Enlace Judío México e Israel – Mendel y Moshé Brachfeld, fueron dos hermanos que después de que sus familias fueran asesinadas por los nazis, habían pactado permanecer juntos a como dé lugar. Ellos, gracias a Di-s, pudieron sobrevivir a la barbarie nazi, permaneciendo juntos con vida, y tratando incluso de poder seguir cumpliendo las Mitzvot.

ELI SULI

Durante la Shoá, los nazis establecieron más de 400 guetos con el objetivo de aislar a los judíos de la población, porque los consideraban como una raza inferior, y de esa manera evitarían que se mezclaran con la raza aria superior y la degradaran.

Los oficiales nazis, creían que los judíos no podrían soportar las terribles condiciones de vida del gueto, incluyendo la falta de comida, agua y espacio habitable, y de esa manera morirían.

Más aún, los guetos también les servirían como centros de agrupamiento, para facilitarles posteriormente el exterminio de una gran parte de la población judía.

Los hermanos Brachfeld vivían en el gueto de Cracovia, que era uno de los más grandes de Polonia, el cual había sido establecido por los alemanes en 1941.

En marzo de 1943, un mes antes de Pésaj, los alemanes liquidaron el gueto, matando o llevándose de allí, a todos los judíos que quedaban.

Entonces, la ciudad de Cracovia, que durante 700 años había sido un hogar para los judíos, fue declarada oficialmente como Judenrein, libre de judíos. Sin embargo, Mendel y Moshé Brachfeld, decidieron esconderse, porque entendieron que seguir las órdenes de los alemanes, implicaría una muerte segura.

Ellos contaron cómo a pesar de todos los riesgos lograron contrabandear los Tefilín de un campo de concentración a otro, y que con gran sacrificio, pudieron ponerse los Tefilín casi todos los días en ese infierno.

También relataron cómo en una ocasión antes de Yom Kipur encontraron una Mikve (baño ritual) en la que pudieron sumergirse, y cómo sobrevivieron un Pésaj sólo con papas.

Sin embargo, en las semanas previas a Pésaj, fueron atrapados junto a otros cien judíos, y encerrados en prisión. No obstante, unos días después, Mendel y Moshé, junto con los otros cien judíos, lograron escapar de la prisión.

Iban escondiéndose de ático en ático, tratando desesperadamente de permanecer con vida, mientras intentaban conseguir documentos, que pudieran serle útiles para escapar.

Con la festividad de Pésaj muy cerca, y aun en la situación que se encontraban, los hermanos querían encontrar la manera de poder cumplir con la Mitzvá de comer Matzá, por lo menos, en la primera noche de Yom Tov.

Pero sabían que de ser descubiertos por los nazis significaría inmediatamente ser asesinados. No obstante, insistieron con la búsqueda, y encontraron un poco de harina.

También, para poder hornear las Matzot pudieron incluso construir un improvisado horno. Luego encontraron una placa de metal y pintura para prender fuego, y de esa manera, pudieron incluso hacer Kasher la placa de metal, y obtener así un horno Kasher para Pésaj, en el cual hornearon unas pocas Matzot para el Séder.

Quizás pudo haber sido un milagro, que el olor de la pintura quemándose no haya sido detectado por los alemanes, o tal vez fue porque el olor de la pintura se perdía con el olor tan fuerte a putrefacción que emanaban los cadáveres en el gueto.

Cuando llegó la noche de Pésaj, se sentaron para tener su improvisado Séder, celebrando el Éxodo de Egipto, escondidos en el ático de un edificio situado en la calle Jozefonsky 23, en el gueto de Cracovia. En el pasado, ellos se solían sentar en una hermosa mesa, con la platería más fina y en compañía de sus familiares.

Pero ahora, desgraciadamente estaban solos en un oscuro y húmedo escondite, huyendo de los nazis, con sus vidas en peligro, y con un poco de Matzá, por la cual habían arriesgado sus vidas. Maror no necesitaban, tenían suficiente con sus propias vidas.

Justo antes de comenzar el Seder, Mendel, que entonces tenía 21 años, le dijo a Moshé, su hermano mayor: “Es imposible hacer un Séder esta noche, ya que el Séder es para celebrar nuestra libertad, nuestra salida del exilio. Sin embargo, nosotros que nos encontramos aquí, con nuestras vidas en peligro, mientras los nazis, con sus perros salvajes, nos están buscando, y no cesaran hasta encontrarnos y matarnos.

Además, sabiendo que toda nuestra familia ha sido asesinada y la ciudad está en llamas. ¿Acaso no es esto peor que la vida que tuvieron los judíos en Egipto? ¿Qué clase de libertad estamos celebrando? Pero Moshé entonces le respondió: “Debes de saber Mendel, que todas las noches en el rezo nocturno alabamos a Di-s por habernos sacado de Egipto hacia una libertad eterna.

Sin embargo, la libertad eterna que obtuvimos, y por la cual estamos agradecidos, no es la libertad física. Esta noche, lo que le agradecemos a DI-s es por la libertad espiritual.

En Pésaj celebramos el nacimiento de una nación, cuando dejamos de ser esclavos en Egipto, para ser una nación judía, una nación que Di-s llamó y adoptó como suya.

Cuando nos sentamos a hacer el Séder de Pesaj, celebramos algo más grande que la propia vida, festejamos una salida de la esclavitud, hacia el cobijo de nuestro Padre Celestial, convirtiéndonos en una nación santa y eterna. Eso es algo que nadie puede quitarnos. No importa cuánto torturen nuestro cuerpo físico, nuestra alma siempre será libre para servir a Dios”.

Con esas palabras, los hermanos entonces se sentaron a celebrar un Séder de Pesaj que consistió de Matzá preparada peligrosamente, y un poco de Borscht (sopa de remolacha o betabel) en lugar de vino. Acabó la guerra, Mendel y Moshé sobrevivieron, y pudieron reconstruir sus vidas, se casaron, y tuvieron muchos hijos, nietos, y bisnietos, todos comprometidos con la Torá.

Los hermanos Brachfeld solían decir que ese fue el Séder más espléndido que habían celebraron en su vida. Mendel y Moshé Brachfeld hoy están enterrados uno junto al otro en Har Hazetim (Monte de los Olivos) en Jerusalén.

¡Hoy tenemos frente a nosotros una posibilidad histórica de pasar el mejor Pésaj de nuestras vidas! Este Pésaj que nos va hacer falta la familia y estaremos encerrados en cuatro paredes, tenemos dos opciones: sentirnos amargados por ello, o enfocarnos en la libertad verdadera que nadie nos la podrá quitar, y por lo tanto, podemos también pasar el Pésaj mas esplendido. No dejemos pasar esta oportunidad única.


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