YOSEF ROMANO

En una ocasión un Rabí tomó un vuelo de Nueva York a Chicago. Se percató que la azafata quería hablar con él, cuando tuvo la oportunidad le preguntó, “¿usted es un rabino?”; él respondió, “soy un judío ortodoxo”.

La dama exclamó, “estoy interesada en conocer más sobre el judaísmo, ¿puede decirme un poco de qué se trata? ¿Cuál es su escala de valores?”. El Rab contestó, basado en la enseñanza de Hilel al gentil que quería saber toda la Torá mientras se paraba en un pie: “No le hagas al prójimo lo que no te gustaría que te hagan a ti, ésa es la base de toda la Torá, el resto es la interpretación de esto”.

La mujer no quedó muy satisfecha, “entonces, ¿qué tiene que ver esto con no comer cerdo?”. [La respuesta verdadera es como le dijo Hilel al gentil, que D-s también es nuestro Amigo y no debemos hacer cosas que no le gustan, pero el Rab respondió:] “¿Nunca se ha fijado cómo los ortodoxos toman una bolsita de algún bocadillo que reparte y se fijan intensamente? Están buscando algún símbolo que les asegure que es Kasher. Los judíos nos acostumbramos a revisar todo lo que hacemos, si comemos revisamos su estatus, si leemos algo revisamos que sea algo permitido, cualquier cosa que hagamos tenemos que analizar si es algo permitido o no. De esa manera nos obligamos a pensar antes de actuar. Similarmente, antes de abrir la boca para decir algo nos examinamos para determinar que no sea algo que hiera al prójimo”.

Realmente es una respuesta excepcional. Y ahora que estamos en los días del conteo del Omer debemos aprovechar la oportunidad de tratar de mejorarnos como individuos.

 


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