Enlace Judío México e Israel –  “La vida exige a todo individuo una contribución, y depende del individuo descubrir en qué consiste”, Viktor Frankl.

LUIS WERTMAN ZASLAV

La historia judía es, en muchos de sus episodios, un camino de superación de obstáculos, de pruebas que parecen imposibles, pero que gracias a la fuerza y la constancia de su pueblo se superan hasta convertirse en auténticas hazañas. Pero en ocasiones se nos olvida que esas proezas, esos imposibles derrotados, fueron obra de mujeres y hombres como nosotros que tuvieron claridad en cuál era su propósito.

Tener un motivo −o varios− de vida es indispensable para contar con dirección, disciplina, y alcanzar el desarrollo pleno como individuo. Como lo decía el rabino Noaj Weinberg: “Si no sabes para qué vives, todavía no has vivido”.

Frankl hablaba de hallar sentido, y en tiempos difíciles y extraños como éstos, encontrarlo debe ser nuestra principal tarea. Aquí es donde pensar de manera diferente para inspirar, crear, prevenir y construir liderazgo, se vuelven actividades que cualquiera puede hacer empezando consigo mismo y extendiéndolo a su familia, a sus amigos, a su comunidad inmediata.

Muchas de las grandes ideas, de los conceptos que transforman nuestra existencia, surgen de los momentos más complicados. Lo que muchos podían considerar impensable en tiempos de calma y estabilidad, se convierte en el cimiento de nuevas formas de pensar y de actuar que nos ayudan a vivir en mejores condiciones.

Sin embargo, no es sencillo. La historia de nuestras comunidades así lo demuestra, porque la resistencia al cambio es poderosa y, sobre todo, brinda comodidad. Salir de nuestra zona de confort nunca es fácil, ya que nos da una falsa sensación de seguridad, aunque nada en esta vida lo sea.

Hoy enfrentamos un reto enorme, semejante solo a lo que algunos de nuestros abuelos vivieron y que en muchas partes de nuestra historia está relatado: peligros que nos acechan y que nos impulsan a encontrar maneras en las que podamos aportar en beneficio de la mayoría.

En la forma de un virus invisible a simple vista, del que conocemos todavía poco, pero que puede contagiarnos con mucha facilidad, cada uno de nosotros ha sido puesto a prueba para superar la adversidad y también para tener la oportunidad de contribuir a que este mundo, el que nos tocó, sea más justo y próspero.

Y además tenemos tiempo. Uno de los elementos más escasos en momentos de tranquilidad, paradójicamente está a nuestra disposición para reflexionar, pensar y proponer, aprovechemos entonces para usarlo de manera inteligente y diseñar, desde nuestro hogar, todo aquello que nos prepare y nos fortalezca en el futuro.

No obstante, en cuanto salgamos de esta pandemia, habrá muchas personas que tendrán ese mismo tiempo en contra, porque no contaban con las posibilidades de quedarse en casa y evaluar con serenidad el camino que pueden seguir hacia adelante ¿Qué haremos cada quien para ayudarlos?

La generosidad es una de las grandes cualidades de la fe judía, lo mismo que el emprendimiento y la creación de ideas nuevas, en este momento tenemos una oportunidad de oro para usar nuestro talento y nuestros mejores sentimientos para provocar que la solidaridad real sea una regla entre nosotros y no nada más aparezca cuando estamos en tiempos difíciles.

Hace poco leí una frase de otro rabino, Najman de Breslev, que me conmovió: Si mañana no serás una persona mejor de la que eres hoy, ¿para qué necesitas un mañana?

Seamos corresponsables y hagamos lo que nos toca.


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