Enlace Judío México e Israel – Si algo nos ha enseñado la historia es que el progreso de las pandemias es confuso e inadvertido, provocando incertidumbre y el surgimiento de distintos escenarios.

BERNARDO NOVAL

Las pandemias han marcado la historia de la humanidad a lo largo del tiempo; en el año 541 d.C. la plaga de Justiniano afectó a Europa, Asia y África, provocando la muerte de entre 25 y 50 millones de personas.

La más reciente de las pandemias del siglo XX fue la nombrada “gripe española”, se propagó durante 1918-1919, y se calcula que un tercio de la población mundial se infectó.

Sin embargo, la más devastadora recordada a la fecha, es la que tuvo lugar a mediados del siglo XIV, conocida como la peste negra, la cual arrasó con gran parte de la población europea. El historiador noruego Ole J. Benedicto estima que
hasta el final del siglo XIV murieron 50 millones de personas, lo que equivale más o menos, a 60 por ciento del total de los habitantes del viejo mundo.

Esta crisis fue inadvertida y mortal, afectó a todos, sin distinción entre ricos y pobres, nobles y siervos. La enfermedad fracturó las estructuras sociales y económicas; como la Iglesia y a grandes familias de banqueros italianos, como los Médici o los Scali.

La mortandad a raíz de la peste negra tuvo una incidencia muy acusada en las manifestaciones de la vida, del espíritu, el pensamiento y la creatividad humana. Sin embargo, la pérdida de fe del hombre medieval fungió como catalizador de una nueva identidad individualista de las siguientes décadas.

El periodo posterior a esta pandemia fue, según el historiador económico Christopher Dyer, un momento de “agitación, emoción, ira, antagonismo y creatividad”. El siglo XV dio inicio al Renacimiento, lo que significó una gran transformación en el pensamiento, la ciencia, las letras y el arte.

El hombre pasó a ser el centro del universo y la frase “el hombre es la medida de todas las cosas” expresaba la actitud de la nueva época.

Volviendo a la actualidad. Siglos después, la peste vuelve, con otro nombre y características, un virus altamente contagioso que mantiene al mundo entero en cuarentena. Una pandemia que, para los que nunca vivimos una guerra y sólo conocíamos de ellas a través de las anécdotas de los abuelos, fotos, películas o libros de historia, se convierte en nuestro presente, en el repensar de la nueva normalidad y el futuro. Sabemos con certeza que después de esta experiencia nada volverá a ser lo mismo.

En medio de cifras de muerte cuesta arriba y miles de casos confirmados, aún estamos en el clímax de una transformación que nos enseña segundo a segundo que la historia se repite y adapta a las condiciones contemporáneas, en esta ocasión con un “armamento bélico” que bombardea nuestras mentes: el misil de acceso a la
información, las ametralladoras de redes sociales y las granadas de fake news que explotan en cada rincón del planeta, sumado a los cambios económicos, políticos, sociales y culturales que suceden a diario.

Debemos estar conscientes de que los cambios casi siempre traen algo positivo. Hace seis siglos, emergió un individuo con una visión renovada del mundo, con una nueva forma de pensamiento y creatividad a raíz de las postrimerías de la peste.

Es momento de inspirarnos, de crear tendencias, de renacer y transformar nuestro statu quo. ¡Hagamos de la creatividad parte de nuestro credo!

Columna publicada en el periódico El Heraldo.


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