Enlace Judío México e Israel – En la clase de Biología de secundaria nos dijeron que los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren. Así de sencillo.

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Para poder hacer esto, es decir, para poder vivir, es necesario que todos, ya sean plantas o animales, cumplan determinadas funciones, para lo que tienen que satisfacer determinadas necesidades.

Las necesidades fisiológicas básicas para el sostenimiento de la vida de los animales, incluyendo al género humano son: respirar, alimentarse, dormir y eliminar los desechos. Pero para la supervivencia de una especie, existe otra necesidad adicional, fundamental: reproducirse.

Los humanos nos reproducimos sexualmente (hay algunas especies animales y vegetales que pueden reproducirse asexualmente). De manera extremadamente simple, esto se logra cuando el hombre fecunda con su semen el óvulo de la mujer, durante el acto sexual.

Para esto, nuestros cuerpos están diseñados y equipados con herramientas muy eficientes. El hombre con el pene que es el instrumento con el que deposita el semen dentro de la vagina de la mujer, en donde se lleva a cabo la fecundación.

Esta acción es premiada por doble partida: con el nacimiento de las crías, que aseguran la continuidad de la especie; y con uno de los mayores placeres.

La actividad sexual es un mandamiento de la naturaleza y de la religión, pero en los humanos adquiere otra dimensión.

El acto sexual por si solo no desencadena júbilo, sino que es un pilar fundamental del bienestar general, y un ingrediente infaltable para abordar con eficiencia la cotidianidad.

La sexualidad humana es un fenómeno complejo, que recorre de toda la vida del ser humano desde que nace hasta que muere, y que le conforma como persona y marca su identidad.

Aunque tradicionalmente se la ha relacionado sobre todo con la reproducción de la especie, la sexualidad tiene también otros fines que son mucho más importantes. Las vivencias de la sexualidad se relacionan sobre todo con el placer, con la manifestación de determinados sentimientos, con la comunicación íntima, con la ternura y con el afecto.

La sexualidad es una necesidad básica del ser humano, tanto de mujeres como de hombres. La satisfacción de los deseos sexuales tiene múltiples manifestaciones, y abarca tanto las fantasías, pensamientos, caricias de todo tipo y por todo el cuerpo como la penetración. La masturbación es otra expresión de la sexualidad. Aunque es posible negar o reprimir nuestra sexualidad, no es posible anularla: todas las personas son seres sexuales, independientemente de si tienen o no actividad sexual.

Cuando un organismo no satisface una de sus necesidades vitales, muere. Esto no sucede con el sexo, ya que, si no lo practicamos, no morimos, al menos físicamente. Pero el sexo es considerado una necesidad básica y vital que necesitamos satisfacer para una vida plena. Tiene que ver con la necesidad de sentirse seguro y protegido, de establecer un vínculo. Además, se relaciona con nuestra estima o reconocimiento y con nuestro sentimiento de autorrealización, con encontrarle sentido a la vida.

Una mala educación sexual, la falta de formación e información, han dado lugar a situaciones que pueden llegar a ser traumáticas, y llegan a resultados preocupantes. Una malsana concepción del sexo desemboca en violencia de género y relaciones de dominación, entre otras.

En estos momentos de aislamiento por la epidemia de coronavirus, la dinámica de las relaciones de pareja está siendo puesta a prueba. Los casos de violencia intrafamiliar han aumentado y es seguro que, al salir del encierro, muchas parejas se separarán.

Sin embargo, así como estamos teniendo que aprender nuevas habilidades para lidiar con un futuro −y ya un presente− inciertos, en cuanto a trabajo, situación económica, salud, educación, etc., podemos echar mano de métodos para mejorar nuestra salud mental, emocional y familiar.

Durante la cuarentena, muchas personas están aprovechando los recursos de las redes sociales para trabajar desde casa, hacer ejercicio, tomar cursos y mantenerse en contacto con familiares y amistades, pero en muchos casos, esto ha llegado a un nivel de saturación que ha aumentado la sensación de angustia y estrés, ya que se han borrado los horarios y no es poco común que estemos frente a la pantalla en la madrugada y por muchas horas diarias.

