encuentros masivos ya desde fines de la semana pasada y haciendo circular unas mínimas pero probadas instrucciones de prevención, especialmente en el ámbito de las sinagogas.

Sirva de ejemplo del clima que impera un par de charlas, las primeras que se iban a dictar en el Real Conservatorio de Música de Madrid sobre música hispanohebrea y judeoespañola, a cargo de un servidor. La primera iba dirigida exclusivamente a alumnos, mientras que la segunda estaba abierta al público con un cupo máximo de 50 asistentes.

El lunes a la noche se dieron a conocer las medidas de cierre educativo que tendrían lugar desde este miércoles, pero la actividad estaba programada para el martes y seguimos adelante. Incluso alguna cancelación de las cincuenta fue rápidamente suplida por la reserva de otro interesado. Sin embargo, al dar inicio a la conferencia a las siete de la tarde, sólo se presentó una decena de personas.

No sé qué pasará hoy, el primer día en que los más jóvenes de las ciudades de Madrid ya no tienen guardería, escuela, instituto ni universidades a los que acudir. Seguramente habrá que reclutar a los abuelos para cuidar de los más pequeños, aunque ello implique ponerlos en contacto con la población de mayor riesgo de mortalidad.

Tampoco sé si cesarán los bulos y fake news que inundan las redes y aún los medios de comunicación más serios, desde las curas milagrosas con alcohol (en Irán, al parecer, han muerto ya decenas por este método), cloro (popularmente conocido como lejía o lavandina), bebidas calientes y aun los que proclaman la inminencia de una vacuna (en los medios judíos, abundan informaciones cortoplacistas sobre este procedimiento que sería de origen israelí, pero que, debido a los propios mecanismos de seguridad sanitaria, exigen muchas pruebas de viabilidad y compatibilidad antes de ser administrados a humanos, lo que implica muchos meses de demora antes de ser administrada).

No pretendo ser alarmista pero estamos lejos de una solución, máxime cuando las autoridades de todos los países del mundo (el caso de España es uno de los más escandalosos: las medidas que comentamos han sido mayoritariamente tomadas por gobiernos de ámbito local ante la inacción a nivel central) tratan de postergar la toma de decisiones dolorosas para el bolsillo y el agrado de los votantes. Creo que no saldremos de este estado de emergencia sólo con aislar a algunos países o zonas.

Lo que sí me atrevo a destacar es que esta pandemia es tan “aterradora” para algunos porque, en principio, afecta más a los países ricos que a los pobres, a las naciones más desarrolladas y globalizadas que a las que moran en selvas e islas lejanas (como fue la epidemia “africana” del Ébola o se vive en Sudamérica el dengue). Espero de corazón equivocarme y que en la próxima columna en dos semanas pueda contarles que se han levantado todas las restricciones gracias al descenso de infectados y el control de la situación.

 

*El autor es director de Radio Sefarad.


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