Enlace Judío México e Israel – Como telón de cine viejo cayó una realidad terrible ante nuestras vidas, marcando un antes y un después. Nuestra generación, la de todos los que habitamos el planeta en este momento será llamada la generación del coronavirus.

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En un período muy corto, de apenas semana, nuestras vidas cambiaron al enfrentarnos a algo inesperado y desconocido. Desconocido en todos sus aspectos. Los científicos no se ponen de acuerdo en qué es lo que está pasado y como enfrentarlo. Los políticos menos y empeoran la situación con sus ocurrencias y oportunismos. Y nosotros, los ciudadanos comunes y corrientes, las casi 8 mil millones de personas no sabemos hacia donde voltear, a quién hacer caso, en quién creer.

Ahora, más que nunca es evidente que NO podemos controlar lo que nos pasa, pero hoy más que nunca, debemos entender que SI podemos controlar cómo actuamos ante lo que nos pasa.

La epidemia con sus consecuencias de aislamiento y encierro forzosos, incertidumbre del futuro, escasez de productos básicos y bombardeo de noticias, reales y falsas, optimistas y apocalípticas, están cambiando nuestro estilo de vida, de pensamiento, de aprendizaje y sobre todo, de la manera de relacionarnos con los demás.

No sabemos cuanto durará esta situación de sitio, casi de guerra. Las opiniones oficiales van desde unas semanas hasta más de un año. Lo que es cierto, es que algún día se va a terminar y que la vida ya no será igual a como la conocíamos hace apenas dos meses.

Este es el mejor momento para prepararnos para ese futuro. Ya que no podemos influir en lo que pasa en el mundo, ni siquiera fuera de nuestras casas, debemos concentrarnos en lo que pasa en nuestro interior y en nuestra familia.

El encierro por largo tiempo funciona como un catalizador que desentierra mucho de lo bueno y de lo malo que puede haber en una pareja, con consecuencias definitivas y permanentes a una situación, que por mucho que pueda alargarse, es temporal.

En muy difícil no dejarse llevar por el aburrimiento, la desesperación y la depresión. En esto, la química cerebral, las hormonas, juegan un papel muy importante. El hambre y la falta de sueño son los mejores amigos de la depresión, pero hay actitudes que nos pueden hacer más llevadera esta situación.

Ahora, las parejas tienen mucho más tiempo para estar juntas, conocerse o reconocerse, y hacer cosas entre ellos que siempre quedaban en la lista de fantasías y buenos deseos para “cuando haya tiempo”.

Ahora es el momento de dar –y de pedir– ese masajito en los hombros, esos besos y caricias olvidados o soñados. Esto no solo tendrá como resultado el placer físico y emocional de sentir y hacer sentir bien. Tendrá un efecto muy profundo y benéfico en nuestra fisiología, ya que haremos que nuestro cuerpo produzca oxitocina, la llamada Hormona del Amor. Esta es la responsable de que las hembras de todas las especies tengan las contracciones del parto y produzcan leche para las crías.

Pero eso no es lo único, la oxitocina, además de ser una hormona, es un neurotransmisor: la oxitocina se produce en el hipotálamo y se secreta desde la hipófisis y no sólo se traslada por todo el organismo para producir contracciones en el útero o en el pecho materno, sino que además se secreta en el cerebro, tanto de mujeres como de hombres, produciendo múltiples efectos en nuestro sistema nervioso central.

En su papel como neurotransmisor está implicada en comportamientos relacionados con la confianza, el altruismo, la generosidad, la formación de vínculos, los comportamientos de cuidado, la empatía o la compasión, pero hay mucho más: tiene un papel fundamental en el comportamiento sexual, en los comportamientos de agresión y su presencia interviene en la regulación del miedo, eliminando las respuestas de parálisis.

Así pues, la recomendación es que nos pongamos a producir mucha oxcitocina. De esta no hay escasez, es gratis y el proceso nos hará el trance más placentero y llevadero.

Podremos conocer nuevos milímetros del la piel de nuestra pareja, que nos pueden, sorprendentemente, gustar mucho, por su forma, su textura, su olor y su sabor, al tiempo que conoceremos nuevas respuesta, sonidos y palabras que nos hubiera gustado oír.

Y todo esto, tomando en cuenta que cumple también como Mitzvá y cuenta como sesión de cardiovascular.

¡Feliz, o por lo menos llevadera, cuarentena!

 

 


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