RABINO YOSEF BITTÓN

LA DECISIÓN MAS DIFÍCIL

1948. Los ingleses iban a abandonar el territorio de Palestina el día 15 de mayo a la medianoche.

Los lideres judíos planeaban anunciar la declaración de independencia ni bien salieran los ingleses.

Los árabes también tenían sus planes: cuando los británicos se hayan ido, invadirían, atacarían y destruirán a Israel.

Tenían un ejercito poderoso de 5 naciones: Egipto, Siria, Líbano, Irak y Jordania, que se sumó a último momento. Contaban con un poderoso armamento y con municiones adquiridas de países europeos.

El día 12 de mayo los lideres judíos se reunieron en Tel Aviv para evaluar la situación. Moshé Sharet informó que los EE.UU pedían que Israel no declarase su independencia. Y advirtieron que si lo hacían, los EE.UU NO ayudarían con ejércitos ni con armas. Golda Meir también trajo malas noticias: el rey de Jordania, que anteriormente estuvo de acuerdo con la creación de un estado judío, había cambiado de opinión: cedió ante la presión de otros países árabes y ahora sumaría su ejercito al de los países que invadirían Israel.

NUESTRO ÚNICO ALIADO

Los lideres militares eran muy pesimistas: posiblemente no logremos sobrevivir la invasión árabe, decían. Los recuerdos del Holocausto eran muy frescos. El pensamiento que no se apartaba de la cabeza de los líderes judíos era el siguiente: Si los alemanes, una civilización que fue la cuna de la cultura europea moderna, fueron capaces de exterminar sistemáticamente a todos los judíos que pudieron, hombres, mujeres, ancianos y niños, ¿qué no serian capaces de hacer con nosotros los árabes si perdemos la guerra? Luego de 13 horas de deliberaciones, en la hora más oscura, donde se discutía la vida, la muerte y la posibilidad de un segundo Holocausto en manos de los árabes, David Ben-Gurión, milagrosamente, logró convencer a la mayoría de los presentes, y se decidió declarar el establecimiento del Estado de Israel. Las chances de sobrevivir la guerra eran pocas… pero el más grande de los milagros de la historia judía moderna ocurrió. Hashem estuvo con nosotros, sobrevivimos, y contra todas las predicciones, ganamos la guerra, que llevó un año de duras batallas y costó la vida de un 1% de la población de Israel.

Como famosamente lo dijo el propio David Ben-Gurión, “Cuando se trata de Israel, aquel que no cree en milagros no es realista!”

UNIDAD E INTERVENCIÓN DIVINA

Los judíos nunca nos destacamos por pensar todos de la misma manera. Nos encanta discutir, disentir y debatir. No es fácil que nos pongamos de acuerdo. Eso nos estimula intelectualmente, pero también nos divide. Porque lamentablemente, por lo general, nos ponemos a mirar más lo que nos diferencia que lo que nos une…

Posiblemente, quiero pensar, que una de las razones por las cuales fuimos merecedores de un milagro tan grande es que de alguna manera los judíos estuvimos unidos en la proclamación de la independencia del Estado de Israel. La declaración fundacional de Israel fue firmada por representantes de todo el espectro político y religioso de ese tiempo.

TODO EL ESPECTRO JUDÍO

La Declaración de Independencia fue también una (lamentablemente «poco común») declaración de UNIDAD del pueblo judío. Entre los firmantes estaban, por ejemplo, representantes del partido socialista izquierdista; judíos seculares; judíos del centro; judíos de derecha y judíos religiosos. Vale la pena recordar la presencia y la firma de importantes personalidades rabínicas. La declaración de independencia de Israel fue firmada por 5 rabinos: el rab Moshé Maimón, el rab Saadiá Kubashi y el rab Zeev Gold, estos 3 eran rabinos de la organización sionista religiosa Mizraji. También firmaron los rabinos Kalman Kahana e Ytzjak Meir Levin, ambos rabinos del movimiento religioso Agudat Israel.

“Somos la única nación en el planeta que está en la misma tierra, sigue con el mismo nombre, habla la misma lengua, y profesa la misma fe que sus antepasados 3 mil años atrás”.


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