Sin embargo, hay muchos que no tienen la energía ni los ánimos para realizar ciertas actividades. La cuarentena parece robar las fuerzas. El confinamiento puede causar estragos en la salud mental y, por ende, en la libido de las personas.

Sin embargo, la actividad sexual tiene muchos beneficios para la salud:

  • Reduce el estrés. Al producirse oxitocina durante el acto sexual, disminuye la presión arterial
  • Reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular. Se ha encontrado que tener sexo por lo menos dos veces por semana reduce en 45 por ciento el riesgo de enfermedad cardiovascular comparado con quienes lo practican una vez al mes o menos
  • Refuerza el sistema inmunitario. Tener sexo de una a tres veces por semana aumenta la producción de inmunoglobulina A, que contiene los anticuerpos que nos protegen contra catarros y gripe.
  • Combate la disfunción eréctil. Esto parece demasiado obvio, pero ha quedado demostrado que los hombres que tienen sexo cuatro veces por semana presentan 50 por ciento menos problemas de disfunción eréctil que aquellos que lo practican una vez semanalmente.
  • Rejuvenece. Un estudio de la Universidad de Pittsburgh encontró que quienes tienen sexo cuatro veces por semana, en promedio, aparentan tener 12 años menos que su edad cronológica, ya que la liberación de hormonas aumenta la elasticidad de la piel.
  • Ayuda a perder peso: Durante la actividad sexual gastamos 144 calorías cada media hora, Así, si lo realizáramos 6 veces por semana (ojalá), perderíamos medio kilo, 6 kilos al año, y felices.
  • Prevenir el cáncer. Especialmente en los hombres, la eyaculación reduce el riesgo de cáncer de próstata. Según el British Journal of Urology International. Un hombre que eaycule siete veces por semana reduce en 33 por ciento el riesgo de tener cáncer de próstata

Estos datos son solo referencias resultados de estudios científicos, pero ¿cómo aumentamos el deseo sexual en una situación de crisis?

Los neurotransmisores que están relacionados con la libido también lo están con el bienestar emocional. Pequeños cambios saludables en el estilo de vida pueden hacer una gran diferencia.

Ejercicio

El ejercicio regular, además de fortalecer el cuerpo, mejora el estado de ánimo y eleva la libido.

La producción de oxitocina (el neurotransmisor que está ligado con el placer) se puede estimular haciendo actividad física, en especial si la realizas con tu pareja.

Tiempo para la intimidad

A pesar de permanecer en casa todo el día, es importante entablar tiempos de intimidad que no sólo consistan en las relaciones sexuales.

Abrazar, besar o acariciar a tu pareja son pequeñas acciones que, además de fortalecer la relación, estimularán el deseo sexual.

Innovación

Añade atractivo a tu vida sexual. Puedes probar distintas posiciones sexuales, agregar juegos o accesorios que innoven el acto.

Si tanto tú como tu pareja están dispuestos a experimentar, aprovechen la gran oferta de alternativas que hay para revivir la llama.

Reducir el estrés

La crisis y la incertidumbre nos mantienen con muchos pensamientos y emociones de angustia y preocupación

Sin embargo, es importante encontrar métodos efectivos como meditación, yoga, lectura, escuchar música, etc. para combatir tanto la ansiedad como el estrés. Al estar más relajados, la libido puede aparecer

Tener relaciones sexuales puede ayudar a aquellos que luchan contra la ansiedad durante estos momentos y más porque libera hormonas que nos causan placer y mejorar no sólo el estado de ánimo, también la falta del deseo sexual.

Entonces, regresamos a nuestra pregunta inicial

¿Es el sexo una necesidad vital?

En el sentido en que, si no lo practicamos, no morimos, al menos físicamente, NO, no es una necesidad vital indispensable para seguir viviendo.

Sin embargo, en el sentido en el que la vida, para la especie humana tiene una dimensión emocional y espiritual, SI es una necesidad vital para una vida feliz y sana, física, mental y emocional.

Y, además, debemos recordar que es una Mitzvá, un mandamiento divino y natural.

 


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